Río revuelto

Los tres están íntimamente imbricados y el tercero se ve tremendamente diezmado y reducido a espectáculos clientelares a causa de los otros dos, abiertamente ilícitos. Y en efecto, el denominador común y el elemento que sirve a los primeros dos asuntos y mina el tercero es la corrupción en sus más variadas formas y dimensiones. La corrupción presta un gran servicio a los gobiernos encerrados en este triángulo perverso.

Ministros de fachada bajo la tutela de los operadores de los asuntos ilícitos, ocupación de cargos públicos por familiares y amigos del Partido gobernante, compras sin respaldo financiero que conducen a deuda flotante,  trato preferencial a proveedores financistas, beneficiarios fantasmas, uso de testaferros financieros… son sólo una muestra del más variado abanico de crecientes y creativas formas de drenar recursos públicos.

Ya dentro de este triángulo de asuntos prioritarios, el gobierno pasa a ser un actor  más, instalado dentro del río revuelto donde todos hacen lo que pueden y quieren. Todos, casi sin excepción, están empeñados en recetarse para sí, algún tipo de privilegio. Al final, hay que pescar algo.

Así, el papel del Gobierno, como ente articulador de relaciones virtuosas y funcionales para garantizar igualdad de oportunidades se ha perdido, si es que alguna vez lo tuvo.

En este río revuelto no hay que esperar ya calidad ambiental, mejores salarios, educación y otros elementos propios de una sociedad en ruta del desarrollo. El sistema está  podrido, el país usado una y otra vez y hay un larga cola de violadores esperando su turno. Y usted, sálvese como pueda.