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Un vendedor del mercado de La Terminal participa a los festejos en honor a la candidata presidencial por el partido UNE, Sandra Torres, junto con su perro, el 27 de marzo. Simone Dalmasso

Sandra en La Terminal y un mitin fabricado

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Sandra en La Terminal y un mitin fabricado

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Sandra Torres paralizó durante cuatro horas el mercado más grande de Centroamérica. La junta directiva de La Terminal forzó a los locatarios a que cerraran sus puestos para acompañar el primer mitin de campaña de la Unidad Nacional de la Esperanza (Une), de lo contrario sus puestos serían cerrados durante una semana, como represalia. Plaza Pública documentó cómo se organizó este baño de multitud para la candidata.

Diez hombres robustos con pistolas en la cintura y radio comunicadores colgados en el pecho vigilan las motos, bicicletas, muebles de comedor y electrodomésticos que se exhiben en una esquina del parqueo en el corazón del mercado La Terminal, el más importante del país.

Son las nueve de la mañana del lunes 27 de marzo, pero el movimiento es inusual en el mercado: casi todos los locales están cerrados, hay música estridente y comida gratis en el estacionamiento adornado con globos verdes y blancos, y tapizado con mantas vinílicas con la fotografía de Sandra Torres, la candidata del partido Une quien intenta por cuarta vez llegar a la Presidencia de la República.

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El grupo de hombres con miradas desafiantes que cuida los «premios» que servirán de gancho para la concentración de personas es parte del círculo de seguridad de la junta directiva de La Terminal.

La capital es uno de los distritos con mayor caudal de votos en el país. También es una de las zonas donde Sandra tiene más «antivoto», un efecto que busca revertir en esta elección según un integrante de la Une. La junta directiva de este mercado es clave para las intenciones de la candidata: es un grupo con poder en un centro de comercio donde se calcula que a diario circulan más de 30 millones de quetzales, y con fuertes conexiones políticas.

El parqueo donde se instaló el escenario para el mitin es del tamaño de una cancha de futbol 11. Los directivos del mercado dicen que llegaron más de 45,000 personas, pero el lugar solo se observa a la mitad de su capacidad. Alrededor de este hay locales y habitaciones que sirven de vivienda para algunos vendedores. Hay patrullas y decenas de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) que observan la actividad.

Una hora después el grupo musical Los Miseria Cumbia Band empieza su presentación. Siguen llegando vendedores y los colaboradores de la Une regalan pachones, pulseras, bolsas, sombrillas y comida; además, los líderes de cada sector de La Terminal reparten tickets de una rifa que se realizará al finalizar la actividad. La gente espera. Les tocará escuchar el discurso de Sandra antes de los «premios».

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Previo al mitin, en las bocinas se repite una y otra vez un spot con la voz de Sandra Torres que dice «orden y transformación», es el eslogan que este año utiliza la candidata quien durante el gobierno de la Une (2008-2012) fue la figura política más influyente y que ahora en el partido que ella controla lleva a candidatos señalados de corrupción. Ella misma fue acusada por el Ministerio Público de financiar de manera ilícita su partido, pero una jueza cerró provisionalmente la investigación.

La llegada

A las 11:40, Sandra Torres llega a una de las entradas de La Terminal junto con el candidato a vicepresidente, Romeo Guerra, un pastor evangélico que fue inscrito por el Tribunal Supremo Electoral pese a la prohibición constitucional que tienen todos los ministros de culto para postularse a la Presidencia o Vicepresidencia. Les toma 25 minutos llegar al escenario principal.

Mientras el binomio se adentra en el mercado, a su alrededor se forma un tumulto de fotógrafos, la seguridad de Sandra e integrantes del partido forman una valla humana para proteger a los candidatos. Hay empujones y jaloneos dentro del enjambre. El foco de atención es la candidata presidencial, quien camina despacio mientras abraza y besa a las mujeres con las que se encuentra en su trayecto.

En cada elección, Sandra busca renovar su imagen, como tratando de convencer a sus electores que es una persona distinta: los carteles con su fotografía mejorada muestran a una candidata rejuvenecida. Esta vez lleva el pelo rubio y con rizos, viste una blusa blanca con la bandera de Guatemala en forma de corazón del lazo izquierdo, viste pantalón azul de lona y tenis. A su paso, Sandra hace lo que le piden: desde tomarse selfies con las personas que esperan su discurso, hasta cargar un perro con lentes y un sombrero con los colores de la Une.

Romeo Guerra, en cambio, no necesita muchos cuidados de la seguridad. Evita hablar, apenas esboza una sonrisa y saluda de lejos a las personas. No se le acercan ni los fotógrafos ni quienes están en el mercado.

