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¿Puede sobrevivir el MCN? Hablamos con Arenas y los cinco miembros que renunciaron

Arenas: "Creo que va a ser una gran oportunidad".
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¿Puede sobrevivir el MCN? Hablamos con Arenas y los cinco miembros que renunciaron

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¿Cómo puede afectar el caso al MCN, referente mediático del republicanismo conservador?

“Esta es una piedra más en el camino, que estamos sobrepasando y que vamos a sobrepasar. Guatemala necesita ser reconstruida y el Movimiento Cívico Nacional (MCN) ha jugado y seguirá jugando un papel clave en esta historia”. Rodrigo Arenas, su presidente, mantiene la tranquilidad al otro lado del teléfono. Se encuentra en las mismas oficinas que hace una semana fueron allanadas por la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) del Ministerio Público.

Ese mismo día, José Luis Agüero, responsable de la constructora Asfalgua, reconoció haber pagado Q500 mil a la organización por orden del ahora prófugo y entonces ministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, Alejandro Sinibaldi. Después se conocería que existían otros dos cheques más. Al menos tres empresas sufragaron al MCN siguiendo sus indicaciones. Los pagos formaban parte de la estructura de lavado de dinero y corrupción que presuntamente dirigía. El miércoles, cinco de los 13 miembros del equipo del MCN (Gloria Álvarez, encargada de Comunicación; Diego Marroquín, Director Ejecutivo; María Wer, coordinadora de Desarrollo; Mario Yon; responsable de Redes Sociales; y José Echeverría; encargado de programas de Juventud) anunciaron que dejaban su puesto.

No deja de ser paradójico que una organización que, desde su nacimiento en 2009, hizo de la lucha contra la corrupción su principal bandera, se vea envuelta en un proceso judicial que tiene que ver con el dinero sucio y con uno de los sectores, el de la construcción de carreteras, más vinculados con la corrupción. Especialmente cuando este grupo ha tenido una evidente cercanía ideológica con grandes empresas y poderes diversos. Dado que el caso está bajo secreto de sumario, de momento poco más se sabe.

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El principal protagonista, Arenas, asegura haber revelado todo lo que estaba en su mano y, a estas alturas, no hablará más acerca de la investigación. El resto, los que se han marchado, insisten en que ellos no sabían nada y que la responsabilidad sobre las finanzas es de su jefe. Pero, en términos políticos, ¿cómo puede afectar el caso al MCN? ¿Sobrevivirá al golpe? ¿Está legitimado para reclamar transparencia? ¿Hasta qué punto todo el mundo pone la mano en el fuego por los fondos recibidos? ¿Nos encontraremos a sus ya exmiembros tratando de salvar la idea a través de otra organización que no se encuentre “contaminada” por la sombra de la sospecha?

En este texto responde Arenas. Pero también Álvarez, Marroquín, Wer, Yon y Echeverría. Todos ellos dicen estar en shock. Desde el momento en el que la policía entró en las oficinas de la zona 10 donde se encontraban Marroquín, Yon y parte del equipo administrativo hasta la actualidad, dicen que todo han sido reuniones, dudas, discusiones.

¿Es esta la muerte del MCN?  Todos los niegan, aunque siempre con un “pero”. El que deriva de las investigaciones que desarrollan el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).

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“No creo que sea el fin”, afirma Mario Yon. “Por sí solo no creo, habría que ver qué sigue pasando. La responsabilidad la tiene que determinar el proceso. Hoy por hoy no creo”. “Tiene futuro”, añade Diego Marroquín, “las ideas se seguirán defendiendo”.

Más distante, Gloria Álvarez considera que “el futuro del MCN depende de quienes son miembros actuales del MCN”. María Wer no cree que “estén debilitados”. “Confío plenamente en los talentos de la gente que se quedó para seguir luchando por los ideales”, añade. Por último, José Echeverría afirma que el grupo todavía “tiene una estructura y organización importante”.

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La acusación es un torpedo a la línea de flotación del movimiento. Más aún cuando la lucha contra la corrupción era su bandera. Aunque ninguno quiere dar por muerto al MCN, todos ellos abandonaron la organización el miércoles. ¿Por qué? Su comunicado de aquel día se limitaba a explicar que “debido a la incertidumbre de esta cuestionable situación presentamos nuestra renuncia irrevocable”. Pero más allá de las notas oficiales, hay otras historias.

“Yo estaba en la parte de coordinar a los jóvenes sobre ideas de República, Estado de Derecho”, dice José Echeverría, y continúa: “En relación a eso, a corto plazo no veía como lo podía seguir haciendo el mismo trabajo”.

“Porque la estrategia presentada ante la situación de incertidumbre que el movimiento estaba atravesando, por mi y los miembros del equipo, no fue aceptada”, afirma Gloria Álvarez. ¿Qué hubiera hecho ella? “Yo no puedo responder ´hubieras´”.

“No te sales de un lugar porque solo no sirve”, añade María Wer, “sino porque no empata contigo. No fue hacerlo de menos, sino darnos cuenta de que la situación cambiaba y, que dada la situación, nuestro trabajo era más efectivo en otro lado. No es una diferencia de fines, sino de medios. Cómo creo que puedo servir mejor a la causa por la que creo”. Mario Yon aduce que ya no se sentía cómodo y por lo tanto tenía que abandonarlo: “Los que se quedan, no hay problema. Es a nivel personal. Creo que hasta aquí puedo llegar”. Diego Marroquín  se limita a esgrimir “razones personales”. Todo ello, claro, dentro del contexto de la investigación.

