Violencia para explicar

A veces se acercan demasiado, a la vuelta de tu casa de la niñez, por ejemplo. La muerte como acto natural de la vida propia no se cuestiona, pero cuando ésta es violenta cobra un sentido completamente diferente.

Me he preguntado cuál es el sentido de la violencia en una sociedad como la guatemalteca, qué pasa para que una persona se levante temprano para alcanzar un bus escolar y matar al chófer frente a un niño de cuatro años. Me he preguntado cuál es la razón de que la violencia en este país ya no se preocupe de su salvajismo, que ya no sea un secreto, que la violencia sea otro elemento de lo público, es decir, que sea entre otras cosas un espectáculo más común de lo que se quisiera.

La generación que ya empieza a ir a la escuela, es la generación de este tipo de violencia, una dimensión, ya no desconocida, pero totalmente estructurante de lo que será su manera de vivir en Guatemala. Son ellos los que salen a jugar en una colonia cerrada, que deben abrir un portón para salir a la tienda, o que ven a sus papás viendo por los retrovisores, a los que no los dejan salir solos. A los que entre las matemáticas y sociales se les enseña a dar todo en un momento dado, los que han visto pistolas apuntándolos, matando.

A la generación que viene se le deberá explicar que la violencia tiene muchas causas en este país y que no ha dejado de ser, que sigue siendo uno de los elementos más centrales de esta sociedad. Se les deberá explicar su relación con la pobreza y la exclusión, se le deberá explicar que en un momento se perdió el sentido y se llegó a justificar la violencia porque se vivía de manera diferente, porque se tenía otra cultura. Se deberá explicar que habrá muchos responsables, pero uno que debe pagar la factura más grande es el Estado y sus achichincles, o vice-versa, que nunca les interesó que en esta sociedad se pudiera vivir más dignamente. Se deberá también hablar de partidos políticos y de políticos con nombres y apellidos que cuando estaban en campaña se valían del terror que genera la violencia para ganar. Habrá que explicarles una historia distinta, y a la violencia se le dará un lugar central, dar a entender la racionalidad más allá de “así lo quiso Dios”, o de la gente es mala en Guatemala.  

Para los niños que son hoy en Guatemala una nueva generación no sólo se les mata de hambre, no sólo se les envenena por ponerlos a ver programas de balazos y peleas, ahora también los niños de la capital, son niños que aprenden a vivir con la violencia desde sus primeros años, y nada bueno saldrá de eso. Estoy segura que ellos también estarán en silencio, como una muestra real de que aún la violencia puede llegar a ser cotidianeidad.