Sé que estamos por entrar a jugar nuevamente en los terrenos de la nostalgia. Me apunto al juego mientras miro las fotografías de un viaje a Estocolmo marcado por la noche en que salí de la estación del metro por la puerta equivocada y di un largo paseo bajo una impresionante luna llena hasta tropezar con mi hotel.
El 20 de julio se cumplieron 50 años de la llegada del hombre a la Luna. Medio siglo de la frase de Neil Armstrong «small step for man, one giant leap for mankind» (un pequeño paso para el hombre, un salto gigante para la humanidad), que mi padre solía recordar con la emoción de revivir el relato de la radio, ya que la TV en blanco y negro era un lujo en el Ecuador de esos años.
La Guerra Fría estaba en su apogeo (aunque parece estar todavía muy viva en el lenguaje de radicales de derechas e izquierdas en América Central). La carrera espacial era parte de ella. Los rusos iban a la cabeza: Gagarin realizó el primer vuelo al espacio y Leónov fue el primer ser humano en realizar una caminata espacial. Kennedy decidió dar el golpe llevando ida y vuelta una misión tripulada a la Luna. La carrera espacial había permeado tanto la cultura popular que muchas mascotas eran llamadas Laika.
En medio de estas conmemoraciones es necesario recordar que se cumplen también 50 años del lanzamiento de Space Oddity, uno de los íconos en la obra de David Bowie. Hay quienes dicen que el lanzamiento de la canción y el alunizaje debían coincidir como un ingenioso truco de marketing, pero finalmente no fue así. Sin embargo, la canción siempre estará íntimamente relacionada con la misión del Apolo XI en una contradicción no carente de enorme ironía: el pretendido mayor éxito de la humanidad se celebra con una canción que describe una tragedia en el espacio.
Hace unos años Bowie dio una entrevista a Performing Songwriter en la que admitió que la canción y su personaje central, el mayor Tom, estuvieron inspirados en la película de Stanley Kubrick 2001: odisea en el espacio (1968). En esa misma entrevista Bowie recuerda haber estado bastante impresionado cuando la BBC utilizó su canción como música de fondo en el momento mismo del alunizaje.
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Entre otras coincidencias entre la película y la canción, tanto el mayor Tom como Dave Bowman, el protagonista de la película de Kubrick, terminan flotando en la inmensidad del espacio luego de perder contacto con la Tierra. En ambos casos la Tierra busca desesperadamente reconectar con los dos personajes. Hago una pausa y sonrío pensando que varios amigos míos, de aquellos fanáticos que se quedaron en la música de los 80, podrán identificar ahora de dónde salen las poco originales referencias al mayor Tom en la supravalorada canción de Peter Schilling (1983).
Medio siglo después, Space Oddity estrena un nuevo video, presentado hace unos días en una ceremonia en el Kennedy Space Center, el cual recoge imágenes de un concierto de Bowie en 1997 y cumple fielmente con su propósito original: guarda un aire terriblemente nostálgico.
Por supuesto hay quienes aseguran que los seres humanos jamás han llegado a la Luna y presentan sus irrefutables pruebas en algún canal de Youtube que promete correr el velo sobre una conspiración en la cual Hollywood tendría una gran responsabilidad. Entre estos, ninguno como Bart Sibrel, excéntrico autor de varios documentales negacionistas, quien, después de acosar repetidamente a Buzz Aldrin, consiguió que el exastronauta, por entonces con 72 años, le plantara un golpe en la cara.
Cincuenta años, y los científicos hablan de ir a Marte. Siglos de desarrollo científico para dejar morir al planeta ahogado en nuestra propia basura y cosechar miríadas de celebridades antivacunas y de lunáticos terraplanistas. Parece un mal negocio.
Me quedo escuchando en mis audífonos Man on the Moon (1992), de REM, seguida de Tonight, Tonight (1995), de Smashing Pumpkins, referencias un tanto encontradas para hablar sobre viajes a la Luna y que incluso podrían ampliarse a Walking on the Moon (1979), de Police, con Stewart Copeland somatando sus baquetas contra un cohete en el Kennedy Space Center.
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