¿Tambores de guerra?

La coyuntura nacional, en el marco del caso Ríos Mont, parece estar orientada a que con un poco de gasolina se prendan momentos de agitación que podrían, con facilidad, generar un descontrol de grandes proporciones.

Si bien hay sectores que estarían complacidos con que ese escenario se concretara, lo que pasa desapercibido es la realidad cruenta que sucede en comunidades del triángulo ixil, especialmente en Nebaj. Comunidades enteras están en franco enfrentamiento. Recuerdo que en enero de 2006 recibí la sorpresiva visita de dirigentes comunitarios de esa región, varios de ellos golpeados y con evidentes señales de haber sido agredidos por grupos contrarios. Acusaban al alcalde de ese entonces, Virgilio Bernal como responsable de azuzar a otros comunitarios. Pocos días después me visitaron los otros, los comunitarios cercanos al alcalde, haciendo los mismos señalamientos. Aldeas enteras en plena rivalidad, familias partidas por los conflictos; señales evidentes que el conflicto y sus secuelas estaban más cerca de lo previsto. La escalada se agudizó, los enfrentamientos entre los Cocodes legítimos y los instrumentalizados alcanzaron otros momentos de tensión y violencia.

Para salir del paso, el Vicepresidente Stein convocó a los principales dirigentes del FRG, encabezados por Ríos Mont y Mario Rivera, a que instruyeran al alcalde a que le bajara el volumen. Personalmente estuve en el proceso de negociación llevado a cabo en la gobernación departamental de Quiché, donde se levantó un acta que ayudó a que durante los siguientes meses se mantuviera una suerte de baja intensidad. Ése fue uno de muchos otros capítulos que ahora se expresan con mayor notoriedad. Las condiciones en el área están puestas para que una sola gota de gasolina haga prender el fuego. Los actores y las motivaciones siguen siendo las mismas.

En la capital, los sectores en pugna por el juicio y lo que ello implica se echan los platos. Comunicados y anuncios se lanzan por doquier. Todo ello pesa poco o nada frente a las consecuencias que se están generando en los territorios, donde al igual que durante la guerra, las posibilidades para separar los ingredientes son nulas. Antes conflicto, indígenas, apoyos a la guerrilla, intensidad militar sin límites; ahora proyectos hidroeléctricos, resistencia indígena y empresas que compran voluntades de las municipalidades.