El congresista, electo por primera vez por Quiché, exmilitar y secretario del Congreso –uno de los siete diputados más poderosos del PP–, le dijo al colega que le daba un sobre con miles de quetzales para que fuera amable en la cobertura. García, a diferencia de otros colegas o de otros visitantes o inquilinos del Palacio Legislativo, le dijo que no y lo contó en elPeriódico, que lo contó a sus lectores.
Más allá de que los sectores de poder crean que a la opinión pública debe manipulá...
El congresista, electo por primera vez por Quiché, exmilitar y secretario del Congreso –uno de los siete diputados más poderosos del PP–, le dijo al colega que le daba un sobre con miles de quetzales para que fuera amable en la cobertura. García, a diferencia de otros colegas o de otros visitantes o inquilinos del Palacio Legislativo, le dijo que no y lo contó en elPeriódico, que lo contó a sus lectores.
Más allá de que los sectores de poder crean que a la opinión pública debe manipulársele comprando a la prensa, lo preocupante es lo naturalizado que tenemos en nuestra sociedad y exponencialmente cerca del poder, la corrupción como aceite para que funcionen las cosas. “No hay obra sin sobra” ni otra forma de trabajar en el Estado, me respondió allá por 2006 aquel alemán Müssig de la OIM cuando investigábamos el programa de votos a cambio de obras (PACUR).
Ojalá que el diputado Galdámez y sus jefes (Gudy Rivera, Valentín Gramajo, Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina) nos digan a la ciudadanía cuántos “sobres de buena voluntad” ha repartido Galdámez entre otros periodistas, entre empresarios, entre funcionarios y entre colegas del Congreso. Y cuántos “sobres de buena voluntad” ha recibido de estos mismos actores.
Tantos que solo ocho diputados votaron para crear una comisión legislativa que investigara el caso, el escándalo. UNE, Winaq, Lider, FRG y los corbatas moradas apenas reunieron 33 votos, de los 50 que suman. El resto (PP y aliados) pidió declararse incompetente de investigar algo (trivial) como “sobres de buena voluntad”.
No es nuevo que el presidente Pérez y la vicepresidente Baldetti sean laxos a la hora de juzgar la corrupción parlamentaria del PP. Baldetti lo excusó diciendo que “era nuevo y de Quiché (!)” y Pérez dijo en campaña que excusaba la corrupción de eferregistas que se sumaban a su partido “porque eran líderes en sus distritos y ahora sí iban a ser disciplinados”.
Lo bueno es que no solo Galdámez es un espejo de los guatemaltecos. También lo es García.
PS. Ojalá que los de Lider se den cuenta que fiscalizando puntualmente, como el caso de la Portuaria, y llamando a viceministros a su bancada, son mucho más efectivos y no obstaculizan la agenda parlamentaria.
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