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¿Una nueva representación indígena?

“…creemos firmemente que la actual generación de ancianos ya son consejos viciados, cooptados, contaminados por el tráfico de influencias”.
“No nos definimos como autoridad. No utilizamos la vara tampoco. Decidimos no trabajar con varas. Pero algunos de los k’amalb’e que tenemos experiencia, que hemos trabajado con jóvenes con anterioridad, o que tenemos el respaldo de nuestras comunidades, las utilizamos de forma representativa”.
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¿Una nueva representación indígena?

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Hace dos años, algunos jóvenes de Guatemala se quisieron organizar, tener una voz, una conciencia política, entenderse en el panorama de su propia cosmovisión. Aunque no era algo consensuado con toda la juventud indígena del país, ni se había consultado a los ancianos de cada comunidad, ni representaban del todo todos los intereses de los jóvenes mayas, xincas o garífunas, el resultado es quizá un quiebre generacional. Una nueva representación que decidió autonombrarse Consejo de Juventudes Indígenas. Máximo Curruchich es uno de los ocho guías dentro de esta organización.

¿El propósito? Según Curruchich, radica en analizar, fiscalizar, denunciar y crear debate en torno a la actuación política de aquellos indígenas que, una vez en puestos claves dentro de las instituciones de Gobierno, “suelen olvidar sus orígenes y dejar fuera de sus agendas los temas de pueblos indígenas”.  

Pero ¿cómo funciona este nuevo Consejo? ¿Cuáles son sus críticas, sus formas de organización, y sobre todo su legitimidad? ¿Qué denuncian y por qué sus comentarios, a veces incendiarios, a través de las redes sociales como única forma de manifestación, tienden a ser incómodos para ciertos sectores indígenas? Presentaron uno de sus primeros manifiestos en un cometario del diario elPeriódico.

Se ha generado un debate en las redes sociales, dentro de las juventudes del país, en torno a su representación. Curruchich explica cómo el Consejo de Juventudes Indígenas obedece a una forma de empoderamiento, y aunque no representan autoridad, fundamentan su existencia como una analogía a las alcaldías indígenas de Guatemala. También, dice, les hacen una llamada de atención.

¿Por qué consolidar un Consejo de Juventudes Indígenas?

Cuando se pensó en crear un Consejo de Juventudes se tuvo en cuenta lo incluyente. Hablar de una sola juventud en nuestro país sería un error. Guatemala, al ser multicultural, se constituye de varios pueblos indígenas: maya, xinca y garífuna. Antes de una coordinación, lo que se priorizó fue el retomar la palabra de la forma ancestral de un consejo. Se tomó dos años para el análisis de la estructura. La idea inicial de la organización surgió a partir de un taller en la antigua Guatemala. El seminario, dirigido en aquel momento (2010) por Miguel Ángel Balcárcel, se titulaba “Liderazgos Políticos y Sociales de las Juventudes Mayas para el Desarrollo Humano”. Lo organizaba la Dirección Regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para América Latina y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Lo que trata el Consejo, desde entonces, es consolidar un semillero de actores políticos.

Entonces, ¿el Consejo de Juventudes Indígenas también fue el producto de un consenso, de largo plazo, bien pensado, dado entre todas las comunidades indígenas del país?

No, no. Es una organización creada por jóvenes. Se optó por ello evitando una forma convencional de agrupación porque queríamos evitar la cooptación, como hemos visto en otras coordinaciones, por parte de partidos políticos o sectores económicos o de poder. 

¿De qué forma está integrado el Consejo de Juventudes Indígenas?

Se pensó análogo al funcionamiento de las alcaldías indígenas. No queríamos una jerarquía –presidente, vice presidente– para que no fuera una sola persona la que tomara la voz y representara a todo el Consejo. Queríamos que todos los grupos indígenas tuvieran representación. Por ello se optó por trabajar con un consejo de principales. Un principal q’eqchí, otro k’iche’, un garífuna, además de un xinca…

Hoy se tienen delegados 20 principales y ocho k’amalb’e (líderes): cuatro guías hombres y cuatro guías mujeres. Tenemos presencia en 67 municipios.

