El fotógrafo español Santiago Albert llegó a Guatemala un 14 de febrero de 1996. Al siguiente día empezó a fotografiar el país. Y casi 20 años después, decidió dar un paso más arriesgado, quizás más difícil. Más íntimo. Retratar a las personas con las que vive y convive. Un reto más complejo que el resto que ha tenido que tomar, según sus palabras.
Albert fotografió, y lo seguirá haciendo, a decenas de personas que reflejan la diversidad con la que interactúa cada día. Son nadies y t...
El fotógrafo español Santiago Albert llegó a Guatemala un 14 de febrero de 1996. Al siguiente día empezó a fotografiar el país. Y casi 20 años después, decidió dar un paso más arriesgado, quizás más difícil. Más íntimo. Retratar a las personas con las que vive y convive. Un reto más complejo que el resto que ha tenido que tomar, según sus palabras.
Albert fotografió, y lo seguirá haciendo, a decenas de personas que reflejan la diversidad con la que interactúa cada día. Son nadies y todos. Nadies para quien no conoce a los retratados, y todos para el mundo del fotógrafo. Le llamó a este proyecto: Retratos.
Es un paisaje de su Guatemala. Su paisaje, personal, de personas.
En las fotos está el panadero donde compra el pan, el colega fotógrafo, el jardinero, el mecánico…sus hijos, entre otros.
Al ver a los retratados el receptor puede hacerse una idea de quién es el que le devuelve la mirada, y las personas con quienes convive un fotógrafo.
“Fotografío seres individuales y atemporales. Miradas fuera de todo artificio, explica Albert. “Intentó retratar la humanidad de la gente, e ir a la intimidad de ellos a través de la fotografía. Retratarlos me permite retratarme a mi mismo. Al final este proyecto es un retrato de mi”, confiesa.
Cada fotografía lleva al expectador a un viaje imaginario. A decir de Santiago Albert es una invitación a viajar por cada retrato. Se puede intentar visualizar, incluso inventarse, el pasado de Ernesto, ese hombre de pelo blanco a quien se le dibujan líneas en el rostro. O bien, detenerse en el retrato de Mar, una niña, "e imaginar su futuro", añade el fotógrafo.