Como bien señala Haroldo Xetemul al citar un estudio de Asíes, el partido que impulsa a Morales no es para nada nuevo en la política y, si bien no había ganado ninguna elección, los militares que lo fundaron fungieron como cuadros medios en los gobiernos más tenebrosos de la historia reciente del país. En la lista de sus diputados sobresale el teniente coronel Édgar Justino Ovalle Maldonado, elegido por lista nacional, quien durante el gobierno de Lucas García dirigió la base militar de Cobán, Alta Verapaz, donde en los últimos años se han encontrado 535 osamentas de personas que fueron torturadas y asesinadas en esa unidad militar, muy probablemente durante aquellos años.
Javier Hernández Ovalle, elegido por el distrito central, la capital, ya fue diputado por la GANA y es parte de los impresentables de ese partido en las elecciones de 2008. Su paso por el Legislativo fue oscuro, y ahora repite como parte de un partido que se autoproclama como de no políticos. Arias Rodríguez, elegido por Chimaltenango, como informa elPeriódico, ha tenido negocios por largo tiempo con la municipalidad de la cabecera departamental, por lo que su participación tendría que haber sido anulada. Flor Chajón, elegida por los municipios de Guatemala, fue asesora del Fondo de Solidaridad Social y militante del gobierno de Otto Pérez, activa en el PP hasta hace poco. El grupo, pues, es añejo en las lides políticas, pero sus integrantes no han sobresalido como eficientes funcionarios, mucho menos como abiertos defensores de la transparencia y el manejo probo del gasto público.
No hay, pues, tal partido o candidato no político. Hay, sí, un grupo de exmilitares poco conocidos pero estrechamente vinculados a los gobiernos de Lucas García, Ríos Montt y Mejía Víctores y políticos de nivel intermedio de las estructuras del Partido Patriota. El candidato presidencial no solo presume de no tener plan de gobierno, pues «eso nadie lo cumple», sino, como anota Zardetto, ha llegado a afirmar que, en los distintos temas, quienes realizarán las acciones serán los «asesores», que asumirían posiciones de ministros, ya que, como dijo ante los periodistas el 7 de septiembre por la noche, no se considera «el más preparado para gobernar Guatemala» (Plaza Pública, 7 de septiembre). Eso sí, agregó que Dios lo había bendecido con la victoria.
Suponiendo sin conceder la pureza de sus intenciones, es evidente que, de ganar el señor Morales este 27 de octubre, tendríamos un gobierno en el que, si por un lado cada miembro del Gobierno jalaría por su lado e improvisaría respuestas, tal y como lo hemos visto estos últimos cuatro años, el estilo de gobierno marcadamente autoritario y militarista que sus principales figuras defienden vendría a imponer un régimen aún más prepotente y antidemocrático que el que feneció ante la presión de las múltiples protestas de la población.
Ha quedado más que evidenciado que en temas como la seguridad no son los militares los que tienen las mejores respuestas. Las extorsiones han continuado y la militarización de carreteras y aduanas no ha dado resultados positivos, sino, en el caso aduanal, ofreció la triste historia de la mafia identificada como La Línea. Por otro lado, ya es más que público que en la costa sur los votos rurales en favor del comediante fueron movilizados por los expatrulleros de autodefensa civil bajo la promesa de que se les otorgaría un pago adicional por sus servicios. Sin embargo, no existe de parte del candidato y de su partido una propuesta clara sobre cómo impulsar el combate del hambre y la pobreza en todo ese sector.
Si el grupo de los militares amigos de Pérez Molina dio en lo que dio, peores cosas podemos esperar de este grupo, que, habiendo hecho de la intolerancia y el maniqueísmo su discurso público, ve rojos y soviéticos por todos lados y considera que todo lo que huela a lucha por la equidad y la justicia es cosa de terroristas. El público y abierto apoyo que el reo Byron Lima le ha manifestado retrata de cuerpo entero la calidad moral y política de quienes detrás de un supuesto no político quieren asaltar el Estado.
Morales, como anota Zardetto, resulta un testaferro de estos grupos. Más que liderazgo, lo que presenta es sumisión a esos intereses, por lo cual, si en la primera vuelta muchos se dejaron llevar por su supuesta novatez y candidez, ahora que los telones han sido corridos se deben evaluar claramente la tesitura y la calidad del candidato y su grupo.
Triste sería que los amplios sectores que activa y cívicamente se movilizaron para exigir la renuncia de Pérez Molina y Baldetti dispusieran ahora votar por quienes no solo defienden otro tipo de mano dura, sino que no muestran ninguna calidad para el ejercicio del poder.
Es de esperar que el gran capital no pretenda que financiando su campaña podría llegar a tener el control de los ministerios que según ellos resultan claves, pues, como ya lo demostraron el gobierno Pérez-Baldetti y anteriormente el de Berger, lo único que han logrado es cuidar sus intereses sectoriales sin aportar políticas económicas efectivamente incluyentes y favorables al desarrollo del país.
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