¿Es decir que trabajan con el permiso de los ancianos?

Trabajamos asesorados por los ancianos. Ellos nos cuentan, por ejemplo, la forma en que se estructuran las alcaldías indígenas. Algunos ancianos escogieron delegados para que fueran parte del Consejo de Juventudes.

Una alcaldía indígena representa autoridad. ¿Ustedes, en la analogía a las alcaldías, son autoridad? ¿Utilizan las varas de autoridad dentro del Consejo?

No nos definimos como autoridad. No utilizamos la vara tampoco. Decidimos no trabajar con varas. Pero algunos de los k’amalb’e que tenemos experiencia, que hemos trabajado con jóvenes con anterioridad, o que tenemos el respaldo de nuestras comunidades, las utilizamos de forma representativa. Es una forma de identificar a las personas tomadoras de decisiones, siempre con el aval de los principales del Consejo.

¿Pueden ser mencionados los cuatro guías hombres y cuatro guías mujeres que representan el Consejo de Principales?

Gerardo Guarquex, de Sololá. César Morales de Chichicastenango, Quiché. Román Castellanos, de Cobán, Alta Verapaz; luego estoy yo que soy de Chimaltenango. Por las mujeres: Magda Tomás, de Huehuetenango; Paulina Tzunum de Totonicapán. Y otras dos compañeras, una de Chichicastenango y una de Quetzaltenango. Hay k’iche’s, q’eqchíes, mam, garífunas, xincas y kaqchikeles representados en el Consejo de veinte principales.

¿Por qué la primera publicación de manifiesto de su organización fue hecha en el comentario de una nota de elPeriódico?

Fue debido a una coyuntura. La coyuntura del año electoral del año pasado.

La mayoría de organizaciones sociales se cohesiona en torno a reivindicaciones claras y sentidas. ¿Es lo mismo para el Consejo de Juventudes Indígenas?

Bueno, nosotros partimos de un análisis o una evaluación de las personas indígenas que han ostentado un cargo público y que, tras tener un puesto de poder, se han olvidado de atender el tema de pueblos indígenas en sus agendas. A partir de ello, nuestra intención es capacitar, dar herramientas necesarias para abordar temas en relación a pueblos originarios y formar jóvenes que algún día van a ocupar un puesto en el Estado; que no olviden su identidad y cosmovisión.

¿Identifican intereses comunes en los jóvenes indígenas del país?

Retomar el sentido comunitario es una de ellas. Una lucha frontal en contra del racismo es otra. Se hace énfasis en los derechos específicos de los pueblos indígenas. Pero también hemos identificado intereses puntuales para los grupos que representamos. Los jóvenes kakchiqueles quieren estudiar, llegar a la universidad. Crecer y migrar es uno de los fenómenos que más se da en la comunidad mam. Los k’iche’s quieren estudiar y desarrollar el comercio. Y a los jóvenes q’eqchíes lo que más les interesa es el empleo.

¿Cómo saben, como Consejo, que en verdad representan a las juventudes indígenas del país?

A nivel comunitario intentamos trabajar al mismo nivel de las alcaldías indígenas. En este sentido también hemos intentado crear jurisprudencia. Sin embargo, es algo que toma mucho tiempo. Este Consejo de Juventudes está pensado en que será el próximo Consejo de Ancianos de aquí a treinta años.

Una de las grandes discusiones internas que hemos tenido dentro del consejo, luego de meditarlo y hablarlo, es que creemos firmemente que la actual generación de ancianos ya son consejos viciados, cooptados, contaminados por el tráfico de influencias. No quiere decir que no reconocemos a los Consejos de Ancianos, sino que a partir de estos antecedentes, sin pelear con nadie, vamos a empezar una articulación. Las generaciones anteriores aportaron mucho en su momento histórico. En el sentir comunitario se tiene la creencia que la fuente de sabiduría son los ancianos. No es que queramos deslegitimarlos, pero un consejo de ancianos que dice que ellos son el consejo, muchas veces ni es reconocido en sus comunidades.

