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UNAERC, negocios de mala sangre

Un Manifiesto de Interés marcaba septiembre de 2014 como la puesta en marcha de las operaciones de UNAERC en Escuintla. Y con este documento, por añadidura, se concretaba la justificación legal para realizar una compra millonaria, con un solo oferente, sin experiencia en temas de hemodiálisis: la droguería SabiaPharma S.A.
“Un auditor no entiende el mundo de los médicos. Si me surge una epidemia debo controlarla, a como dé lugar. Y luego el auditor pregunta que por qué no planifiqué esa compra. En ningún momento hice mal uso de los recursos del Estado”, argumenta Guerrero.
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UNAERC, negocios de mala sangre

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Los pacientes con insuficiencia renal quedan en el centro de negocios millonarios. Ahí, justo ahí, no valen nada, salvo si su padecimiento representa un valor agregado. En Escuintla, desde hace un año, la Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico (UNAERC) ha adjudicado contratos a una empresa sin experiencia. Esto a pesar de inconformidades, graves señalamientos, e incluso auditorías minuciosas realizadas por la Contraloría General de Cuentas.

Donde hay enfermedad, los negocios sobrevuelan como zopilotes. Es ahí –sobre todo en la Salud Pública– donde empresas sin experiencia de cómo prestar un servicio médico específico, ganan concursos convocados por el Estado. Es ahí donde los contratos millonarios se hacen y se pactan a espaldas y riesgo de los más vulnerables, enfermos crónicos que ya no cuentan con fuerza suficiente para pelear. La justicia, a veces, como en el caso de los contratos dirigidos entre el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y la Droguería PISA de Guatemala S.A., consigue devolver el golpe: captura a los responsables del mal manejo de los recursos del Estado e intenta que cumplan una condena. En otras ocasiones  –las más–, nada sucede y permanecen las dudas.

Puede haber inconformidades, anomalías, hallazgos, intentos de denuncia, contratos sospechosos, auditorías minuciosas, advertencias, quejas… pero nada sucede. Tal es el caso de la Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico (UNAERC), la entidad estatal encargada de atender a los enfermos renales, que en septiembre de 2014, contrató los servicios de SabiaPharma S.A., una empresa que jamás había prestado asistencia para enfermos renales, que no contaba con un local propio, que había subarrendado 30 máquinas de hemodiálisis (tratamiento médico que elimina artificialmente sustancias tóxicas de la sangre), que en su patente de comercio sólo aparecía como una droguería de ventas al por mayor, que su dirección física reportada era compartida con otra empresa, Corporación Men-Del S.A., y aun así, con todo en contra, le fue adjudicado un concurso de “Arrendamiento de Infraestructura” por Q5,615,328.00 para atender enfermos crónicos renales en el departamento de Escuintla.

Por este contrato, la UNAERC recibió ocho inconformidades. “La base legal utilizada en el evento es incorrecta”, señalaba el Centro de Diálisis S.A.; “existen indicios de acuerdo previo entre dos proveedores para esta adjudicación (SabiaPharma y Men-Del)”, se quejaba Productos del Aire, S.A.; “Información incorrecta”, reclamaba la Fundación de Asistencia Médica Ocupacional para la Recuperación del Enfermo Renal (Amor). Todas las impugnaciones fueron rechazadas: "Improcedentes, en virtud de que en este caso se siguió el procedimiento que marcan las normas aplicables”, defendía UNAERC en el portal de Guatecompras.

“Para este concurso desde el inicio vemos una anomalía. El problema se origina en el momento en que este concurso trata de un arrendamiento pero que también incluye kits para pacientes de hemodiálisis. La incongruencia radica en que un arrendamiento, según la ley de contrataciones del Estado, no puede incluir productos de consumo, y más si son perecederos, de una sola aplicación. En este caso lo correcto pudo haber sido realizar dos concursos separados”, dice el abogado de Acción Ciudadana Eddie Cux. “Lo que buscaba UNAERC era que, al tratarse de un concurso por excepción, el beneficio fuera para un solo proveedor”, añade.

