Vacaciones escolares en el campo

Aprovechando la temporada de descanso por el cierre del año escolar, un niño transcurre la mañana abonando plantas de milpa en un campo cercano a la comunidad de Rocjá Pomtilá, Alta Verapaz.

El dueño del campo, para justificar la presencia de los menores, sostiene que este tipo de trabajo liviano no afecta la salud de los niños y les permite ganar “los centavitos” para comprarse un atol y, posiblemente, aportar a la escasa economía doméstica.

Mientras tanto, los chicos trabajan con la seriedad de los grandes, mejorando la eficiencia del oficio gracias a la rapidez y agilidad típica de su edad. Lo que cambia entre la condición de un adulto y un niño es el compenso económico que, para los más pequeños, baja hasta 20 quetzales por medio día de espaldas dobladas bajo el sol.

¿Hasta cuándo en Guatemala ser niño significará obligaciones de adulto y la negación sistemática de sus derechos?