Ningún cambio social de importancia puede darse si no es a través de un proceso de rompimiento violento, contundente. El mundo moderno, el capitalismo reinante que ahora se indigna por las manifestaciones violentas de la chusma que protesta, tiene en su partida de nacimiento un hecho inconmensurablemente violento: la Revolución francesa —ícono de la modernidad política— triunfa cortándoles la cabeza a los monarcas. Hecho a todas luces sanguinario, sin dudas. Solo así el mundo feudal del Medievo cambió.
Así funciona la dinámica humana. «La historia es un altar sacrificial», dirá Hegel. Solo a través de grandes reacciones populares, de enormes movimientos masivos, de puñetazos sobre la mesa dados por pueblos enardecidos, las cosas cambian. Si no, no se pasa del gatopardismo: cambiar algo superficial, cosmético, para que en definitiva nada cambie en lo sustancial.
Por eso las llamadas democracias representativas están concebidas para que, más allá del cambio de gerente de turno (presidente y su equipo), nada cambie en la estructura. En Guatemala ya se llevan más de tres décadas de estas democracias formales: diez presidentes democráticos ocuparon la casa de gobierno, pero el 60 % de la población en pobreza, el racismo secular y el patriarcado insolente no cambiaron ni un milímetro, aunque ya sean 23 años de que, oficialmente al menos, se vive la paz.
En Ecuador, la gente salió a la calle a protestar y, gracias a esa movilización, el Gobierno tuvo que dar marcha atrás en su paquetazo de aumentos establecido por el Fondo Monetario Internacional. En Chile, la gente salió a la calle a protestar y, gracias a esa movilización, el Gobierno tuvo que dar marcha atrás en su aumento al pasaje del metro. En la historia encontramos muchos ejemplos de esas movilizaciones que producen cambios: en Rusia, en 1917, la gente salió a la calle a protestar y, gracias a esa movilización, el gobierno vigente —que había sucedido al zar, derrocado también por una protesta popular— dimitió, de tal suerte que se constituyó el primer Estado obrero y campesino de la historia. Eso, definitivamente, significó un gran cambio para esas grandes masas, que en poco tiempo mejoraron en forma sustancial sus condiciones de vida. En Nicaragua, en 1979, la gente salió a la calle a protestar acompañando a una vanguardia armada que bajaba de las montañas y, gracias a esa movilización, la dictadura familiar de los Somoza dejó el Gobierno y se inició un profundo proceso de transformación social.
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En definitiva, solo la masa humana protestando logra torcer el curso de los acontecimientos. Grandes personalidades —así sean las personas más carismáticas del mundo— son solo eso: personas individuales que no cambian nada. La historia, en su complejo suceder de cambios y más cambios, la hacen las grandes masas. Y, guste o no, nunca de un modo pacífico.
Ahora bien: para el discurso conservador, el punto de vista que busca mantener las cosas tal como están (porque quienes lo levantan tienen mucho que perder con los cambios), la gente en la calle protestando representa siempre un peligro.
Situación compleja: la masa enfurecida, como lo estuvo estos días en Ecuador, en Chile, en otros contextos como Barcelona o en Haití (en todos estos sitios hay airadas protestas populares), la gente salió a la calle a expresar su descontento y, gracias a esas movilizaciones, los Gobiernos deben entablar conversaciones para modificar algo.
Todo ello obliga a una reflexión: la masa sola, envalentonada, puede incendiar la ciudad, puede desatar respuestas represivas por parte de los Estados (los cuales protegen y defienden no a toda la población, sino solo a la clase dominante) y lograr cambios parciales, pero no tiene la capacidad de plantearse transformaciones estructurales sostenibles en el tiempo. Es allí donde se hace necesaria la presencia de un proyecto político claro, alternativo, que pueda darle direccionalidad a ese fenomenal descontento. ¿Vanguardia? Tema difícil, controversial, pero definitivamente imprescindible: ¿cómo pasar del descontento, de la rebelión espontánea, al cambio profundo?
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