En nuestro caso, tal parece que en aras de proteger, todavía más, al sentenciado en primera instancia por genocidio, el sistema mueve sus piezas para enrocar la gestión.
Ya no tienen la mínima vergüenza. No se preocupan más por guardar las formas elementales. Con la certeza de que controlan los callejones de la impunidad, realizan una movida judicial. Primero, la Corte de Constitucionalidad (CC), inicia el laberinto judicial en el caso por genocidio contra Efraín Ríos Montt. Luego, el ...
En nuestro caso, tal parece que en aras de proteger, todavía más, al sentenciado en primera instancia por genocidio, el sistema mueve sus piezas para enrocar la gestión.
Ya no tienen la mínima vergüenza. No se preocupan más por guardar las formas elementales. Con la certeza de que controlan los callejones de la impunidad, realizan una movida judicial. Primero, la Corte de Constitucionalidad (CC), inicia el laberinto judicial en el caso por genocidio contra Efraín Ríos Montt. Luego, el Tribunal de Sentencia al cual envían el proceso, indica que tendría tiempo de incluir el caso en agenda, para abril de 2014. Sin embargo, esta semana notifican que la audiencia para inicio de debate se fija, en realidad, para enero de 2015.
Como si fuera poco todo lo actuado para desentenderse de la sentencia de culpabilidad en primera instancia, pese a que les significó vulnerar el sistema como tal, ahora buscan hacerse los quites con una jugada procesal. En este caso, abrir -por segunda vez y luego de haber sentencia condenatoria−, el debate por genocidio.
¿Cuál es la motivación? Por un lado, quizá buscan -ingenuamente-, que la demanda presentada por los querellantes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) quede sin argumento. Ingenuamente porque, las regulaciones de la CIDH se refieren al agotamiento de las vías internas no en los términos en los que la red de la impunidad supone. Es decir, esperar un siglo para que el caso llegue a sentencia en firme. Por otro, tal vez quieran esperar al cambio de autoridades en el Ministerio Público y por ello programan la audiencia para enero 2015.
De manera que al enrocar al octogenario general con movimientos cada vez más díscolos, siguen sosteniendo la muralla de impunidad aunque la misma evidencie tener grietas. Por ejemplo, en lo que se refiere a la CIDH; los mecanismos de aplazamiento, ambigüedad procesal y litigio malicioso que han reinado en este caso, constituyen claras evidencias de denegación de justicia. No hay dudas de que el sistema en este proceso ha funcionado para impedir el acceso de las víctimas a obtener resultados ante los crímenes que sufrieron.
De allí que las grietas del enroque se aprecien a la vista. Más que sostener la continuidad “normal” de un proceso judicial, la segunda apertura a debate representa tremendo agujero en el acceso a la justicia. El amarre de las piezas del sistema judicial, a saber desde la CC, jueces y magistrados comprometidos con la impunidad y ni qué decir de los bufetes del litigio malicioso, ha jugado a plenitud para enmarañar el caso y pretender así burlar a las víctimas en Guatemala y en los tribunales internacionales.
Pero, no todo enroque es exitoso. Cuando se abren grietas o flancos en el tablero, por más que el rey busque escaparse, muchas veces termina ahogado en su propio juego de huida, imposibilitado de evadir el jaque. Corriendo desde mayo para evitar la prisión a la que le envía la sentencia inicial, el General huye con jugadas que no le garantizan librarse del jaque en el que vive. Total, haga lo que haga, ni él ni sus alfiles, por más torres que le pongan para encerrarlo, escaparán del hecho que le llevó a ser condenado por genocidio.
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