Los libros son los mejores instrumentos para la tolerancia y comprensión del entorno, y son excelentes compañeros de viaje y soledad.
El próximo 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, promocionado mundialmente por la Unesco. Esta fecha es memorable para la literatura universal debido a que fue ese día en 1616 cuando fallecieron Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega.
Yo siempre había escuchado del Día Mundial de Libro, pero no me habí...
Los libros son los mejores instrumentos para la tolerancia y comprensión del entorno, y son excelentes compañeros de viaje y soledad.
El próximo 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, promocionado mundialmente por la Unesco. Esta fecha es memorable para la literatura universal debido a que fue ese día en 1616 cuando fallecieron Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega.
Yo siempre había escuchado del Día Mundial de Libro, pero no me había percatado de la simbiosis que la Unesco ha hecho del libro y del derecho de autor. Al navegar por la página que promociona esta celebración encontré un espacio curioso: el observatorio mundial contra la piratería. Es aquí donde se puede encontrar la compilación mundial de leyes de derecho de autor, las mejores prácticas anti-pirata y gran variedad de material de sensibilización, que incluye una serie de videos satanizantes de la piratería, y en donde no puede faltar la imagen perversa de la computadora. Y es que tal es el odio hacia las nuevas tecnologías que en el portal no se duda en señalar: “Los desarrollos recientes en términos de tecnologías nuevas han trastornado el derecho de autor y las industrias culturales, con un aumento constante en el uso no autorizado de los bienes protegidos”.
Este tipo de política es la que mantiene a países como el nuestro en el subdesarrollo. ¿Cómo es posible defender un derecho de autor que ya no es congruente con la realidad y que crea brechas educacionales inmensas entre niños de primer mundo y niños de tercer mundo? En lugar de comprender que el derecho es evolutivo y que para ser vigente necesariamente se tiene que adaptar a cambios económicos y tecnológicos, el derecho de autor está trastornado por una realidad digital y, por lo tanto, es necesario flexibilizarlo. Debemos permitir al autor decidir cómo quiere que su obra sea protegida y difundida y no dejar que el Estado y la Unesco las blinden sin preguntarle.
Para nuestra salvación, existe un movimiento pequeño pero incansable de personas en Guatemala que el sábado pasado realizó un evento que va en pro de los libros y de la educación de los guatemaltecos: el Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISoL). Edulibre fue uno de los temas de dicho festival, un proyecto guatemalteco que promociona el uso de los libros digitales de excelente calidad y de uso libre en escuelas de escasos recursos.
En esta celebración del Día del Libro lo invito a imaginarse una Guatemala en la que todos los niños pudieran disfrutar de la lectura, una Guatemala que albergue no a uno sino a varios premio nobel de Literatura, un país en el que en lugar de penalizar las violaciones al derecho de autor se permita y se fomente que sean los autores los que decidan cuánto y cómo quieren proteger y difundir su obra.
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