Hace unas semanas vi la película Into the Woods de Disney y me sorprendí porque en esta historia ninguna de las princesas tiene el final feliz que todos esperamos. En este caso, la Cenicienta se da cuenta de que el príncipe no cumple sus expectativas, la esposa del panadero es infiel y Caperucita es una niña malcriada.
La crítica que siempre se le ha hecho al estereotipo de princesa es que es falso. Al igual que el cuerpo de Barbie, las historias de princesas han creado un estereotipo de mujer que nos encierra en un solo tipo, cuando la verdad es que no hay uno, sino tantos como mujeres en el mundo.
La feminidad de las princesas es una construcción que se ha alimentado de una sociedad machista y que ha surgido de esta misma sociedad. Pero la feminidad, como todos los conceptos, es un concepto vacío que vamos rellenando constantemente.
Claro, cambiar la idea de qué es ser femenino requiere de tiempo, de mujeres a quienes admiremos que tengan una forma de ser distinta, de que los medios visualicen a otro tipo de mujer y de que nosotras nos permitamos ser lo que nos den ganas de ser.
En el contexto del Día Internacional de la Mujer se ha discutido mucho sobre la importancia de incluir a los hombres en la discusión sobre equidad de género para lograr un balance que nos permita tener relaciones más sanas.
Definitivamente, incluir a los hombres en esta discusión es sumamente importante. Y creo que, así como empoderar a las niñas es una estrategia efectiva y a largo plazo, educar a los niños en equidad de género es la mejor estrategia para poder sentarnos a discutir sobre estos temas con hombres. Porque discutir sobre este tema con interlocutores que tienen conceptos de mujer que responden a esquemas de princesas de Disney hace imposible el intercambio.
Hace unas semanas fui a ver a mi hijastro a un juego de futbol y, cuando me fijé en los jugadores, noté que quien corría de un lado al otro y bailaba a los demás con el balón era una niña. Mi hijastro nunca la había mencionado. De hecho, hacía unos días me había dicho que las mujeres no jugaban futbol. La verdad es que a mi hijastro, como a muchos niños, le daba vergüenza aceptar que la niña era mejor que él. En su mundo, las niñas son buenas en el colegio y los niños en la cancha.
Lo que pasó en ese momento es lo que pasa en nuestra sociedad. Ya hay muchas mujeres que, como la niña, juegan en un campo rodeadas de hombres. Quizá a unas les cuesta y a otras no tanto. Pero los hombres que están a su alrededor no las visualizan, en muchos casos porque les da envidia.
En este Día de la Mujer es importante que enseñemos a los niños que existen otras feminidades para que ellos sí puedan ser interlocutores en esta discusión sobre equidad de género.
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