Sin menoscabo del gran esfuerzo político que organismos como el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) representan, el tratado de libre comercio con México sienta las bases para que, a partir de un mercado más dinámico de bienes y servicios, se profundice dicha integración. No obstante, problemas propios de la región amenazan el proceso seriamente.
La existencia de tratados comerciales bilaterales entre México y los países centroamericanos (Guatemala, El Salvador, Hondu...
Sin menoscabo del gran esfuerzo político que organismos como el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) representan, el tratado de libre comercio con México sienta las bases para que, a partir de un mercado más dinámico de bienes y servicios, se profundice dicha integración. No obstante, problemas propios de la región amenazan el proceso seriamente.
La existencia de tratados comerciales bilaterales entre México y los países centroamericanos (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) había impulsado notoriamente el valor del mercado regional en los últimos años. Por ejemplo, en el caso del tratado de libre comercio entre México y Guatemala, el valor del intercambio comercial entre ambas naciones se acrecentó en un 256 %, aproximadamente, en un lapso de 10 años (2001-2011). De igual manera, el comercio entre Centroamérica y México se multiplicó casi cuatro veces en el mismo período con la puesta en marcha de los instrumentos comerciales que México ostenta con cada nación (datos de OMC/Proméxico).
Lo anterior da cuenta del potencial de la región como bloque comercial al aprovechar ciertos factores —tales como la cercanía geográfica— que sin duda abonarán a las ventajas comparativas de la zona y favorecerán el desarrollo de las economías de escala. La eliminación de aranceles para la mayoría de los productos, la flexibilidad de las reglas de origen y el énfasis que el tratado otorga a la inversión y al desarrollo de infraestructura afirman la intención de reducir costos de transacción que permitan una cooperación más transparente y ordenada, con impactos positivos para el desarrollo mismo de la región. En corto, una integración pragmática y perdurable, independiente de ideologías que puedan poner en peligro el dinamismo económico esperado.
Sin embargo, un tratado de esta naturaleza no puede verse como la panacea. El desarrollo de la región centroamericana y la profundización de su integración no solo dependen de acciones que los Gobiernos tomen de manera unilateral, sino de la cooperación y la coordinación conjuntas. De ahí la importancia de dar cauce a políticas regionales que hagan frente a flagelos comunes, temas que constantemente amenazan con mermar el entendimiento y el ánimo de integración entre México y Centroamérica. En particular, el crimen organizado —que implica una importante red internacional de tráfico de estupefacientes y trata de personas, principalmente—, la violencia generalizada, la migración y el incipiente desarrollo económico se muestran como los ápices de la relación entre ambas partes.
En este escenario, la recién celebrada XI Reunión de la Comisión Binacional Guatemala-México ha generado acuerdos precisos que advierten con impactar positivamente en el resto de los países centroamericanos. Acuerdos que versan sobre el mejoramiento de la infraestructura fronteriza y la creación de grupos ad hoc para la administración de temas prioritarios, principalmente, son muestra fehaciente de la voluntad política que permea entre los líderes de la región —en este caso, Guatemala vista como la puerta natural de México a Centroamérica—.
La agenda regional es amplia, los temas son profundos y sus implicaciones conllevan grandes cargas de responsabilidad tanto para México como para Centroamérica. El tratado de libre comercio México-Centroamérica se muestra como un instrumento que subraya, de manera pragmática, la necesidad de conformar una zona próspera y común. Sin embargo, será tarea de los Gobiernos involucrados seguir impulsando el desarrollo conjunto valiéndose de herramientas como esta. El objetivo es beneficiar el entendimiento y los intereses mutuos paliando los azotes que obstaculizan la integración.
*Licenciado en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y diplomático mexicano adscrito en Guatemala.
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