El mapa ideológico de los gobiernos de América se ha vuelto a modificar con el triunfo en el balotaje de un izquierdista, Luiz Inacio Lula da Silva, y la derrota de un derechista, Jair Bolsonaro. El escenario fue Brasil, donde el dos de octubre no hubo definición porque en primera vuelta el favorito se quedó con el 48.43 % de los sufragios y el aún presidente, con el 43.20 %, mientras que, en la segunda, el 30 del mismo mes, los porcentajes variaron a 50.90 y 49.10, respectivamente.
Un aspecto relevante es que, en la cita decisiva, el ganador creció en tres millones de votos, pues de 57.2 millones pasó a 60.3 millones. De su lado, el perdedor incrementó su respaldo en poco más de siete millones, de 51 millones saltó a 58.2 millones, pero el sprint no le alcanzó. Así las cosas, Lula reeditó los éxitos de 2002 y 2006 y, esta vez, en las urnas anuló el hecho de haber guardado prisión por señalamientos de corrupción en un proceso judicial cuestionado.
Otro elemento significativo ha sido el porcentaje de participación en cada una de las rondas, casi el 80 %. Vale anotar que en Brasil pueden votar las personas mayores de 16 años, pero es obligatorio para quienes están entre los 18 y los 70, y en caso no justifiquen su incomparecencia reciben una multa y, eventualmente, restricciones en trámites diversos.
Antes de Brasil, Colombia realizó comicios y en un símil ocurrió la derrota de una administración de extrema derecha y la victoria de una de izquierda radical encabezada por el exinsurgente Gustavo Petro. Por cierto, los términos izquierda y derecha ya no son conceptos absolutos e incluso algunas corrientes los consideran superados; sin embargo, en líneas generales siguen vigentes porque contribuyen a tratar de entender las posturas políticas, pese a la irrupción, en uno y otro lado del espectro, del populismo que abona a sentirse en un laberinto.
Manuel Alcántara, en un artículo publicado en 2008, intenta explicar algunas claves que resumo. Él alude la visión izquierda-derecha en las posturas sobre igualdad-libertad, colectivismo-individualismo, multicultura-monocultura, ecologismo-desarrollo, laicismo-clericalismo, Estado-mercado, democracia participativa- democracia representativa, movimiento social-partido político, nacionalismo económico-librecambismo y antiglobalización-globalizaición
Hoy, Lula encuentra puntos de convergencia con los mandatarios de Colombia, Chile y México que, como una buena parte de jefes de Estado de distintas zonas geográficas, corrieron a reconocerlo, tal vez para frenar una reacción agresiva de Bolsonaro, quien no ha asimilado el revés. En ese sentido, es oportuno indicar que el electo moderó su discurso para aliarse con expresiones de centroderecha y ejercerá con un senado, congreso y gobernaturas dominados por la oposición.
Derivado de esta elección, en América del Sur ahora son ocho los presidentes de izquierda y tres de derecha, en tanto que en América Central la proporción es dos-cuatro y en América del Norte, México, de izquierda. Si a colores vamos, el tradicional tono rojo de la izquierda torna a rosado, de forma que también se suele asustar con el «petate del muerto». Asimismo, hemos observado que el sur del continente lleva un par de décadas con un efecto pendular que ha causado una alternancia en el poder.
Menciono lo anterior porque en ocho meses Guatemala irá a las urnas y, seguramente, se abrirá la polémica en torno de izquierda-derecha sin generar siquiera un debate en el marco de lo aportado por Alcántara. Abordar dicho encuadre propiciaría una guía y aclararía circunstancias como candidatos/as con un perfil no coherente con agrupaciones que les postulan o alianzas legislativas sustentadas en votaciones pragmáticas...
Más de este autor