Bajo la cobertura del lema «emprende un viaje por la imaginación», los organizadores pretenden «contribuir al proceso de formación intelectual de niñas, niños y jóvenes a través del incentivo del hábito de la lectura, medio imprescindible para expandir el horizonte de la propia conciencia [y] estimular el pensamiento crítico y el desarrollo personal». Así reza el objetivo general del certamen.
La modalidad es novedosa. Tiene cuatro categorías en cuanto a edad (7-9, 10-12, 13-15 y 16-18...
Bajo la cobertura del lema «emprende un viaje por la imaginación», los organizadores pretenden «contribuir al proceso de formación intelectual de niñas, niños y jóvenes a través del incentivo del hábito de la lectura, medio imprescindible para expandir el horizonte de la propia conciencia [y] estimular el pensamiento crítico y el desarrollo personal». Así reza el objetivo general del certamen.
La modalidad es novedosa. Tiene cuatro categorías en cuanto a edad (7-9, 10-12, 13-15 y 16-18 años), y los participantes se integrarán en equipos de tres estudiantes cada uno. Cada equipo leerá tres obras recomendadas por la gremial y a partir de ello elaborarán un trabajo descriptivo. Los trabajos se enviarán a la Gremial de Editores de Guatemala para su primera calificación y así se iniciará un verdadero recorrido de ensueño e imaginación que culminará durante la Filgua misma, del 12 al 22 de julio del presente año.
Leer acerca de dicha modalidad —que es toda una experiencia de aprendizaje no convencional, como se refiere en las bases— me recordó tres momentos especiales de mi vida. Dos de esos momentos no solo fueron míos, sino también de mis compañeros de aula. Por su importancia los reseño a continuación.
El primero sucedió entre nuestros 10 y 12 años (1964-1966). Aquel lapso fue muy lluvioso en Alta Verapaz. La energía eléctrica era de pésima calidad y muy irregular, y las posibilidades de días de campo, de juegos al aire libre y de otro tipo de diversión, casi nulas por las condiciones climáticas. Nos quedaba entonces una sola posibilidad para distraernos: la lectura. Así, en ese lapso, mis compañeros de aula y yo leímos casi todas las obras de Julio Verne. Entre las que más recordamos: Los hijos del capitán Grant y Veinte mil leguas de viaje submarino. Y así desarrollamos mucha imaginación. Hasta una escafandra quisimos hacer en el taller de carpintería de la escuela.
El segundo fue entre los 13 y los 14 años. Nuestros profesores de Idioma Español del ciclo básico nos incentivaron a cultivar el pensamiento crítico y a enfrentar al público. Leímos obras nacionales y latinoamericanas como Doña Bárbara, El señor presidente, La mansión del pájaro serpiente, Jinayá, El mundo del misterio verde y Rancho de Manaco, además de clásicas como la Eneida y la Odisea. Obligatoriamente teníamos que hacer resúmenes y exponerlos ante todos los compañeros y profesores invitados. Veo que aquella actividad bien cabría en el objetivo específico 9 de las bases de este VIII Concurso Interescolar de Lectura: «Aprender y practicar habilidades creativas de pensamiento rápido para enfrentar la parte pública de un concurso».
El tercero me sucedió entre el 13 y el 23 de julio de 2017, inmerso en la actividad Filgua Adentro, que proyectó una cobertura de institutos localizados en los departamentos cercanos a la ciudad capital. El objetivo era promover la discusión y la literatura con alumnos de aquellos lugares. Me tocó en suerte compartir con el escritor y educador intercultural mapuche Javier Milanca Olivares. Fuimos a un centro educativo de Cuilapa. Allá Javier promovió la discusión acerca de la lectura, la literatura y el origen de la lengua mapuche. Y me conmovió hasta las lágrimas percibir la sed de conocimientos y de una lectura diferente (a la convencional de la educación formal) por parte de alumnas y alumnos de aquella localidad. Javier leyó fragmentos de su libro de cuentos Xampurria: somos del lof de los que no tienen lof. Hubo dos cuentos que aún recuerdan en Cuilapa: El Lumalonko y Rogativa para que bajemos a Jesús. Este último me caló hasta los huesos.
Aprovecho entonces para incentivar a los maestros de educación primaria o media de todo el país para que aprovechen esta oportunidad que la AGEG pone a disposición de sus alumnos. En este mundo hiperconectado cibernéticamente, la lectura está quedando rezagada.
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