Por ejemplo, Roberto Ardón, director ejecutivo del Comité Coordinador desde hace 20 años, se declaró revolucionario hace unos meses (quizás quería decir “rebelde”) y esta misma semana lanzó un mensaje de alerta en contra del neo-corporativismo (grosso modo, esa forma de hacer política en la que los sectores y las corporaciones tienen un asiento reservado en las mesas en las que se toman o aconsejan decisiones del Estado).
Otro ejemplo: CACIF recoge en su sitio web un artículo de María Alejandra Morales (pluma de una Sociedad de Plumas de la que también es pluma Ardón) sobre las mutaciones del nefasto sistema patrimonialista que le ha dado forma a la política y a la economía de Guatemala en los últimos siglos.
Explica Morales con tino: “El sentimiento de ver en el Estado una fuente segura para la creación de riqueza se mantiene vigente en nuestros días. Todos quieren acceder a estas concesiones y privilegios que el Estado otorga; el hecho de que hay más fuentes de demanda solo se adecúa a lo que es el sistema patrimonial de la época actual. En esencia, el modelo sigue siendo el mismo; solamente ha aprendido a sobrevivir a través de los años, obedeciendo a la nueva era de apertura democrática, que simula la inclusión de nuevos actores dentro de un aparato amplio de burocracia de corte patrimonialista. Nuestra sociedad política es patrimonial, los actores que se organizan con objetivos políticos tienen como fin ulterior acceder a parte de las oportunidades de enriquecimiento que ofrece el Estado.”
Nuestra interpretación es que estos textos son esperanzadores y epifánicos, y el hecho de que CACIF los republique o acepte que su duradero director ejecutivo exprese esas ideas en público sugiere una evolución. Bastaría afinarlos un poco en una lectura menos parcial de la historia reciente, desde 1957 en que nace CACIF en adelante, para que cumplieran su función transformadora.
Sabemos que los ejecutivos son gente muy ocupada. Por eso, aquí va una brevísima y nada exhaustiva lista de libros que deberíamos conseguir en la colecta:
1. La política de las políticas públicas.
En realidad, no es necesario entregar todo el informe que elaboraron el BID y Harvard en 2006. Bastaría con trasladarle al CACIF el recuadro de la página 104. O incluso sería suficiente con estas líneas: “El sector empresarial influye en la formulación de políticas en toda América Latina, pero en ningún lugar tanto como en Guatemala. […] La capacidad de las empresas guatemaltecas para influir en el PFP (proceso de formulación de políticas) se debe a que es el sector mejor organizado del país y lo ha sido desde la época de la colonia, cuando el poder estaba en manos de los grandes terratenientes y comerciantes.”
2. El ascenso de las élites industriales (1871-1994), de Paul Dosal.
En él, Paul Dosal describe, con documentación minuciosa, el papel del CACIF y del empresariado en cómo una parte importante de la élite económica del país hizo crecer sus fortunas y negocios con el apoyo del Gobierno, y en detrimento de otros competidores. Una lectura anti-patrimonialista y anti-corporativista de este proceso les mataría de la risa.
3. Los dominios del poder: la encrucijada tributaria, de Mayra Palencia y Fernando Valdéz.
Para ahorrar tiempo pueden saltar a las conclusiones, en la página 413. Las dos primeras dicen: “El Liderazgo Empresarial ha preferido participar en las políticas (policies) y específicamente en las arenas de políticas tributarias, monetarias, cambiarias y comerciales, y notablemente menos en la política (politics) como lo documenta la investigación. Las razones evidentes son los costos desmesurados que la participación en uno u otro espacio les representa respecto a lo que pueden lograr. […]
2. La investigación documentó lo que afirman las encuestas y el sentido común: en materia de determinación de impuestos, el poder está en las élites económicas, cuya parte formalmente organizada (CACIF y sus cámaras) pudimos registrar como la más influyente.”
4. La historia tributaria de Guatemala, de la Superintendencia de Administración Tributaria (elaborada por ICEFI).
Del capítulo 4.2 en adelante se recoge la relación del CACIF con la política tributaria del país. Cuando lo lean, van a alucinar.
5. Rendición de Cuentas, de Juan Alberto Fuentes Knight.
Lo que relata el ex ministro de Finanzas sobre la relación entre la patronal y los grandes empresarios con las políticas del Gobierno de Álvaro Colom es tan reciente que no sabemos si ya es del corporativismo y patrimonialismo neo o todavía lo podemos considerar del viejo.
6. El Pecado Original del Sistema Financiero Guatemalteco: Una Junta Monetaria Corporativista, de Carlos Mendoza.
Mendoza denuncia “los problemas de contar con una Junta Monetaria corporativista, en la que el sector empresarial organizado en el CACIF y, especialmente, el sector bancario nacional, cuentan con el dominio en las decisiones más trascendentales en materia de políticas monetaria, cambiaria y crediticia.”
Estas palabras le sonarán al CACIF como una revelación desagradable. Seguro que a la luz de sus nuevas ideas anti-corporativistas, ahora estallarán las discusiones internas sobre la necesidad de abandonar la JM.
7. Guatemala: ¿una economía al servicio del desarrollo humano?, elaborado por el equipo del Informe Nacional de Desarrollo Humano.
Dice en la página 474 que “entre 1986-2007, las élites económicas han tenido una influencia decisiva sobre los énfasis y prioridades de las políticas públicas y en la calificación genera de la gestión de los gobiernos civiles. Agregado a su poder económico tradicional (ampliado durante este periodo por el control de varios servicios públicos estratégicos, antes estatales), han aprendido a tejer formas de control político e irradiación ideológica, útiles en épocas de reacomodo de los procesos de acumulación, pero insuficientes para inducir sus éxitos como frutos que puedan ser aprovechados extensivamente por la comunidad nacional para el desarrollo”
8. Guatemala: Petróleo y Minería en las Entrañas del Poder, de Luis Solano.
Luis Solano documenta la evolución de estas actividades y describe cómo han sido facilitadas por la captura empresarial de porciones del Estado.
Al final de los artículos de Ardón o promocionados por el CACIF emerge el malestar por que la sociedad civil, o los grupos que defienden la presencia de mujeres o de indígenas en la toma de decisiones públicas, pretendan ganar terreno. Por eso, cualquier malintencionado podría pensar que la patronal, al darle vida y realce a estos discursos, está reaccionando como un animal acorralado, que patalea y embiste en defensa de lo que considera que es suyo. Que todo se debe a su interés de desacreditar a los actores que, con tácticas más democráticas en unos casos y menos en otros, están erosionando su poder y logrando espacios que antes la patronal monopolizaba.
Pero esa interpretación pasa por alto que durante sus casi 60 años de historia, el Comité Coordinador ha buscado siempre el bien de la nación, sin poner nunca por delante su propio interés. O dicho de otro modo, pasa por alto que los demás, todos sin excepción, las mujeres, los indígenas, los campesinos y los estudiantes son grupos que buscan influir de forma indebida, mientras que CACIF es Guatemala y Guatemala es CACIF.
Nota: Si usted quiere ser partícipe de este cambio de primer orden, por favor, no deje de plantear en los comentarios las lecturas que le recomienda.