Seguridad y pobreza

La economía es el resultado de la acción individual de millones de guatemaltecos; no es un ente independiente, no tiene rumbo definido y no hay un piloto que la dirija. La economía crece cuando una pequeña empresa contrata más gente, una fábrica agrega una línea de producción o un joven emprendedor lanza sus servicios por Internet. Estos son ejemplos en donde personas tienen una visión del futuro positiva y, por ende, deciden invertir su tiempo y dinero en una actividad productiva. Lamentablemente, la visión del futuro de los guatemaltecos cada vez se torna más obscura debido a la falta de seguridad.

Todos nos podemos identificar con el ambiente de inseguridad existente. Sólo hace falta hacer una pequeña encuesta en la próxima reunión de amigos para darse cuenta de que la mayoría ha sido víctima de algún acto criminal. Con este entorno es difícil ser positivo sobre el futuro, y sin positivismo la empresarialidad y, por ende, el desarrollo económico de Guatemala, se ven seriamente limitados.

Para que un país salga del subdesarrollo se requiere de varias condiciones, y una de ellas es la seguridad de los ciudadanos. Proteger la integridad física de las personas y su propiedad es una de las funciones principales de los gobiernos. Lamentablemente, el guatemalteco no ha encontrado la fórmula para garantizarnos nuestros derechos más fundamentales.

El crecimiento económico que Guatemala necesita para salir de la pobreza no vendrá con los niveles de criminalidad que existen en el país. Nuestras instituciones de seguridad y justicia tienen que ser reformadas para responder a esta amenaza. La seguridad debe ser la prioridad número uno del Gobierno y el presupuesto de nuestra nación debe ajustarse acorde a esto. No existen soluciones fáciles o rápidas. Sin embargo, el primer paso es reconocer que sin arreglar la seguridad estaremos condenados a vivir en pobreza.