Rodrigo Arenas asegura no sentirse cuestionado ni traicionado por la marcha de sus colaboradores: “Al final del día, hay personas que aguantan la presión y personas que no la aguantan. Para el movimiento es una pérdida pero no es la primera ni la última vez que se marchan personas y siempre hemos mantenido la institución”. Este aparente divorcio amistoso no implica que, desde la propia derecha, no hayan llegado críticas a los que abandonaron MCN. "Nos han dicho que somos ratas que abandonamos el barco que se hunde, pero yo no creo que se hunda, solo que tiene problemas", afirma María Wer. 

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El viernes 4 de agosto, José Luis Agüero, presidente de Asfalgua, aseguró ante la jueza Ericka Afián que Sinibaldi le pidió un soborno del 15% de los Q55 millones que el Estado adeudaba a su compañía. Una parte, concretamente Q500 mil, debía destinarse al MCN, con el objetivo de sufragar la campaña “No le toca”, utilizada contra Manuel Baldizón en las elecciones presidenciales de 2015. El lunes 7 agosto, Álvaro Mayorga, uno de los dueños de la constructora Conasa, admitía ante la juez que había entregado Q250 mil a la misma institución. Para terminar de cerrar el círculo, ese mismo día, el jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, Juan Francisco Sandoval, desvelaba otro trasvase económico, este realizado directamente desde la empresa Arqco, vinculada directamente al propio Sinibaldi.

¿Era lícito todo este trasiego monetario? Meses antes de la acusación, un miembro del MCN me explicaba que sus fondos procedían de “pequeños, medianos y grandes empresarios”, así como de National Endowment for Democracy, una organización conservadora norteamericana que ha financiado, entre otros, a la oposición a Fidel Castro y a los sectores que rechazan el gobierno instaurado en 1999 por Hugo Chávez en  Venezuela. Preguntado por si se consideraban aliados del Cacif, respondía: “No somos enemigos del Cacif. Pareciera que estamos alineados, pero es porque creemos en cuestiones importantes como la libertad y la propiedad. Nuestro punto de vista tiene puntos coincidentes”.

Que los empresarios financien a sectores afines para influir en política no es una sorpresa. Sí que se abre el debate sobre cómo afecta esto al juego democrático. Especialmente, cuando se destapan  casos como este, en el que el origen del dinero levanta muchas cejas. Aunque la consigna, entre de los antiguos miembros del MCN, es clara: todo el mundo es inocente, también Rodrigo Arenas, hasta que se demuestre lo contrario.

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“Creo que fue un error”, afirma María Wer. “Pero errores cometen todos. Estoy segura de que esta dinámica no solo se da en el MCN. Fue la que se expuso, no lo estoy excusando, pero son situaciones que muchas veces evidencian cosas para que, como personas, como organizaciones, como público incluso, hagamos introspección y cuestionamiento de las dinámicas y procesos que se tenían”. Según Wer, “varias organizaciones” le han transmitido que se replantearán sus dinámicas de captación de fondos para no verse envueltos en escándalos como este. “Pienso que no fue ilegal pero tal vez es algo que yo no hubiera hecho”, sostiene José Echeverría. “Con las lecciones aprendidas, todo se puede hacer mejor”, argumenta Diego Marroquín. Gloria Álvarez añade: “El único responsable de responder si sus decisiones fueron las adecuadas es el individuo que las tomó”.

Rodrigo Arenas ha reiterado en diversos medios que no hará pública la lista de los donantes de 2015, año de campaña electoral. Fueron un centenar, según reconoció en ConCriterio. Solo se conocen tres. “Luego de esto se debería ser totalmente transparente”, reflexiona José Echeverría.

Aún en el proceso de asimilación de lo ocurrido y sin saber qué deparará el futuro judicial para el líder del MCN, se abre el interrogante sobre si sus excompañeros piensan en fundar otra organización.

“El MCN está bajo presión, puede salir de esta, pero evidencia ante mucha gente que solo se tenía un caballo de batalla”, afirma Wer. “Esto tal vez motiva a otras personas que estaban con la espinita de querer hacer algo, de involucrarse un poco más, para animarse y hacerlo. Es un momento de crisis, pero de las crisis, tomadas con madurez, se puede salir mejor”.

Javier Echeverría reivindica la “misión y la visión” del movimiento. ¿Otra organización? “No sé, sería muy temprano, lo que si estoy seguro es que sea MCN u otra organización, las ideas han quedado plasmadas”. Mario Yon admite que el escándalo no deja en buen lugar a su anterior grupo. “Hoy por hoy lo deja en una posición difícil. Espero que sus autoridades tomen una decisión para poder rescatarlo. Es un espacio necesario para la derecha de Guatemala, la derecha es amplia, teníamos un espacio para hacer algo. Se puede salvar, ojalá. Si no, siempre hay otras opciones”, considera, reiterando que el grupo “siempre está dispuesto a hacer cosas, de modo individual o con otras personas”.

Diego Marroquín marca distancia y asegura estar enfocándose en asuntos personales. Gloria Álvarez, por su parte, lanza el guante a “los guatemaltecos que estén dispuestos a dar la batalla de las ideas”.

“No tengo miedo de que se monte otra organización. Ojalá se haga”, afirma Rodrigo Arenas, y prosigue: “Cuantas más organizaciones luchando por la República, mejor. Si ellos quieren irse a otras organizaciones, o formarlas, seguro que seremos compañeros en otras batallas”. Él, por el momento, dice no haber comenzado el proceso de sustitución de sus antiguos compañeros, ya que afirma que tienen fuerzas para seguir adelante. En lo que a él respecta, sostiene que ni siquiera considera que el escándalo vaya a afectar a su capacidad de recaudar fondos. “En lo más mínimo, creo que va a ser una gran oportunidad”.

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