¿Pero cómo son reconocidos ustedes?

Dentro del Consejo de Juventudes le apostamos al cambio de estafeta. También dentro del Consejo de Juventudes se da el cambio de estafeta. Como lo vemos es que sea un retomar de las dinámicas sociales de nuestros pueblos. No es que se desligue por completo de lo que ya existe.

¿Eso no es un irrespeto a la autoridad? ¿Qué sucedería con el traspaso de las varas como símbolos de liderazgo?

Por eso mismo es que no trabajamos con las varas. De lo contrario habría varias varas en las comunidades. Lo que decidimos para los k’amalb’e dentro de nuestra organización es que se empiece a trabajar desde el Consejo de Juventudes Indígenas, pero al mismo tiempo, cada uno busque trabajar como autoridades dentro de sus propias comunidades. No es que el Consejo designe autoridades. Sino que cada comunidad decida quién porta la vara y a quienes designa como autoridad. En nuestro caso el Consejo funciona como una escuela de formación de líderes.

Sin embargo, ¿funcionarían como un poder paralelo a las autoridades comunitarias?

No. Pretendemos que las personas del Consejo estén bien preparadas. Que conozcan y manejen cuestiones legales. Creemos que las leyes son clave para entender el desarrollo de nuestros pueblos.

¿Qué es el Consejo de Juventudes Indígenas, entonces?, ¿una crítica?, ¿una llamada de atención a las autoridades indígenas?

Así es. Por eso hacemos señalamientos de todo tipo en relación a los pueblos indígenas.

¿Cómo se sostiene económicamente el Consejo de Juventudes Indígenas?

Contamos con un aporte, un aporte fijo que viene de nuestros integrantes. Nos sostenemos con nuestros propios bolsillos. Algunos aportan Q10 al mes, otros mil, depende de cada uno.

¿Qué opinan de los espacios de validación que no podrían existir de otra forma sino a partir de la  Cooperación Internacional?

En nuestro caso trabajar sin respaldo internacional fue algo consensuado. Dejamos la puerta abierta para fondos, pero de momento trabajamos de modo independiente. Se decidió así porque muchas instituciones internacionales hacen su marca con organizaciones nacionales. Partimos de un estudio que realizó uno de nuestros compañeros en donde se analiza la cantidad de dinero que llegó a Guatemala luego de la firma de la paz. Todo ese dinero, una inmensa cantidad, se dilapidó y no llegó a donde tenía que llegar. Por eso nosotros trabajamos sin recurrir a ayuda internacional.

¿Qué es, desde la perspectiva del Consejo, lo que denuncian como utilización y folclorización de las culturas indígenas en contextos políticos?

Cada partido político que ha llegado al poder acarrea a sus propios indígenas. Nosotros recordamos, por ejemplo, a Otilia Lux; la forma en que llegaba a las comunidades como Comisionada del Esclarecimiento Histórico y lloraba con los relatos de las víctimas; unos meses después era la Ministra de Cultura del FRG (Frente Republicano Guatemalteco). Esta es una de las cuestiones que queremos evitar: que cada gobierno le ponga un precio a nuestras formas de organización.

La forma en que los gobiernos han usado el tema indígena, desde el Consejo lo identificamos como una “politi-folclorización”. Es un uso de la cosmovisión sin consulta a los pueblos originarios. Es una crítica que hacemos también a las embajadas. Por ejemplo, Noruega, Suecia o Dinamarca han utilizado a indígenas no sólo como folclor sino como agentes políticos.

¿Ustedes existen únicamente en las redes sociales?

Por ahora estamos en redes sociales y en una revista digital que se llama editorialgt.com

Sus comentarios en las redes sociales suelen ser denuncias, señalamientos, muy pocas propuestas. ¿De qué manera se evalúan y se da tratamiento a los temas que exponen en su espacio de discusión?

