Los comportamientos eran previsibles. Era evidente que los restos de la bancada del PP, aquellos que aún creen que se van a reelegir y los que, como Valentín Gramajo, ya renunciaron a ello apoyarían con todo a su jefe. Han sido sus guardaespaldas y saben que, si ganaron mucho con él y por ahora ya no tienen cómo acrecentar sus bienes, no hay razones para enemistarse si el mundo es redondo y, quién quita, dentro de cuatro años Roxana candidata los rescata y los hace elegir. Los otros, los que saltaron al PP2 (Líder), en su mayoría no se presentaron al hemiciclo, con lo que dejaron a los tradicionales dos caras hacer el juego que ya conocen de memoria: dicen que quieren, pero no se mueven. Así, los que llegaron de la bancada roja tenían una consigna: pedir el antejuicio, pero votar por él, siempre y cuando esos votos no sumaran los 105 necesarios. Y lo lograron. Ante la tribuna son contra Pérez. Frente a él estarán pasándole la factura, pues le han sacado las castañas del fuego. No por nada Pérez ha aparecido en los últimos eventos —como la misa en la iglesia de la Asunción— con corbata roja.
Junto con ellos, la CC dispuso provisionalmente amparar a Líder en su negativa a la discusión de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Su estrategia de nuevo era clara: coquetear con el público diciendo que quieren discutirla, pero presionando para que se les diera el amparo. Que 15 días después la CC no les diera el amparo definitivo ya no importa. Ganaron el tiempo necesario para hacer inútiles las modificaciones que castigarían el transfuguismo y negarían la reelección. Ese comportamiento siempre fue obvio, y solo los demasiado ingenuos o mañosos podrían decir que sería diferente al lograr gobiernos de transición con el voto de ellos.
Reelectos, pueden entrar a discutir esos y otros temas folclóricos, como que los comités cívicos tengan candidatos a diputados o que el voto nulo sea vinculante cuando sea mayoría. No ahora, por supuesto, sino cuando la presión social y la correlación de fuerzas internas los obligue.
Según ellos, ya ganaron de todas formas e imaginan que solo les falta ser ratificados en las urnas, donde, como consecuencia de su campaña de desinformación y automartirio, apoyados por el monopolio de la televisión abierta y su cadena de emisoras de radio, coronarían su acoso a la democracia y el control de las instituciones por un período más.
Pero no todos los logros son absolutos ni definitivos. La sociedad ha comenzado a ver las cosas de distinto modo. Y si bien la gritería por el voto nulo les hace muchísimo bien, nadie puede asegurar, al menos por ahora, que podrán controlar de manera absoluta el Legislativo y el Ejecutivo. Las clases medias, en particular aquellos que apasionadamente votaron por Pérez Molina y su PP hace cuatro años, hoy se sienten defraudados y, si hacen oídos sordos a la invitación al voto nulo y se deciden a votar por alguna opción que no sea el líder Baldizón y su gente o su alter ego Morales, pueden reducirles significativamente sus posibilidades de control del Estado.
Cierto. La incipiente democracia pende de un hilo. Lo sucedido en el Congreso la ha puesto contra las cuerdas. Pero su aprovechamiento abusivo del Congreso, como el descarado abuso que del Ejecutivo hizo el grupo de militares autollamados patriotas, puede ser su propia tumba. Todo depende, por ahora, de con cuánta madurez puedan actuar los grandes grupos de descontentos y desencantados. Participar activa y masivamente en el evento electoral que se avecina reduce las posibilidades de imposición que consideran lograda los gemelos PP-Líder. A cada voto que se dé por las otras opciones de diputados y para el Ejecutivo se estará reduciendo su sueño de dominarnos y esquilmarnos.
Y será el Congreso, más que el Ejecutivo, el espacio donde la batalla de la democracia se librará más claramente. Las listas de diputados nacionales del distrito central y metropolitano de Líder y el PP pueden verse reducidas a su mínima expresión si los electores se inclinan por otras opciones. Las bancadas minoritarias podrían dejar de ser minúsculas y convertirse en efectivos contrapesos a las camarillas distritales que llegan para hacer negocios ilícitos con los recursos públicos, sustentados en el clientelismo y la propaganda engañosa.
Este es el momento en el que los intelectuales y los líderes de opinión, se digan de derecha, de centro, de izquierda o sin ideología, deben dejar de propalar cantos de sirena al estilo gobiernos de transición y apoyar humildemente a aquellos que a pesar de las descalificaciones se decantaron por ser opción de cambio en el principal espacio donde la democracia puede construirse: el Parlamento. Y la ensalada de letras es amplia, tanto en URNG-Winaq como en FCN, MNR, UNE, Encuentro por Guatemala, CREO y Todos hay candidatos en esas listas que han demostrado, en el Parlamento o fuera de él, que pueden estar a la altura de las exigencias que el surgimiento de la democracia está imponiendo al país.
De la humildad de unos y de la comprensión de la crisis de otros dependerá que el Congreso deje de ser cueva y se convierta en efectivo Parlamento. Las reformas deberán impulsarse desde allí.
Más de este autor