En estos momentos dicha propuesta resulta inviable legalmente. No tiene el consenso de los integrantes del mencionado partido, ya que estos no han hecho asamblea al respecto y, según ellos, su candidato obedece a consultas y decisiones asamblearias. Una propuesta así, pues, debe ser consensuada en asambleas.
Como no ha sido así, me parece un paso en falso, con características demagógicas del candidato Villacorta, que hasta el momento había lucido equilibrado y congruente con sus planteamientos y, según mi apreciación, había logrado una aceptación no grande, pero sí positiva.
En octubre, noviembre y parte de diciembre de 2018 constituimos un grupo promotor con personas de reconocida trayectoria social, política y académica que entendimos que una convocatoria para una alianza (no unidad) entre la izquierda partidista, organizaciones democráticas, sectores sociales y organizaciones indígenas no podía tener éxito si era convocada por cualquiera de esas organizaciones. Esto, por el nivel de desconfianza, protagonismo y descalificación que priva en el ambiente político guatemalteco. Por eso se constituyó un grupo de personas sin interés en retribuciones económicas o políticas.
Se habló con dirigentes de Winaq, Convergencia, la URNG, el CUC y el Codeca para explicarles la intención y la propuesta de trabajo que el grupo promotor podía apoyar. Se compartió un mapa de la realidad partidista actual, en el cual se definieron las posibles tendencias que iban a primar en el proceso electoral. Tres fuerzas políticas se visibilizaban: la primera, alrededor de Thelma Aldana; la segunda, la de los partidos conservadores y proclives a la corrupción (casi los mismos del Pacto de Corruptos); la tercera, una tendencia tipo comodín de partidos pequeños que, dependiendo del giro del proceso electoral, se podían inclinar por intereses propios hacia la primera o segunda tendencia.
Al margen, se visualizó a los partidos de izquierda, incluyendo al MLP, que en ese momento estaba en formación. Se explicó que este grupo adolecía de un alto nivel de fragmentación no por ideales comunes, sino por pugnas y rivalidades personales. Las reuniones se realizaron en Tecpán y en la capital, a las cuales asistieron Sonia Gutiérrez, Eduardo de León, Benito Morales, Gregorio Chay y acompañantes. No respondieron a la invitación Daniel Pascual y Mauro Gonón, del Codeca. Además, este último aclaró desde un principio que no estaban interesados en hacer alianzas con los partidos de izquierda, a cuyos dirigentes conocían perfectamente y con quienes mantenían ciertas diferencias personales.
[frasepzp1]
Se les ofrecieron los servicios ad honorem de abogados que definieran los tiempos legales para consolidar la alianza partidista, según la Ley Electoral, ya que en esos momentos aún había tiempo de legalizar un pacto de ideales y de programas respetando la identidad partidista de cada uno. Se planteó que se podía trabajar, con académicos y técnicos políticos, un programa de país para 12 años y que cada partido o fuerza política se turnara en la propuesta presidencial para tres períodos. Además, se ofreció trabajar el programa de gobierno tomando como base fundamental la propuesta de cada uno de los partidos, además de apoyo en el diseño de una estrategia de campaña para ganar las elecciones.
Todos mostraron interés y coincidieron en el análisis contextual y en las propuestas planteadas, pero finalmente ninguno aceptó unir esfuerzos para consolidar la alianza electoral. En diciembre, el grupo promotor decidió abandonar el esfuerzo y cada quien tomó su rumbo confiado y creído en su real o aparente fortaleza institucional.
Por eso la propuesta de Manuel Villacorta no tiene sentido ni viabilidad. Los que respondan a ella tienen que consultar a sus asambleas. En caso contrario, sería autoritarismo de los candidatos. Son producto de asambleas y estas tienen que avalar cualquier decisión.
Tuvieron la oportunidad de diseñar responsablemente un proyecto para las mayorías, sin perder su identidad política, unidos en programas y proyectos desde sus propuestas. Solos, se dijo en su momento, se conducían a un suicidio político o a consolidar y favorecer el Pacto de Corruptos.
Ojalá la propuesta de Villacorta no sea una estrategia para debilitar a Thelma Cabrera, la única dentro de las fuerzas progresistas que ha tenido un crecimiento aceptable, al contrario de las demás, que han crecido poco o nada. El tiempo develará razones, intereses, equivocaciones y lecciones.
Se tenía que decir y se dijo.
Más de este autor