Nada nuevo. De Marcos 10:25 («Más fácil es para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios») se ha dicho que se refiere a las agujas como ciertas puertas de los castillos medievales por donde podía pasar un hombre a pie, pero no en su cabalgadura.
Infeliz intento de agrandar el hoyo de ese delgado cuerpo metálico, terminado en punta, que utilizamos para coser o remendar.
Y de algunas tentativas similares quiero tratar hoy. Se repiten en escenarios europeos, latinoamericanos y nacionales.
En Roma, Vittorio Messori —escritor de temas católicos y de propensión izquierdista— arremete contra el papa denodadamente desde diciembre de 2014. No obstante el hecho de utilizar un lenguaje no tan agresivo como otros voceros de la derecha ultraconservadora, intenta, a todas luces, dañar la figura de Francisco de una manera tan ramplona que no se reconoce en él al autor de Hipótesis sobre Jesús.
Hipótesis sobre Jesús. Ah, qué librazo aquel. Una obra de respuestas quietas, limpias y científicamente argumentadas. Por ello nos preguntamos qué pudo haber sucedido con el otrora crítico de primera. Digo «nos preguntamos» aludiendo a quienes, durante el conflicto armado interno, pretendimos volvernos bibliófilos para escapar aunque fuera momentáneamente de la realidad. Fue en torno a Hipótesis sobre Jesús que un ateo, un librepensador, un evangélico y yo logramos encontrar puertos de contacto más que disensos en relación con los propósitos que, según creíamos, debían ser los fines de las religiones y de las Iglesias en el mundo contemporáneo.
Messori, Messori, ¿qué pasó contigo? El silencio me responde: «Cosas veredes, amigo Sancho».
En Centroamérica, un video de reciente cuño que contiene declaraciones de monseñor Jesús Delgado, en su momento secretario del arzobispo Arnulfo Romero, circula en las redes sociales como pan caliente. En este, Delgado indica que a monseñor Romero no le interesaba la teología de la liberación. Y los muñecos de ventrílocuo de las oligarquías centroamericanas han hecho todo un panegírico a una parte, solo a una parte, de tal declaración. La toral no está visibilizada. Jesús Delgado afirmó que Romero estaba adherido a la doctrina de la Iglesia. ¡Por supuesto! Diríase que Romero hizo que muchos estrenaran el Evangelio durante la guerra interna salvadoreña.
Monseñor Arnulfo Romero era una persona sencilla, alejada de problemas y, hasta cierto punto, de tendencia conservadora. Fue el contraste entre los horrores que le tocó atestiguar —porque sucedieron ante sus narices— y la verdad evangélica que un día de tantos, venturoso día, decidió ser voz de los sin voz.
Así las cosas, queden estos oficiosos portavoces —para no decir serviles voceros— con un palmo de narices. Porque es cierto: Monseñor Romero no era ni siquiera de tendencia izquierdista. Era un hombre de Dios apegado al evangelio.
¿Algo más, sus mercedes? Con gusto.
En Guatemala, personas que se dicen católicas, apostólicas y romanas (y mentirosas, diría mi abuela) alternan su rasgar de vestiduras cuaresmales con gastados discursos y malhadados argumentos en contra del salario mínimo. Propugnan, sí, por el estúpido concepto del salario diferenciado. En su abono debo reconocer que se han quedado calladas ante la reciente postura del papa Francisco con relación al salario justo. A él no se han atrevido a decirle retrógrado, panzallena, izquierdoso y un sinfín de epítetos que sí nos han espetado irrespetuosamente a quienes hemos protestado en contra de tamaña insensatez. ¡Claro! ¿Cómo van a perder sus lugares a la diestra de Dios Padre? (Así se lo creen).
«Esta doctrina del Salvador, que no se acomodaba a los sentidos ni al juicio del espíritu humano, le hizo perder muchos de sus adictos a quienes causó escándalo», plantea Emilio Moreno Cebada en su obra Historia de Jesucristo, sus hechos admirables, su predicación y su doctrina. De tal manera, no extrañe que a las personas de marras el Jesús histórico les signifique un Cristo incómodo; y nuestro actual pontífice, un papa fastidioso.
Ojalá les valga su próxima procesión.
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