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Adim Maldonado, el secretario de organización del partido, espera al binomio presidencial en el centro del escenario. En el inicio de la actividad, Olga Argueta, la presidenta de la junta directiva de La Terminal, le entrega la llave del mercado a Sandra Torres, una señal de aprobación a su candidatura. «Usted es una persona honorable», le dice a la candidata. El público aplaude y Sandra sonríe.

Un baño de masas fabricado

«Cargadores, vendedores ambulantes, los esperamos el día lunes, a las 9:00 de la mañana, en el parqueo. Por favor, asistir ya que estarán los tickets de asistencia. Por favor, compañeros, se estará sancionando al que no asista… de antemano, se les informa», dice un hombre desde una camioneta negra con altavoces, en un video difundido en Twitter el fin de semana previo al inicio de la campaña electoral.

Todos los locatarios fueron obligados a suspender sus ventas y asistir a la actividad de Sandra Torres bajo la amenaza de que si no lo hacían, sus puestos serían cerrados durante una semana, contaron a Plaza Pública seis de los vendedores de la Terminal. Cuatro lo hicieron bajo condición de anonimato por el temor que les generan los integrantes de la junta directiva y los hombres armados que los protegen. La identidad de las otras dos personas se resguarda por su seguridad.

«Lo que han dicho siempre es que le cierran a uno el local por una semana o por tres días, si uno no va (a las actividades políticas)», dice una mujer que vende verduras en uno de los puestos del mercado, minutos antes de que se inicie la actividad. Ella se quedó atendiendo el puesto mientras la dueña tuvo que acudir al mitin.

Marcelo Rojas, vicepresidente de la junta directiva, responde que el mercado está dividido por sectores y que cada coordinador de área decidió el método que implementaría para persuadir a las personas para que asistieran.

—¿A todos se les pidió que cerraran?

—No, le hablamos a la gente que tendríamos una actividad y que nos acompañaran. La actividad iba a durar tres horas, de 9:00 a 12:00. La gente decide mejor cerrar sus locales por seguridad de ellos. Un 60% cerró, pero aprovecharon la madrugada para vender.

—¿Si no cierran no hay ninguna consecuencia?

—Estamos divididos por sectores. Cada representante toma la forma de ver cómo llegan a la actividad.

Sobre los objetos que serían rifados, el vicepresidente de la junta directiva repite con insistencia que corresponden a «donaciones» que se realizan a favor de los vendedores del mercado. Niega que la junta directiva sea financista del partido Une.

«Siempre, nosotros como comerciantes, no somos agarrados —tacaños—. Nosotros, benditamente Dios, tenemos y damos para las demás personas. Aquí nos donaron hasta ponchos y hasta eso se va a regalar para la gente del mercado. Hubo amigos, como un naranjero que es de los mayoristas, regaló una moto y así fue, gente y comerciantes que regalaron varias cosas», dice el directivo.

Según la Ley Electoral y de Partidos Políticos, toda donación destinada para propaganda o campaña electoral es catalogada como financiamiento privado y este debe ser reportado cada mes al TSE. Además, todos los gastos deben tener un valor otorgado por el partido, o por el tribunal electoral.

Rojas también lleva una pistola en la cintura, al igual que los hombres que vigilan los regalos que serán sorteados. La porta en todo momento, incluso, cuando sube al escenario para levantar la mano de Sandra Torres. Los hombres que rodean a Rojas también están armados.

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La junta directiva que dirige ha sido blanco de cuestionamientos por la opacidad con la que manejan el dinero que cobran a los inquilinos del mercado y por las acciones del grupo que les brinda protección, los hombres armados llamados Los ángeles justicieros, vinculados a asesinatos dentro del mercado.

La junta directiva de La Terminal también ha apoyado a otros políticos. En 2019 organizaron una marcha a favor del presidente Jimmy Morales, para respaldar su decisión de expulsar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).

También mostraron cercanía con el expresidente del Congreso, Allan Rodríguez, sancionado por Estados Unidos por, supuestamente, pagar sobornos a cambio de la aprobación de leyes durante su gestión al frente del Legislativo. Hace cuatro años, además, este mismo grupo en La Terminal apoyó la candidatura presidencial de Alejandro Giammattei.

Ahora, la junta directiva no solo está con un partido político; también apoyan al alcalde capitalino, Ricardo Quiñónez, quien busca reelegirse con la coalición Valor-Unionista. Eso explica la ausencia de Antonio Coro, el candidato a alcalde capitalino con la Une, en el mitin de Sandra en La Terminal.

«Nosotros hemos apoyado a los gobiernos porque si quitan a un presidente, lo que pasa es que la economía de un país se cae y nosotros vivimos del día a día. Nosotros estamos en contra de que venga gente que bloquee. No nos parecen ese tipo de acciones», justifica Rojas.