Cuando la información procede de un medio se cita la fuente. Cuando son pronunciamientos propios, la publicación se coteja entre dos o tres personas del Consejo. Una de nuestras condiciones como Consejo es no llegar a la confrontación, no responder a las provocaciones. Somos veinte personas encargadas de la página.

¿Qué pretende el Consejo a partir de sus publicaciones?

Es una forma de K'ixba'l' (vergüenza). El señalamiento público es algo que deja marca. En el sentido comunitario cualquier actitud fuera de lugar debe denunciarse. Un robo, por ejemplo, tras la denuncia pública quedará la vergüenza. Es lo que hacemos a través de nuestras publicaciones. Señalar para que dé vergüenza al que hizo algo incorrecto.

¿Cuál es su opinión con respecto a las polarizaciones políticas y espontáneas que se dan en torno a los temas que el Consejo expone en su plataforma de comunicación?

Hasta cierto punto la polarización la vemos como algo normal en un país como Guatemala. Pero nos sirve para ubicar, o monitorear, el nivel de racismo que existe en el país. Un análisis que nos interesa realizar.

¿Por qué indican que algunos de sus miembros pertenecen a partidos políticos?

Ha habido conflicto en entender nuestra estructura. No tenemos una ideología de izquierda ni de derecha. Tenemos compañeros de Viva, de Líder, de comités cívicos, de Winaq, de URNG, de la UNE. Cualquiera puede opinar, dentro de partidos políticos, de manera personal, pero dentro del Consejo la postura es apolítica.

Lo que sí se busca desde el Consejo es que esta participación política tenga en cuenta los intereses de los pueblos originarios y que por ello nuestros integrantes no sean vistos como ocupadores de puestos decorativos. Fiscalizamos a nuestros compañeros en ese sentido.

¿Consiguen acaso manejar un discurso que no se radicalice, o se perciba como fundamentalista, incendiario?

Al momento de publicar se piensa como una comunicación interna del Consejo, a la vez, de modo colateral, informar a quiénes se encuentran en nuestra red de contactos sobre algo que está sucediendo. Primordialmente la función de estas publicaciones es informar. Corroboramos la información con llamadas cada vez que presentamos una alerta, por ejemplo, cuando se dan atentados en contra de algunos líderes comunitarios. Al principio era más espontáneo, pero de momento estamos madurando la forma de administrar nuestras publicaciones.

¿Cuál es la propuesta de fondo del Consejo de Juventudes Indígenas cuando se dé la posibilidad de que sus integrantes lleguen a tener un cargo público?

El Consejo, como te digo, debe verse como una escuela de formación política. Y los que han llegado a ocupar cargos públicos, como Juan Salvador en Santa Cruz Barillas (Concejal municipal de la UNE durante el Estado de Sitio de marzo pasado), en Huehuetenango, sirven de enlace para que el Consejo de Juventudes Indígenas reaccione como apoyo cuando ocurre algo grave. Es decir, el vínculo no se pierde como tampoco se intenta incidir desde  el puesto que algunos han logrado personalmente.  

¿Qué significados encuentra el Consejo de Juventudes Indígenas dentro de la actual forma de Gobierno en Guatemala?

Nosotros hemos denunciado que en este Gobierno vemos un retroceso para las luchas sociales. Nos queda hacer un monitoreo en cuanto a Derechos Humanos, como también evaluar el tratamiento a las condiciones de los pueblos indígenas. De momento nuestros estudios están enfocados a la jurisprudencia, al convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo. También tenemos especial atención a las reformas constitucionales que plantea el ejecutivo. En diciembre se realizará una asamblea nacional del Consejo. Publicaremos nuestras posturas con respecto a varios temas de coyuntura, como la represión del ejército en contra de los 48 cantones de Totonicapán. En cada Gobierno que pasa, el Consejo de Juventudes Indígenas se va complementando en cuanto al abordaje y tratamiento de los intereses comunitarios frente a las políticas de Estado.

Nota: Esta entrevista fue grabada. El audio puede ser oído y descargado aquí.

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