Este consiste en un apagón voluntario de energía eléctrica por una hora, con el fin de crear conciencia sobre algunos temas, como adopción de medidas frente al cambio climático, emisiones contaminantes, ahorro de energía.
En mi casa el nombre del proyecto es el grito: ¡Apaguen las luces que no quiero ser dueña de la empresa eléctrica! Y es que mi mamá celebra todos los días del año y a todas horas la Hora del Planeta. Dudo que su finalidad sea hacernos más conscientes del cambio climá...
Este consiste en un apagón voluntario de energía eléctrica por una hora, con el fin de crear conciencia sobre algunos temas, como adopción de medidas frente al cambio climático, emisiones contaminantes, ahorro de energía.
En mi casa el nombre del proyecto es el grito: ¡Apaguen las luces que no quiero ser dueña de la empresa eléctrica! Y es que mi mamá celebra todos los días del año y a todas horas la Hora del Planeta. Dudo que su finalidad sea hacernos más conscientes del cambio climático; más bien lo que pretende es enseñarnos que no está dispuesta a gastar el dinero en cuentas gigantes de luz eléctrica. Por lo que es comprensible que en dicha búsqueda del ahorro familiar encontremos luces ahorradoras en todas partes de la casa, que se desconecten los aparatos eléctricos y que la jornada de planchado sea los jueves, día en que uno tiene que aprovechar a sacar todo lo que pueda necesitar plancha...
La escasez nos obliga a reducir y ordenar nuestras prioridades. Cuando los bienes no son escasos los individuos no tienen que hacer ese ejercicio. Es, pues, la escasez la que nos obliga a buscar soluciones que hagan más eficientes nuestros recursos, debido a que estos no son abundantes ni ilimitados. Vivimos en una época en que las crisis energéticas son temas cotidianos, tal y como se desprende de las protestas que hubo en Europa, en especial en Alemania, durante el fin de semana, en donde la gente, en su mayoría jóvenes, salió a la calle a exigir el cierre de las plantas de energía atómica.
Proyectos como Hora del Planeta se pueden analizar desde varias perspectivas: nos podemos cuestionar lo importante que es la energía y que ésta es escaza, la necesidad de encontrar fuentes alternas, los efectos que tienen cada una de las fuentes de energía (porque todas tienen externalidades) y qué efectos estamos dispuestos a soportar, cómo utilizan ciertos grupos coyunturas —como la crisis de Fukushima o el problema de Perenco en Guatemala— para sus propios intereses. Considero que la invitación a la reducción del uso de energía no se tiene que entender como un llamado ecohistérico, sino más como una reflexión al tema medio ambiental, que es un asunto de escasez y que afecta la forma y tipo de consumo.
“Reciclar, reusar y reducir” ya no es un lema exclusivo de los grupos ambientalistas, es una realidad que responde a una transición de valores. Para las nuevas generaciones el tema medio ambiental es una realidad, ni de izquierda ni de derecha. Lo más importante de proyectos que abogan por la reducción de externalidades en el medio ambiente no es el hecho de apagar las luces por una hora, sino el cuestionamiento de las razones por las cuales se busca la reducción.
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