“Un auditor nunca entenderá a los médicos”

En Escuintla, los pacientes atendidos por UNAERC en el turno de las 10:30 A.M. están a punto de conectar sus cuerpos a las máquinas que desintoxicarán su sangre a lo largo de cuatro horas. Vienen de Tiquisate, Chiquimulilla, de otros departamentos como San Marcos, Jutiapa o Santa Rosa. Algunos cumplen con llegar tres veces a la semana para realizar el tratamiento. Otros, como Héctor Velásquez, agricultor, consiguen conectarse a la máquina de hemodiálisis cuando piden permiso para faltar al trabajo. “Me sentí mal, mareado. No quiero hincharme como otras veces. Preferí faltar de nuevo al chance y venir a cambiarme la sangre”, dice.

Hasta hace poco más de un año UNAERC no existía en el departamento de Escuintla. Desde su fundación en 1997, mediante acuerdo gubernativo, esta institución encargada de los enfermos renales en estado crónico bajo responsabilidad del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), ha operado de forma centralizada desde la capital de Guatemala. Las nuevas instalaciones de UNAERC en Escuintla fueron creadas para atender un estimado de 180 pacientes. Sin embargo, el número de pacientes que asisten a este lugar ha sido menor, incluso lejano a los 180 que estimaba la institución, como reconoce el director administrativo, el doctor Douglar Rumaldo Guerrero.

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Cada paciente de UNAERC usualmente requiere de tres hemodiálisis a la semana. Cada hemodiálisis realizada utiliza un kit (gasas, jeringas, agujas, adhesivos, guantes) como parte del tratamiento. Por esta razón, en el concurso que fue adjudicado a SabiaPharma, la UNAERC fue específica en la necesidad de adquirir 30 máquinas para las hemodiálisis de 180 pacientes, pero además solicitó 14,040 kits para los tratamientos que se realizarían durante cuatro meses.

No obstante, las sumas de kits y hemodiálisis para este requerimiento de la UNAERC no cuadran. Se trata de 180 pacientes que realizarían tres hemodiálisis a la semana, equivalente a 2,160 kits exactos para un mes. Es decir, en el contrato de cuatro meses firmado entre UNAERC y SabiaPharma, se debieron haber solicitado únicamente un aproximado de 8,700 kits. La compra por 14,040 kits –una cifra sobredimensionada– sería viable para 6.5 meses, es decir, casi dos meses más de lo establecido en las bases legales del concurso publicado en Guatecompras.

En consecuencia, el contrato de UNAERC con SabiaPharma no fue cumplido a cabalidad. La junta directiva de esta entidad, como la junta de licitación que evaluó la adjudicación para SabiaPharma, ha recibido diversos señalamientos. Los más graves, por la mala administración de esta compra, fueron detectados por la Contraloría General de Cuentas (CGC) mediante una auditoría.

“Hay una inadecuada planificación en la adquisición de insumos”, resaltó la CGC en su informe de auditoría interna, presentado en abril de 2015, al analizar el concurso de Q5,615,328.00 adjudicado a SabiaPharma. La CGC detectó que los 14,040 kits fueron comprados por Q281.95 cada uno, para un total de Q3,958,5878. La CGC, de hecho, detectó que la capacidad máxima de kits real que podía consumir UNAERC para el periodo del contrato era de sólo 7,110. Para febrero de 2015, como indica el informe de la CGC, aún había 6,620 kits sin utilizar, resguardados en una bodega de la z. 18. Es decir, SabiaPharma cobró  por unos kits, y por unos tratamientos, que en realidad no podrían ser utilizados en el tiempo –septiembre a diciembre – que fue establecido en el contrato con UNAERC para Escuintla.

Ante estas anomalías, el doctor Guerrero, encargado de esta compra anómala, admite su error para planificar este evento. “Llenamos las emergencias de Escuintla con 60 o 70 pacientes. Fueron los primeros que pedían la oportunidad de tratamiento. Para llenar los 180 nos ha tomado cinco meses. Hasta ahora que estamos al ras. Nosotros creímos que al momento de abrir íbamos a estar completos. Y no fue así. Estuvimos los primeros cuatro meses con el 50 por ciento de los totales. Teníamos estimados 240.  Pero luego llegaron 70 y así se fueron agregando. Y mucha gente no quiso irse para Escuintla”, explica Guerrero.

