Los habitantes de las islas, los promotores turísticos y las guías de turismo Lonely Planet recomiendan dormir en casa de una familia de la comunidad. Es una experiencia de vida, dicen. A esto le llaman turismo vivencial y muy popular. El turismo vivencial es también una forma de hacer turismo sostenible, pues de esta forma las personas que viven en estos recónditos lugares del planeta pueden “mantener” sus costumbres milenarias pero, al mismo tiempo, comprar su celular y acceder a más servicios.
El turismo vivencial es parte del turismo alternativo, el cual busca que el extranjero tenga una sumersión cultural a través de la convivencia diaria con la comunidad. Supuestamente, es una forma de apoyar el crecimiento socioeconómico de las comunidades, sin dañar el medio ambiente y sin elementos artificiales que distraigan al viajero.
El turismo vivencial parece ser moral y verde, pero considero que es importante re pensarlo. En un estudio tico[fn]Marieloz Bonilla Moya, Turismo Vivencial: un ejemplo responsable sin ingredientes artificiales. http://www.greenactioncr.com/downloads/Turismo_vivencial.pdf[/fn] al respecto leí que uno de los aspectos negativos de este tipo de turismo es: la posibilidad de que a las personas de la comunidad les resulte más atractivo dedicarse al turismo y dejar a un lado las actividades físicas que realizaban con anterioridad, de esta manera eliminando el atractivo turístico.
Yo creo que el turismo vivencial que estamos ofreciendo en América Latina está lejos de parecerse al turismo vivencial que muchos latinos hemos hecho en Europa o en Estados Unidos en programas de intercambio estudiantiles o Aupair. Considero que la diferencia es que muchos de los turistas que vienen a nuestros países lo hacen bajo una premisa de superioridad. El extranjero viene a nuestros países a experimentar el Tercer Mundo, la pobreza, el subdesarrollo. Y no le basta observarlo, quiere mantenerlo.
A través del turismo vivencial hacemos negocio de la rareza, la otredad, ese realismo mágico propio del latino. Juan Villoro, escritor mexicano, considera que el exotismo latino existe para satisfacer la mirada ajena. Nosotros, los latinos, muchas veces nos vendemos así: pobres y diferentes, puede ser que lo hacemos así porque nos conviene como dice Villoro. Pero, también puede ser porque no conocemos otra historia diferente a la que los demás han contado de nosotros.
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