Para los antiguos, las puertas del Hades eran salvaguardadas por Κέρβερος, quien debía asegurarse de que los muertos no escaparan del Hades. Este perro infernal era el primer encuentro que el alma del reciente difundo tenía en su directo acercamiento al Hades. El acercamiento al inframundo, al Seól o al mundo de los muertos ha estado siempre acompañado de lúgubres descripciones. Otro ejemplo de ello (aunque ya introducidos los elementos cristianos) lo conforma la descripción que Dante Alighieri nos presenta en La Divina Comedia en cuanto a inscripción hallada a las puertas del Infierno: “Dinanzi a me non fuor cose create, se non etterne, e io etterno duro. Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate”.
Dicho lamento de desesperanza ante las puertas del lugar oscuro se puede equiparar también al sentimiento que acompaña la contemplación de la tragedia inevitable. Uno de los profetas del cautiverio, Jeremías, caminaba entre los hijos de Israel cargando un yugo sobre sus hombros para representar la esclavitud venidera. Además, vociferaba ante quien pudiera escucharle: “Aún la cigüeña en el cielo conoce sus estaciones, la tórtola, la golondrina y la grulla cumplen con sus compromisos, pero mi pueblo no conoce la justicia de Yahvé” (Jeremías 8:7)
No resto importante a la noción de la justicia, pero lo que me interesa para los efectos de esta columna es la noción conocer las estaciones y discernir los tiempos.
Los sucedido el día sábado 9 en ciudad de Guatemala marca una nueva etapa. Un preludio del cambio en los tiempos se había presentado con las narcomasacres de 2008 y 2009. El inicio del cambio en los códigos y las reglas fue el hecho sucedido en la masacre de campesinos en La Libertad, Petén. Sin embargo, la mayoría de los observadores externos del mundo del crimen organizado esperaban un futuro (pero no muy rápido) contacto entre las estructuras satélite de Zetas y el Cartel de Sinaloa cuando los primeros llegaran al Pacífico guatemalteco. Sin embargo, no fue así. Todo parece indicar que las estructuras filiales de Zetas que operan en Guatemala han decidido comenzar la batalla en el marco de la ciudad de Guatemala. Y esta opinión tiene validez al realizar un análisis comparativo sobre lo que sucede en el terreno mexicano.
Hay que recordar que los Zetas buscan el control, son un protogobierno, y lo más importante para este tipo de organización es el control de la población y no simplemente el control territorial. Para carteles más tradicionales es, en definitiva, el territorio lo importante en cuanto que son las rutas del tráfico de la mercancía la prioridad debido a su carácter empresarial. Son, en efecto, dos negocios diferentes: uno, el del Cartel de Sinaloa es el tráfico de la droga, el otro, el de los Zetas es la obtención coercitiva de los recursos de un territorio y de sus poblaciones. Por eso no es el campo y los marcos rurales únicamente lo que resulta fundamental sino, sobre todo, las ciudades. En México es Monterrey y la zona conurbada, La Laguna (Torreón y Gómez Palacio-Lerdo), el corredor Michoacán-Guadalajara, Cancún.
Recuérdese que los Zetas son un protogobierno, extorsionan, cobran impuestos, otorgan permisos y protección a los empresarios. Dicho esto, es cuestión de tiempo para esperar que hechos como el sucedido el pasado sábado 9 se repitan. Esto no solamente incluirá el mundo de los centros de diversión nocturna de alto nivel, lo mismo serán los prostíbulos de medio y bajo nivel; los profesionales liberales, los consultorios médicos privados, los talleres automotrices, los narcomenudistas y los niños bonitos que la hacen de “dealers”; lo mismo que policías y periodistas. Todas las instancias, del bajo mundo y del mundo institucional van a cuadrarse con una o con otra organización, ya sea por las buenas o por las malas. La sanción de la organización rival no se hará esperar. El conteo de cuerpos no tendrá límite. En este momento la pelea es por la mayor dominación en la ciudad de Guatemala.
Asistimos en este momento al ingreso en el Hades. Al igual que Ulises cuando contempla la puerta del inframundo, seremos testigos de las sombras y oiremos entonces el lamento de Aquiles al recorrer las calles del inframundo: “Desearía ser el más pequeño de los vivos y no el rey de los muertos”.
Χαιρετίζω την κόλαση.
Más de este autor