Sobre la duración del contrato, Guerrero dice que el contrato de arrendamiento con SabiaPharma fue ampliado, más allá de los cuatro meses, pero no específica bajo qué términos, salvo que “la salud es un derecho constitucional”. Por su parte, Luis Francisco Valdés, representante de SabiaPharma ante la UNAERC (y el Estado), se comprometió a aclarar esta situación con Plaza Pública, sobre cómo y porqué la CGC encontró 6,620 kits sin utilizar. Al cabo de dos semanas, ni Valdés, ni ningún representante jurídico de SabiaPharma, envió la información ofrecida sobre la forma legal en que había sido ampliado su contrato para la utilización de los miles de kits sobrantes al momento de vencerse el tiempo de cuatro meses  estipulado en el concurso de Guatecompras.

“Los kits se terminaron hasta julio”, dijo Valdés sin inmutarse al ser entrevistado. “Eran kits para cuatro meses pero se utilizaron durante 11 meses”, añadió sin reparo.

“Los servicios de salud siempre se planifican con cuatro meses de antelación”, defiende el doctor Guerrero. “En ese momento –septiembre de 2014– se planificó un abastecimiento que durara hasta 2015. Con el cambio de año se termina el periodo fiscal y nos quedamos con un presupuesto siempre en cero. Con los 14 mil kits asegurábamos el abastecimiento”, añade Guerrero al referirse a un contrato, en sí, que fue planificado para seis meses y medio pero que legalmente sólo tenía validez para cuatro meses, y que en realidad duró once.

—La CGC ha hecho graves señalamientos… —se le dice al administrador general de UNAERC. 

—Un auditor no entiende el mundo de los médicos. Si me surge una epidemia debo controlarla, a como dé lugar. Y luego el auditor pregunta que por qué no planifiqué esa compra. En ningún momento hice mal uso de los recursos del Estado —argumenta Guerrero.

Ampliarse, crecer, a pesar de una crisis

En los últimos años, UNAERC se ha declarado en una crisis permanente. Su presupuesto (que depende del Estado) se ha incrementado en los últimos años, y de manera directamente proporcional, la deuda adquirida con proveedores y grandes farmacéuticas se ha vuelto impagable. De Q45 millones con los que inició sus operaciones en 1997, UNAERC pasó a recibir Q70 millones del presupuesto general de la nación en 2004, luego, en 2012, el Congreso de la República le otorgó un incremento con el que alcanzó los Q100 millones para su funcionamiento. En 2014, los administradores de UNAERC protestaron para solicitar una nueva ampliación de su presupuesto. Arrastraban para entonces una deuda de Q90 millones con organizaciones con las que tienen convenios de cooperación para atender pacientes renales como Fundación Amor y algunas farmacéuticas.

Un año después, a principios de 2015, la deuda de UNAERC aumentó aún más.

 “UNAERC está en crisis, pues necesita atender a 3,504 pacientes y no tiene la capacidad para hacerlo”, explicaba Zulma Calderón, jefa de la Unidad de Supervisión Hospitalaria de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), en enero de este año. En ese momento, la empresa Baxter de Guatemala S.A había dejado de proveer los medicamentos para los pacientes de insuficiencia renal, tras esperar a que se pagara una deuda que alcanzaba los Q108 millones. El Congreso de la República, ante las protestas de los pacientes, accedió a conceder un nuevo aumento para el presupuesto de UNAERC: Q200 millones, de los cuales Q152 millones servirían para su funcionamiento y operatividad. Los restantes Q48 millones, como dijo el administrador general de esta entidad, Douglas Guerrero, serviría para pagar la deuda con los proveedores.

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No obstante, entre protestas, marchas de pacientes, falta de medicamento, déficit presupuestario, deudas, los directivos de UNAERC ignoraron la crisis y decidieron expandirse, descentralizarse, crecer. Un manifiesto de Interés marcaba septiembre de 2014 como la puesta en marcha de las operaciones de UNAERC en Escuintla. Y con este documento, por añadidura, se concretaba la justificación legal para realizar una compra millonaria, con un solo oferente, sin experiencia en temas de hemodiálisis: la droguería SabiaPharma S.A. 

“En promedio se están quedando sin recibir tratamiento de hemodiálisis más de 50 pacientes al día, debido a que la capacidad instalada de UNAERC fue rebasada”, justificaron entonces los directivos.

Acto seguido, crearon el concurso por excepción en Guatecompras, para 180 pacientes de hemodiálisis en Escuintla.

