Venderle el alma al diablo es una frase que representa esas decisiones que se toman ante alguna oportunidad tentadora, situación extrema o ambición desbordante. Se renuncia a la libertad a cambio de que ese ser vil, pérfido y oprobioso haga realidad algo muy deseado. La transacción presupone una negociación; uno gana algo a cambio de algo. Lo que uno gana debe ser muy preciado para que uno se arriesgue a lo peor.
Los partidos y personajes políticos de nuestro país han decidido venderse a las alianzas a costa de mucho, a riesgo de todo y algunos incluso dicen –aunque nadie les crea– a cambio de nada.
Primero están los que vendieron el alma por un precio estratégico. Los que tienen proyecto similar y caen juntos al natural. El primer ejemplo fue la alianza Patriota-VIVA. Aquí el precio de las almas que se hizo público fueron programas de seguridad alimentaria y desarrollo agrícola a cambio del respaldo de un seis por ciento de electorado urbano que se verá si es tan endosable como se cree.
Luego están los que aún cuando se mueven en el mismo espacio del cuadrante político, han pasado por relaciones de amor-odio en el pasado y tienen mayor costo de transacción, como el caso de UNE y LIDER. Aquí el precio de las almas es elevado, volátil y de alto riesgo pero ambos están dispuestos a pagarlo.
Les siguen los vende-almas que pagaron un alto costo. Aquí encabeza fila la recién anunciada alianza de la facción Winaq y ANN del Frente Amplio con Baldizón. Siendo uno de los escasos movimientos con base ideológica y con una propuesta que promovía cambios estructurales, deciden dejarlo a un lado a cambio de una procuraduría agraria, una promesa de “escuchar” las consultas comunitarias y velar por los derechos humanos. Este fue el módico precio de las almas que representaban un valioso electorado que aún sabiendo que no tenían oportunidad de ganar, dieron su voto para apoyar el proyecto político que pudiera diferenciarse de todo lo demás. Lo único que podrá tal vez purgar esas almas será la intercesión de otros como Aníbal García de Nueva República y la facción de URNG, que mantuvieron con firmeza y consistencia la postura de sus agrupaciones políticas. Supieron trabajar con una alianza en el Frente Amplio llevando una propuesta y principios comunes, pero no aceptaron otra que los pusiera en riesgo ahora.
Y por último tenemos a quienes ni a venta de alma aspiran, porque mas bien la regalan, como la ex vicepresidenciable de CREO, Laura Reyes, que salió diciendo que apoya a Baldizón ¡porque es un académico! Y Baldizón responde en tono de proeza que “su apoyo es tan grande que no nos pidió nada a cambio”. No se los creen ni ellos. Pero si fuera cierto, debería darles verguenza ni siquiera haber tenido que negociar algo valioso para justificar el pseudo transfuguismo.
Algunos analistas dicen que las alianzas están en la naturaleza misma de la política y que la negociación es parte del ejercicio democrático. Totalmente de acuerdo. Pero las alianzas se hacen con negociaciones de peso, específicas y sobre la mesa. Deben mantener consistencia con la postura, propuesta y principios (ya que tanto le huyen a las ideologías) del partido. Un votante podría entender si su otrora candidato dijera que apoya a alguna otra agrupación con base en puntos clave de agenda, de una envergadura tal, que ameriten la alianza. Pero reducir todo a componendas cortoplacistas que no solucionan los problemas de fondo sino más bien los reproducen, es venderle al diablo el alma de nuestra ya frágil democracia, en liquidación, al por mayor y por gusto.
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