El diario español no celebraba esta película de vampiros, producto de la colaboración de dos palabras mayores en ese cine que glorifica la violencia fetiche hasta convertirla en un dulce mar de sangre, sino una de sus escenas, aquella en la cual Salma Hayek baila sensualmente sobre el escenario de un bar repleto de vampiros mientras Tarantino —quien curiosamente aparece en su propia cinta— bebe tequila de sus pies. Este punto, según el artículo de El País, dio origen a la glorificación de la actriz mexicana como un mito erótico.
Discutible o no, lo cierto es que en esta escena hay otros protagonistas. El escenario se ilumina con luces tenues, y Salma Hayek aparece cubierta en un manto negro. Dos hogueras se encienden, y, mientras la actriz y la serpiente se contornean, un grupo de mariachis con trajes negros deja que una guitarra trace los acordes para estos versos:
Watching her
strolling in the night
so white,
wondering why
it’s only after dark…
Tito & Tarantula cantan After Dark. El artículo de El País que se menciona antes no es amable en su crítica con el grupo, al que define como «una banda de colegas de Robert Rodríguez, desconocidos hasta la fecha y esforzados en pantalla ante la que era su primera opción de lograr trascender y, a la postre, la última». Y se refiere a After Dark como una canción que, «la verdad, no es demasiado buena».
En cierta forma se podría afirmar que esta banda, formada en California en los años 90 del siglo pasado, no posee un currículo brillante sobre sus aportes a un género en específico. Tampoco tiene una historia importante detrás de la formación de su nombre. Ni se puede hablar, al menos todavía, de la formación de un legado. Tal vez puede decirse que el mérito mayor de Tito & Tarantula es el de haber estado allí cuando Tarantino y Rodríguez transitaban de El mariachi (1992) y Desperado (1995) a From Dusk till Dawn y a otras colaboraciones de mayor renombre. Un caso más de estar en el lugar y en el momento correctos.
Sin embargo, soy de los que creen que el sonido de Tito & Tarantula posee una exquisita identidad propia, que viene de ese tipo de intensidad que al conjugarse con las historias de los personajes oscuros de Rodríguez o de Tarantino recrea el encanto de la novela negra.
Canciones como Strange Face (of Love) o Back to the House that Love Built, en la banda sonora de Desperado, o Machete, en la película del mismo nombre (2010), son ejemplos perfectos de eso que Come Out Clean relata en su letra:
I’m not trying to start a scene.
Darlin’, don’t you want to?
I’m not trying to start a scene.
I wanna come out clean…
El último álbum del grupo, Lost Tarantism, publicado el año pasado, no tiene desperdicio alguno. Sobre todo si se buscan razones para identificar Damn Good Day to Die. En las palabras de Tito Larriva, «es tener una sensación tan increíble sobre tu vida que, si llegas a morir en ese instante, realmente no importa».
Al terminar estas líneas, el correo electrónico me trae un mensaje. «Yes, Mr. Wolf», le dicen en un GIF John Travolta y Samuel Jackson a Harvey Keitel en sus personajes de Pulp Fiction. Sonrió. No todos odiamos a tipos como Tarantino o Rodríguez.
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