El certamen es, sin duda alguna, un referente mundial. Prueba de ello son los escritores y poetas ganadores que han confluido desde muchos países. Los hay de Europa, de América del Sur, de América del Norte, de Centroamérica y también de nuestra patria.
¿Qué razones hay para tener las calidades que hacen de dichas justas un referente mundial? Expondré cuatro contextos que a mi criterio son los principales.
El primero es su organización. Trabajan en conjunto la Comisión Permanente de los Juegos Florales, el Concejo Municipal, la Casa de la Cultura y personas altruistas allegadas a dichas instituciones. Su aliciente es uno: el amor, sea por el arte, sea por Quetzaltenango, sea por identidad u otro ánimo cuya basa es el amor.
El segundo es la transparencia. Bajo una rigurosa metodología de recepción de las obras que participan, estas son colocadas en manos de jurados calificadores absolutamente idóneos. Los trabajos se presentan bajo un sistema de pseudónimos y plicas, y estas solo se abren en un acto público en el que participa la comisión permanente y el Concejo Municipal. Hacen presencia la población y la prensa nacional e internacional.
El tercero son los jurados calificadores. Son personas altamente calificadas para fungir como tales y muy frecuentemente son miembros de unidades académicas de reputadas universidades del orbe mundial. Tal es el caso de los jurados que este año escogieron las obras ganadoras. En la rama de poesía fueron la poeta Beatriz Pereda, el escritor Luis Alfonso Fernández Suárez y el escritor Miguel Ángel Ruiz Magdónel. En la rama de cuento fueron los maestros Luis Alberto López Acopa, Claudia Esther Osorio Gutiérrez y Raúl Armando Hernández Glory, todos ellos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. En la rama de novela participaron como jurados los académicos quetzaltecos y escritores Robin Vargas Rossell, Ricardo Rivera Echeverría y Adolfo Leonidas Camas.
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El cuarto escenario es atinente a la comisión permanente (ya mencionada en el primer contexto). Sus miembros trabajan ad honorem y no gozan de prebenda alguna. Son un ejemplo de la buena acción que solo puede provenir de un corazón noble. Quizá el siguiente fragmento del discurso de su presidente, el licenciado Julio Rodolfo Custodio, ilustre mejor este quehacer: «Aquellos versos que abrían el inacabable mar de nuestra vida vuelven a tomar fuerza este día en que la Comisión Permanente de los Juegos Florales Hispanoamericanos cumple con la patria y con la literatura hispanoamericana entregando este inconmensurable tesoro que ha pasado por nuestras manos como la estrella gloriosa de Barba Jacob: fugaz, sí, pero permanente en el tiempo y el espacio» [1].
Esta octogésima segunda edición tiene una connotación especial. La poeta laureada fue la académica Ester María Mayorga Aguilar. Nacida en Quetzaltenango, actualmente radica en Estados Unidos y fue la reina de los Juegos Florales Hispanoamericanos en 2006. Su obra se titula Cartas a Salomón de su hija Gaviota y el funeral del sur. Ester Mayorga tiene un recorrido internacional y entre sus haberes literarios cuenta haber sido galardonada en el XIX y XX Certamen Víctor Villagrán Amaya, organizados por la Alianza Francesa. Así, Quetzaltenango tiene ahora a una hija, reina y poeta.
El novelista ganador fue el médico Erik Manfredo Espinoza Villatoro, originario de Tacaná, San Marcos. Su obra se titula Retornando al origen. El doctor Espinoza Villatoro fue presidente de la Asociación de Médicos Escritores de Guatemala y ha publicado poesía, cuento y literatura médica.
El cuentista que este año se llevó las palmas es el escritor Daniel Castillo Pérez. Su obra se titula La cabeza lisa de un dictador. Nació en la ciudad de Guatemala y radica en la ciudad de Huehuetenango. Daniel Castillo también tiene trascendencia internacional. Es ganador del II Certamen Literario Mario Benedetti, organizado por la Universidad de Alicante, España. Actualmente estudia Derecho en la Universidad Rafael Landívar.
No conozco personalmente a los ganadores, pero me une a ellos un vínculo académico. La poeta Ester Mayorga y el cuentista Daniel Castillo son del orbe universitario landivariano. Y el novelista Erik Manfredo Espinoza es un colega médico y escritor.
Amigo lector, como otras tantas veces, lo invito a participar. Desde ya, la edición de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango 2020 lo espera.
Juan José Guerrero Pérez
Maestre en Letras
Juegos Florales de Quetzaltenango, 2017
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[1] Discurso pronunciado en el acto de apertura de plicas en el Salón de Honor del Palacio Municipal de Quetzaltenango el 15 de agosto de 2019.
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