Al leer el programa, me percaté que en las tres obras la mayoría de personajes son interpretados por el mismo elenco, en papeles de distinta importancia, para equilibrar sin duda el trabajo de cada uno. Ello denota un arduo trabajo de varios meses de preparación, y la excelente memoria de actrices y actores para aprenderse los extensos y a veces complicados diálogos que el autor llenó con sorprendentes y hermosas frases poéticas.
Fusilado por opositores políticos al siguiente día de iniciada la Guerra Civil Española, Federico García Lorca es sin duda uno de los mayores exponentes del teatro hispanoamericano del siglo XX. Sus obras han sido representadas en las mejores salas de teatro de esta parte del mundo y hoy por hoy son consideradas clásicas en su género.
En mi caso tenía mucho tiempo de no ir al teatro. Sin embargo, esta representación, pese a que encontré algunos elementos a los que les falta algo de trabajo, me conmovió en extremo. Sobre todo porque percibí el esfuerzo, la dedicación y el talento que existe en nuestro medio. Para mi gusto, y no soy crítica teatral sino una simple espectadora, hay algunas actuaciones de altura que es imposible pasar desapercibidas.
Por ejemplo, la joven actriz Brenda Santizo, quien interpreta a la Novia, representa su papel con gran naturalidad, mucha gracia, fuerza y convicción, a tal punto que su actuación es atinadísima e indiscutible. Ella hace pareja con José Mario Massella, quien interpreta a Leonardo, el antihéroe, que muestra pasiones desbordadas e incontenibles. Tiene una presencia imponente y los requiebros de su voz, que alcanzan las mayores vibraciones de la emocionalidad de su personaje, muestran lo contradictorio del mismo.
Por su lado, Dharma Morales, quien interpreta a la mujer de Leonardo, también muestra su talento en la interpretación de su personaje, cuyos desafíos incluyen el canto a capela de los versos lorquianos. Asimismo, destaca la actuación de Elvia Sanabria, quien interpreta a la Madre, y que hacia el final de la obra logra convencer y conmover por la fuerza de su actuación a tal punto que, desde la segunda fila donde estaba sentada, pude observar sus lágrimas genuinas en el desenlace de la tragedia.
Mi amiga, que suele asistir a toda clase de eventos culturales, me comentó con una tristeza que compartí, cómo hay miles de personas que asisten a cuanto espectáculo internacional se presenta, pese a que cobran entradas a precios exorbitantes, mientras obras de calidad de artistas nacionales, muestran su trabajo en salas casi vacías como la de esa noche.
Hay que reconocerlo: somos coherentemente malinchistas en todo. Entre otros muchos problemas, este también contribuye a que estemos como estamos.
Aún quedan tres fines de semana que podrían servir para ver buen teatro a un precio razonable. Las funciones de “Bodas de sangre” son los viernes, las de “Yerma” son los sábados, y los domingos corresponden a “La casa de Bernarda Alba”. Teatro de la UP, en la zona 1. Hay un parqueo cercano. No conozco a ninguno de los miembros de esta compañía teatral, aclaro, pero creo que vale la pena apoyarlos.
Ser artista y pretender vivir del arte en este país es casi una proeza, por no decir un acto de tremenda locura. Para quienes han apostado por esta forma de vida, mi respeto y felicitaciones.
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