La aliada que no se puede divorciar del oficialismo

La bancada de la Une, desde el inicio del gobierno de Alejandro Giammattei, en 2020, es pieza clave para la aplanadora oficialista en el Congreso. Todas las leyes que interesan al gobierno, como la que el año pasado autorizó un bolsón de más de 5,000 millones para obra pública sin controles, tuvo al bloque de Sandra Torres como respaldo.

Pero en su discurso de inicio de campaña, en medio de ofrecimientos como regresar los programas sociales, un nuevo bono laboral para todos los trabajadores y eliminar el IVA a los productos de la canasta básica, Sandra lanza una tímida crítica al gobierno del que ha sido aliada durante cuatro años y amaga con el inicio de un divorcio en el Legislativo.

«Yo no voy a subir impuestos, voy a bajarlos para mejorar la economía. Es más, esa —iniciativa de—ley 6165 donde la SAT pretende aplicar impuestos a la economía informal, hoy le pido a los diputados en el Congreso que se opongan a esa aberración económica que viene a golpear la economía de los guatemaltecos y guatemaltecas», dice la candidata en una parte de los 17 minutos de su discurso.

«Dinero hay, pisto hay, lo que pasa es que está mal administrado. Vamos a demostrar que con capacidad y honradez se puede hacer un buen gobierno», continúa Sandra después de ofrecer que si llega a la Presidencia no permitirá «que se toque un solo centavo que le pertenece al pueblo de Guatemala».

Al concluir su intervención, Sandra acepta dar declaraciones a la prensa. La candidata sonríe y luce cómoda con la primera pregunta: «Háblenos sobre la actividad», le dice una reportera. La candidata dice que con la concentración masiva están demostrando que son un «partido del pueblo». Lo cierto es que la Une, con Sandra a la cabeza, cada vez más se aleja de la ideología socialdemócrata con que nació, según una publicación de Plaza Pública.

Pero su tono de voz y su expresión cambia cuando otro periodista la cuestiona por la rifa que se ha organizado. Enseguida se desmarca y dice desconocer esa actividad y un reportero de Albavisión la salva: «¿Qué se espera de esta campaña, licenciada?», le pregunta. Esa corporación de medios también es clave en los procesos electorales, los canales de televisión abierta con cobertura nacional deciden a qué candidatos dan espacios para que tengan mayor exposición mediática.

Según un informe de la Cicig, la influencia de la televisión abierta en las elecciones ha llegado a ser tanta que es considerada una forma de financiamiento ilícito de partidos políticos.

Dos minutos después de iniciada la rueda de prensa y al insistirle sobre los gastos del mitin de la Une, Sandra empieza a dar respuestas cortantes como «no estoy enterada» o «pregúnteles a ellos», cuando de nuevo se le pregunta por la rifa. Otra vez, más preguntas a la candidata, pero esta vez no llega la intervención salvadora y opta por retirarse.

Antes de que aborde la camioneta agrícola plateada para retirarse del evento, Plaza Pública le pregunta: ¿Este es un divorcio con la bancada oficial? «Nunca hemos estado casados, papito, no se confunda. Hemos apoyado lo que es bueno para el país y lo que no es bueno también lo hemos apoyado», responde. 

Tras la retirada de la candidata y su equipo de trabajo, la fiesta sigue en el parqueo del mercado. La carne asada y las gaseosas gratis abundan. A las 13:30 horas una enorme fila de personas espera por su ración de comida, mientras otro tumulto se disputa los pachones y bolsas verdes con el logotipo de la Une que personas con playeras del partido reparten. Son menos las personas que ponen atención a un cantante de música ranchera que se presenta en el escenario.

Otro grupo espera lo que se les prometió desde la mañana: la rifa de las motos, bicicletas y electrodomésticos, pero no ocurre. Los integrantes de la junta directiva se mueven impacientes por el parqueo.

A las 14:17 horas una de las líderes de La Terminal les dice a los asistentes que la rifa ya no será en público, que «por culpa de los periodistas que todo lo critican», optaron por no hacer el sorteo. Otra persona entre la multitud les informa a los inquilinos que la rifa se realizará en cada sector, que vuelvan a sus puestos y allí se les dará más información.

Un hombre vestido con un chaleco con el logotipo de la Une pide al reportero de Plaza Pública que deje de grabar y luego integrantes de la junta directiva del mercado exigen a tres periodistas que se han quedado a documentar el evento que se retiren de La Terminal. No los pierden de vista y los siguen hasta que se retiran.

El grupo de hombres armados con los radios comunicadores colgados en el pecho solo observa lo que pasa. Otras personas empiezan a retirar las motos y bicicletas para la rifa. La fiesta seguirá en otra parte.

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