En Escuintla, una empresa con estas características, con esta infraestructura, con el número preciso de máquinas solicitadas por UNAERC era una feliz casualidad. Todo un hallazgo. Existía.

El Douglas Rumaldo Guerrero Rodas explica: “Buscamos una empresa que pudiera suplir nuestras necesidades para la nueva sede. Encontramos SabiaPharma, participó y le fue adjudicado”.

Cuando dos empresas ocupan el mismo lugar

—¿El concurso por excepción fue pensado entonces por la existencia de SabiaPharma en Escuintla? —se pregunta a Guerrero.

—Previo a buscar una empresa hicimos un mapa de prevalencia. El número de pacientes de UNAERC en la región sur es bastante. No quiere decir que en el resto del país no se den casos de enfermos renales crónicos. Entendemos que por la cercanía con la capital, el número de personas de la costa sur que llega a nuestras instalaciones en la capital es mayor. Por ello pensamos en una sede en Escuintla —dice el administrador de UNAERC.

Según Anallise Castillo, de Fundación AMOR, no hay estudios específicos que aporten evidencias de por qué existe un mayor número de enfermos renales en la región sur de Guatemala. Descarta además que se deba a los químicos o insecticidas que se utilizan en las largas jornadas laborales en los ingenios de azúcar o palma africana. “Es una región calurosa. El problema es que las personas se hidratan con aguas gaseosas. Hasta diez en un día”, asegura Castillo.

—¿Sin embargo, SabiaPharma nunca había brindado un servicio de hemodiálisis?

—Pero sí está capacitada. Acreditaron el servicio.

— Antes de que se le adjudicara este concurso, SabiaPharma no existía en Escuintla. ¿Cómo se explica esto?

—La empresa presentó el respaldo legal de arrendamiento. El lugar era el adecuado. Las máquinas también estaban acreditadas. Todo se encuentra en el interior del Hospital Génesis de Escuintla —explica Guerrero.

En el interior del Hospital Génesis todo resulta confuso. SabiaPharma, UNAERC, y otra corporación, de nombre Men-Del, dedicada también a la atención de pacientes renales, comparten el mismo espacio.

La propietaria de Corporación Men-Del, Claudia Lily del Cid García de Garrido, es también la nefróloga (especialista en enfermedades renales) ahora encargada de UNAERC en Escuintla.

En este espacio, es aún más confuso tratar de entender que Men-Del, desde febrero de 2014, como ha quedado documentado en su página de Facebook, ofrecía servicios de hemodiálisis con las máquinas que ahora SabiaPharma utiliza para atender a los pacientes de UNAERC en Escuintla.

“Men-Del nunca ha utilizado testaferros para ganar un concurso”, enfatiza del Cid para refutar cualquier vínculo entre las dos empresas. “La otra empresa (en referencia a SabiaPharma) vino a hacer los arreglos con el Hospital Génesis para utilizar instalaciones que en algún momento fueron un sueño. Un sueño que había sido diseñado para pacientes del seguro social”, explica del Cid, aunque no aclara si las máquinas que utilizó su corporación fueron vendidas, arrendadas, al Hospital Génesis o a SabiaPharma.

A la fecha, Men-Del, ha participado en varias ocasiones en concursos del IGSS, según Guatecompras, pero sólo en una ocasión se le adjudicó un contrato para servicios técnicos de hemodiálisis por Q85,500.

Para este reportaje, ni la doctora del Cid, ni el doctor Guerrero, ni Luis Valdés lograron explicar el por qué dos empresas (SabiaPharma y Corporación Men-Del), en el momento de adjudicar el contrato de UNAERC en Escuintla, ocupaban exactamente el mismo lugar.

“Es algo muy difícil de entender”, dijo Guerrero, luego de evadir varias veces la posible relación entre SabiaPharma, Men-Del y la doctora del Cid. “El proveedor solo nos brinda apoyo técnico, no necesariamente debe estar en las instalaciones de UNAERC en Escuintla”, justificó Guerrero.

 Más pragmático, Valdés, el ejecutivo de SabiaPharma a cargo de los servicios de UNAERC en Escuintla, indico que la empresa evaluó el panorama, revisó los concursos en Guatecompras, habló con el Hospital Génesis, y pensó: “si salíamos adjudicados, pagábamos la renta (por uso de las instalaciones del Hospital Génesis). Como sí salió, empezamos a trabajar”.

