Este formato televisivo es un éxito, tanto que su presupuesto ha aumentado mucho en los últimos años, o al menos eso concluyo al ver las locaciones, efectos especiales y calibre de actores que se encuentran en ellas. Las hay para todos los gustos: dramas de cualquier tipo, románticas, comedias, policíacas, de vampiros, de mutantes y cualquier otra cosa que se les ocurra.
A finales de los setentas, Carl Sagan, Ann Druyan y Steven Soter escribieron una serie de trece episodios donde se hablaba de ciencia –¡¿en qué cabeza cabe semejante cosa?! La llamaron “Cosmos: un viaje personal”. El narrador era el mismísimo Sagan. La serie, estrenada a principios de los ochentas, seguía el estilo de los documentales de la BBC de la época, pero fue innovadora en el uso de efectos especiales y la forma de narrar y abordar los temas científicos. Sagan trata, con extraordinaria claridad, una amplia gama de tópicos como cosmología, evolución, nuestro lugar en el universo, historia de la ciencia, vida en otros planetas, vida en la Tierra, astronomía, relatividad, etc.; enfatizando el escepticismo y la necesidad de evidencia para hacer afirmaciones. Más allá de un grueso volumen de información relacionada con el conocimiento acumulado por la humanidad, nos muestra un método, una forma de pensar, cuestionar y llegar a conclusiones.
Fue una empresa de comunicación de las ciencias sin precedentes, con un éxito mundial igualmente sin precedentes: ha sido vista en más de 60 países, por más de 500 millones de personas. El soundtrack se hizo famoso –y junto con él, Vangelis. En los noventas, seguía siendo una de las series más vistas en televisión pública en Estados Unidos. Ha sido doblada a varios idiomas, adaptada a otros formatos, retransmitida, digitalizada, etc. Sagan publicó un libro homónimo y grabó epílogos para varios episodios, con información acerca de descubrimientos recientes o nuevas discusiones relacionadas.
Más de 30 años después, la serie ha pasado por actualizaciones de forma, para ponerse al día con la tecnología, digamos. De fondo, muy pocas correcciones y algunas ampliaciones que dan cuenta de varios años de avances. Como señala Ann Druyan: “Qué tributo para Carl Sagan, un científico que fue atacado más de una vez por atreverse a especular, que aún después de veinte de los años más llenos de eventos en la historia de la ciencia, Cosmos requiere muy pocas revisiones y es en verdad rico en profecías”.
Cosmos buscaba despertar nuestra curiosidad, admiración y respeto ante la magnificencia de la naturaleza, creando un encuentro con ella en un viaje a través del Universo. ¡Y vaya si es un viaje fantástico!
Tengo una leve idea de lo que se consume hoy en series porque a diestra y siniestra las vallas publicitarias anuncian los estrenos o las nuevas temporadas. Se habla de eso: la temporada final de Kdabra o la de Breaking Bad, el estreno de The Originals o Cumbia Ninja. Hay de todo y es cuestión de gustos. En mi caso, debo decir que me alegra ver que de una forma u otra se ha despertado la curiosidad científica gracias a series tipo CSI –con todo y su inexactitud científica–, the Big Bang Theory –que ha humanizado a los científicos y convirtió nerd en cool–, la mismísima Breaking Bad –que hizo interesante a un Químico, por la razón que sea.
Si esa curiosidad que nos despertaron es genuina, aquí viene lo bueno: dado que las nuevas audiencias necesitan nuevos formatos y que a la serie original ya no le caben más actualizaciones, Ann Druyan y Steven Soter nos traen “Cosmos: una odisea en el espacio-tiempo”. Una secuela de la serie original, narrada por el afamado astrofísico y divulgador Neil deGrasse Tyson, que se estrenará el domingo 9 de marzo en diez canales de las cadenas Fox y National Geographic Channel.
Sólo he visto una valla en la calle anunciando el estreno. Pensarán que no nos interesa consumir ciencia. Pero como yo sé que sí hay interesados, los invito a disfrutar de este nuevo viaje a través del Universo desde los ojos de la ciencia. Les aseguro que valdrá la pena.
* Across the Universe, canción de la banda The Beatles, del álbum Let It Be (1970).
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