Cuando recién llegaron sus rostros y sus cuerpos eran una metáfora del asombro y la sorpresa. Los testigos ixiles, en el interior de los tribunales de justicia, lucían gestos de admiración y desconcierto. Veían, incrédulos, el cambio de las montañas de sus comunidades por el gris serio y estéril de los edificios de justicia. Habían esperado casi 30 años para ser escuchados. Y cuando hablaron, cuando preguntaron: “¿Ustedes, autoridad: hay ley o no hay ley para nosotros los indígenas?”, lo hic...
Cuando recién llegaron sus rostros y sus cuerpos eran una metáfora del asombro y la sorpresa. Los testigos ixiles, en el interior de los tribunales de justicia, lucían gestos de admiración y desconcierto. Veían, incrédulos, el cambio de las montañas de sus comunidades por el gris serio y estéril de los edificios de justicia. Habían esperado casi 30 años para ser escuchados. Y cuando hablaron, cuando preguntaron: “¿Ustedes, autoridad: hay ley o no hay ley para nosotros los indígenas?”, lo hicieron en su propio idioma, ante abogados, jueces, público y acusados.
Recordaron en ixil a cada uno de sus muertos, las fechas en que sus comunidades desaparecieron, los largos días en que algunos de ellos pasaron ocultos en las montañas. Fueron testimonios tristes que describían, ante los generales Efraín Ríos Montt y Mauricio Rodríguez Sánchez, acusados de genocidio y delitos de deberes contra la humanidad, el modo de operar del ejército en Chajul, Nebaj y Cotzal. Masacres, asesinatos, quema de viviendas, persecuciones, robo de animales, destrucción de cosechas, bombardeos… El testimonio ixil es un relato sensible sobre lo ocurrido en Guatemala entre marzo de 1982 y agosto de 1983.
Textos: Oswaldo J. Hernández
Fotografías: Sandra Sebastián