—¿SabiaPharma nunca ha realizado servicios de hemodiálisis, no lo indica su patente de comercio? —se cuestiona al ejecutivo de Sabiapharma.

—Nuestra apuesta es crecer, es ganar. En este momento está en trámite en el registro mercantil la razón social para brindar el servicio de hemodiálisis.

—¿Cómo es posible que SabiaPharma ganara un concurso de UNAERC entonces, sin que su patente especifique el servicio de hemodiálisis?

—Nosotros cumplimos con todo lo legal. Participamos. Ganamos. El servicio ha sido bien brindado a los pacientes a lo largo de todo este tiempo —responde Valdés. Al mismo tiempo niega cualquier vínculo entre SabiaPharma y Men-Del.

A la fecha, los pacientes renales de Escuintla no han presentado quejas sobre el servicio de SabiaPharma, como enfatiza el doctor Guerrero. Pero las suspicacias permanecen en cuanto a la forma en que se adjudicó el negocio.

A pesar de todo, lo mismo

En fechas en que organizaciones como Acción Ciudadana, o la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), denunciaba el fraude de los contratos entre el IGSS y la Droguería PISA de Guatemala, la junta directiva de UNAERC, con más de 6 mil kits de SabiaPharma no utilizados en Escuintla, resguardados en una bodega de la zona 18 y alquilada por más de Q60mil, según los hallazgos de la CGC, se atrevió a lanzar un nuevo concurso para adquirir nuevos kits de hemodiálisis para abastecer su sede de Escuintla. Esta vez UNAERC solicitaba 12,960kits. La CGC lo señala en su informe, y recalcaba, de nuevo, “la mala planificación de compras”.

Tras la auditoría de la CGC de este último requerimiento de kits, UNAERC desistió y anuló el evento en Guatecompras. La CGC nunca presentó una denuncia formal por estas anomalías, salvo multas a los directivos de UNAERC, quienes  se han negado a pagar por considerar, como señala Guerrero, que no se ha hecho nada malo.

Los 14,040 kits de UNAERC Escuintla se terminaron finalmente en junio de 2015. A partir de entonces, sin más ofertantes, las compras directas de kits han beneficiado de nuevo a SabiaPharma. Esta vez por montos exactos de Q89, 989, para evadir la realización de eventos de cotización (con más de un oferente) que deben llevarse a cabo, según la ley, cuando el monto de compra es superior a los Q90mil.

“Lo importante es abastecer la unidad en Escuintla”, justifica el administrador de UNAERC. “Tuvimos que hacer compras directas, menores a Q90 mil, porque de qué otra forma podíamos seguir brindando el servicio... Además de esto los pacientes pusieron un amparo, para asegurar su tratamiento. Ante ese marco legal, teníamos que continuar”, dice Guerrero con tranquilidad, a pesar de haber fraccionado más de seis compras para beneficiar a SabiaPharma.

A la fecha, la UNAERC ha publicado un nuevo concurso de licitación para mantener con vida su sede en Escuintla. La historia se repite. No importan las inconformidades, las posibles denuncias penales, las auditorías internas de la CGC, los exámenes especiales del MSPAS, los señalamientos de la sociedad civil. Nada impide que SabiaPharma, como única oferente, continúe siendo la gran ganadora. Esta vez, a finales de julio de 2015, ha ganado Q5,179,356.00 por la compra de  18,360 kits que serán aplicados en Escuintla en los próximos meses.

“Es un ejemplo más de cómo las empresas buscan a los pacientes más vulnerables, y en torno a ello, lucrar, hacer negocio”, dice Eddie Cux de Acción Ciudadana. “Son pacientes terminales, con altas probabilidades de fallecer. ¿Cómo garantizar la salud de estos pacientes con compras directas? ¿Cómo defenderse si algo sale mal, en una licitación, en un contrato arreglado, ante el Estado?”, agrega.

En tan solo un año, según datos del MSPAS, 28 pacientes de insuficiencia renal crónica han fallecido en la UNAERC de Escuintla. El MSPAS no detalla la causa de la muerte de estos pacientes. Tampoco se habla de quejas por parte de los enfermos. El pronunciamiento del MSPAS, hasta el momento, sobre lo que sucede en la UNAERC de Escuintla, como indican en su oficina de comunicación social, es únicamente que tienen previstas nuevas auditorías.

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