Al parecer, está en nuestra genética el sentimiento de masoquismo. Después de caer nuevamente en nuestra clasificación a un mundial, pareciera que se ha vuelto costumbre el asistir al estadio, apoyar a la selección y quedarnos con las manos vacías. Y me atrevo a decir esto aunque me duela en el alma, sobre todo después de que los mexicanos nos robaron la oportunidad de ir a nuestro primer mundial en el 2006. Aunque no sé si culpar a los mexicanos, a los trinitarios o a nosotros mismos por permitir que se llegara a esa instancia donde estuvimos expuestos a que estos ladrones nos afectaran. Pero bueno, en conclusión, fue un tropiezo más, como el que acabamos de tener.
Hablo de masoquismo porque no entendemos que mientras sigamos haciendo las cosas de la misma manera, no podemos esperar resultados diferentes. Seguimos improvisando, seguimos apostando a la selección mayor, seguimos con nuestra paupérrima liga, seguimos con los mismos directivos, seguimos con lo mismo. Y así seguirá, hasta que no entendamos que debemos hacer las cosas diferentes, y ¡ojo! Que no digo hacer las cosas bien, sino que diferente. La gente ya está aburrida de presenciar lo mismo, y no hay alguien que nos ofrezca algo diferente. Obviamente sería un éxito hacer las cosas bien, diferente y que nos dé resultados que todos esperamos. Pero para tener eso, ¿qué necesitamos?
Primero que todo, debemos mejorar el nivel de nuestra liga. El mejor momento de la selección nacional fue cuando nuestra liga estuvo en su punto más alto y podíamos competir con equipos de otros países en el área. ¿Por qué no entendemos que nos estamos quedando atrás? Los ticos, los panameños y los hondureños tienen mejores canchas que las nuestras, las condiciones de trabajo y de espectáculo son mejores. Apuestan a sus ligas menores, el verdadero semillero de cada equipo y de la selección. Acá nos llenamos la boca con el término “canterano” importado de cómo los españoles se refieren a sus ligas menores.
No entendemos que así como hay cursos de entrenador, evaluaciones continuas a los jugadores en lo físico, técnico y táctico; también necesitamos tener cursos para directivos. Que echen a andar planificaciones estratégicas que permitan que nuestro futbol se desarrolle y por consiguiente, sea un negocio para ellos mismos.
Y sí, comparto lo mismo, es muy fácil el sentarse y escribir, así como es fácil hablar con el amigo o compañero de trabajo y dar mil soluciones a nuestro futbol. Nuestras soluciones, con nuestro reducido conocimiento en lo futbolístico, administrativo y mercadológico.
Es triste ver nuevamente a la gente desmotivada por una nueva eliminación. Es triste para uno de jugador el dar el 100% de nuestras capacidades y nos damos cuenta que no es suficiente. Todo ese trabajo, capacitación, entrenamiento al cual somos sometidos no alcanza para darle esa alegría a la gente. Entonces vemos, que ni jugadores ni aficionados tienen la culpa. Y no es de buscar culpable, si no más bien es señalar los responsables de las riendas de nuestro futbol.
Nuevamente, si la cabeza esta mal, el cuerpo no responde. El cuerpo, en el futbol chapín, somos todos (jugadores, afición, medios) y dependemos de lo que nuestras autoridades determinen sea el mejor camino a seguir.
Regularmente los tropiezos son los mejores profesores en la vida, solo que en este caso, no aprendemos de los tropiezos futbolísticos.
Más de este autor