Una decisión que marca nuevas tensiones

Esa resolución motivará todo un sinfín de reacciones. Los oficialistas prepararán acciones legales, denuncias de parcialidad, rechazo a la autoridad electoral y toda una serie de presiones ante las instancias que quedan por delante. La tienen cuesta arriba; el tiempo en contra y el rechazo generalizado a sus acciones desesperadas del pasado martes 28, conforman una realidad difícil de superar. Para los opositores, esa decisión les queda como anillo al dedo. Los patriotas ven cercana la posibilidad de ganar en primera vuelta, aunque al salir de la cancha su principal rival una parte de su intención ahora favorable podría disminuir (los votantes anti-Sandra); los partidos del pelotón de persecución emprenderán una lucha sin guardia para ver quién podría ocupar la añorada segunda posición; los otros partidos podrían aumentar sus intenciones de votantes. La lucha en contra de la candidata del oficialismo ve así consumada su cruzada, como si con ello se cambiara el rumbo del país.

La siguiente etapa consistirá en hacer intervenir al pleno de magistrados de la institución electoral. Aunque lo ideal sería esperar que esa instancia actúe en forma unificada con buen nivel de cohesión, la realidad indica lo contrario. La presidenta de ese organismo se enfrenta a los otros cuatro magistrados. Se trata de una relación4 a1, donde el bloque mayoritario daría paso a la candidatura oficial. En cualquier caso, los niveles de vulnerabilidad electoral aumentan y ponen en circunstancias difíciles la llegada al Día D.

Los días que tenemos por delante serán más calientes. El ambiente se tensa a su máxima temperatura. Los antecedentes no ayudan para nada. A lo largo del primer semestre, importantes decisiones se han tomado al margen de la legalidad (divorcio presidencial, caso Portillo, por ejemplo). El contagio es una tentación. Eso debe resolverse a la brevedad, para no revolver las aguas.

Aprobar o no la candidatura oficial pasa a un segundo término. Lo relevante está en cuánto tiempo durará el impasse y cuál será el nivel de desgaste institucional. En el medio están los actores que gozan y aprovechan esos vacíos para objetivos que solo enturbian un proceso, que desde hace meses presenta varios espacios de opacidad.

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