Público expectante y masa paciente

La expectación también crece porque no se sabe si la función de estos actores durará los cuatro años programados o si, por lo contrario, se suspenderá por un proceso de reforma política a la mitad o antes del período previsto.

Se asoma complicación de forma y de fondo. Cuando toca, toca de junto: la crisis económica está puesta. A la baja la actividad económica, deprimidos los precios de los principales productos de exportación. Persecución a los migrantes que generan las divisas desgastadas por un tipo de cambio apreciado. Limitación de proyectos en carteras de inversión por diversas causas. Y no necesariamente crece la confianza cíclica con un inicio de gobierno, como se espera usualmente.

El sector público estará peor. Puede empezar a compararse la próxima administración con burro amarrado contra leones sueltos. Debe encontrar el modo de patear y morder para sobrevivir el primer año, con una brecha fiscal dibujada, con un presupuesto rígidamente comprometido, con una moral tributaria cerca del subsuelo y con los cambios estructurales como tarea de Estado, al mismo tiempo que se atiende el día a día.

No son tiempos de esperar mucho en el Ejecutivo. La virgen no está para tafetanes. El piso está resbaloso y no están encendidas las luces. Lo que se pueda esperar del Legislativo es más serio. Allí se deberá trabajar lo que podría ser la solución en el mediano plazo, pero no debería ser sumando chapuces. En este caso, el todo no es la suma de las partes. Se debe tener primero armado el rompecabezas y saber luego cómo se va a reformar el Estado integralmente.

Se plantean reformas a leyes con un orden que parece lógico, pero no integral. No sería mala idea que se llamara a un trabajo de los sectores sociales que permitiera proponer el proceso de reforma en el marco de una sola ley de reforma, que contenga a las demás y considere sus distintas aristas desde lo económico y lo social. Esta podría ser una propuesta atractiva para el público expectante. Solo tiene dos aspectos a considerar: que aparezcan los liderazgos necesarios y que la masa no se desespere.