Pero hay un grupo de jóvenes a quienes les encanta la basura y están tratando de cambiar el país mediante la reinvención de la misma. Este grupo de estudiantes de la Universidad del Valle lidera un proyecto que se llama Reiventando, el cual se basa en las tres “R”: Reciclar, Reusar y Reducir. Mediante charlas de capacitación y creación de centros de acopio, estos jóvenes han reinventado el barrio La Limonada, Santa Faz y 13 centros educativos en San Vicente Pacaya, Escuintla. Su objetivo principal es reducir la contaminación ambiental a través de empresas sostenibles.
Sin embargo, y aunque cueste creerlo, la basura vale mucho dinero y las personas que están detrás de este negocio lo saben. Tal como me lo demostró el encargado de Conserjería del Congreso de la República, en una desagradable reunión que, junto con los jóvenes de Reinventando, presencié. Ellos discutían respecto de la posibilidad o no de implementar la idea de su proyecto en dicha institución. Empero, el empleado público nos manifestó que eso no es posible en el Congreso, que la gente sólo trabaja con incentivos económicos y concluyó “confesando” que él implementó un “programa” mediante el cual recompensaba al conserje del mes que más reciclara con un “bono” de aproximadamente Q1,000. ¡Calcule usted cuánto será el “bono” que al final del mes recibe este señor!
Así es, estamos hablando de corrupción mediante la basura de los diputados. Para mi sorpresa, a estos jóvenes no hubo comentario que “los bajara de la moto”. Todo lo contrario, le dijeron al encargado de Conserjería que a ellos no les importaba si por cuestiones políticas el proyecto sólo duraba un año, tampoco le tenían miedo a la desmotivación de los empleados, que querían hablar con todas las personas que trabajan en el Congreso empezando por los diputados y que “no hay peor intento que el que no se hace”.
Reinventarnos es lo que deberíamos de hacer los guatemaltecos para salir de este basurero. No podemos exigirle a ningún político más de lo que nosotros somos. Los políticos no son dioses, santos, iluminados, mucho menos súper poderosos, aunque algunos de ellos así lo crean o así se vendan. Son guatemaltecos “normales”, gente común y corriente que no les importa pasar sobre los derechos de los demás, que no les importa qué externalidades tienen sus actos. Eso es lo que somos los guatemaltecos, y por eso debemos cambiar de actitud, sólo así vamos a dejar de andar entre basura.
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