Sería también la última vez. En una decisión discrecional, y aprovechando que el entonces rector Carlos Alvarado Cerezo se encontraba en Corea del Sur, Carlos Camey, Ricardo Alvarado y Luis Felipe Irías, a través de una resolución gallo-gallina, le entregaron el padrón electoral a un representante de la Comisión Transitoria y Reguladora, cuando la ley orgánica y los estatutos de la AEU establecen que las autoridades universitarias no pueden entregarlo a ningún ente que no esté constituido legalmente y que no tenga facultades en la materia.
A 28 años del Agosto Negro, de aquella generación de estudiantes desaparecidos y asesinados que dejó trazado el camino legal [1], los estudiantes se apropiaron de su legado y respondieron con voluntad de victoria a la traición que se estaba orquestando. El feriado no apagó la indignación, y los sancarlistas defendieron lo que venían construyendo. El 16 de agosto hubo movilizaciones y asambleas internas para hacer un llamado a la unidad estudiantil. Ese día los responsables le llamaron «error involuntario» a lo que era una clara violación de la autonomía estudiantil. Los estudiantes y el bloque de representantes afines exigían su renuncia inmediata. Solo Luis Felipe Irías lo haría. El 17 de agosto, a dos días de las elecciones, la rectoría estaba repleta. Alvarado Cerezo giró desde Corea instrucciones a favor del proceso electoral de los estudiantes y siguió la sesión por streaming. Con el liderazgo de Rubén Velásquez (rector en funciones) y la férrea defensa del bloque de representantes partidarios de la recuperación de la AEU, después de una jornada extensa de ocho horas ganaron el pulso en el seno del Consejo Superior Universitario, que resolvió que el único proceso legal y legítimo era el organizado por el Consejo Consultivo Estudiantil Universitario. Al grito de «ni un paso atrás» y cantando «todos los estudiantes son son son / son son / son sorón son son son bien de a huevo, / son bien de a huevo», se celebraba la certeza de que habría elecciones abiertas, libres y democráticas.
Los días 19, 20 y 21 de agosto [2] se realizó el proceso con normalidad y alegría. El intento de la Transitoria de poner urnas paralelas fracasó. Participaron 14,664 estudiantes, que eligieron al Frente Estudiantil como el nuevo secretariado de la AEU con el 47.19 % de los votos y cumplieron así un compromiso que los sancarlistas teníamos pendiente con la historia. A un año de la recuperación de la AEU, la dirigencia estudiantil está conformada por jóvenes menores de 25 años, se ha pronunciado y movilizado en contra del #PactoDeCorruptos, ha publicado su primera rendición de cuentas, ha acompañado el proceso de reforma universitaria, accionó legalmente contra el sistema electoral universitario que viola los derechos políticos de prácticamente la mitad de la población estudiantil e intentó dignificar la Huelga de Todos los Dolores [3]. También ha impulsado una agenda con actividades académicas, culturales, políticas y de memoria histórica y se ha constituido en un aliado del movimiento indígena y campesino, de la defensa de los derechos humanos y de la generación de espacios libres de violencia contra la mujer.
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Lo que no significa que todo esté hecho. Hace falta profundidad y amplitud en el discurso, en la capacidad organizativa y en la presencia política de la AEU en los problemas universitarios y nacionales. Quizá uno de los mayores retos de la dirigencia y del movimiento estará en evitar la oenegización de un espacio político que debe ser estrictamente autónomo y estudiantil, sobre todo en estos tiempos en los que la cooperación internacional y las organizaciones no gubernamentales instrumentalizan, con o sin intención, los objetivos de las organizaciones sociales con el propósito de instaurar nuevos procedimientos o cambios institucionales en estructura o en maquillaje. Esto, en principio, no es negativo, pero puede resultar contraproducente para los principios y propósitos de una asociación estudiantil.
Serán buenas noticias para el país que se le continúe quebrando la mano a ese destino que la contrainsurgencia nos preparó. Como le cantaba el pueblo brasileño a la dictadura militar: «A pesar de ustedes, mañana será otro día».
[1] Aquella generación fue la que estableció, en la última reforma de estatutos de la AEU: «En caso de desintegración del comité ejecutivo, seis asociaciones, en consenso unánime, podrán asumir las funciones de este y presidir el Consejo Consultivo Estudiantil Universitario (CCEU)».
[2] Según el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, la persecución de miembros de la AEU en el Agosto Negro comenzó el 21 de agosto de 1989.
[3] Sin embargo, fue detenida por la violencia de los comités que lucran con el movimiento huelguero.
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