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Presidente Maldonado Aguirre, el relevo

A pesar de que Maldonado ya se encontraba en el Palacio Legislativo a las 14:30 horas el pleno aún esperaba a un invitado.
Una vida de actividad política en partidos de extrema derecha, que recordó al tomar posesión como Vicepresidente al decir que la primera vez que entró en Casa Presidencial fue en la década de los 50 como parte del Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas.
Momento en que Alejandro Maldonado Aguirre es juramentado como el nuevo Presidente de Guatemala.
El presidente el Organismo Legislativo, Luis Rabbé, le coloca la banda presidencial al presidente Alejandro Maldonado Aguirre.
El discurso del recién juramentado presidente de Guatemala, Alejandro Maldonado Aguirre, invitaba a la reflexión y a la tranquilidad de la población guatemalteca.
El presidente Alejandro Maldonado Aguirre anunció que pedirá la renuncia de todo su Gabinete, y que recibirá propuestas de la sociedad civil.
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Presidente Maldonado Aguirre, el relevo

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Alejandro Baltazar Maldonado Aguirre es desde hoy el Presidente Constitucional de la República de Guatemala. Tras un intento fallido de llegar a la Presidencia en 1982, por el partido Unión de Oposición Nacional (UNO,) y un pasado como diputado del derechista Movimiento de Liberación Nacional (MLN), el nuevo mandatario llega tras el fracaso de la “derecha popular” del Partido Patriota. Maldonado fue confirmado el jueves por un Congreso cuestionado por casos de corrupción, y con integrantes pendientes de la remoción de antejuicios, el mismo que en mayo pasado lo eligió como Vicepresidente que sustituyó a Roxana Baldetti.

Si  no ocurre nada que se lo impida, el abogado constitucionalista será Presidente hasta el 14 de enero de 2016, el día en que deberá entregar la banda al candidato que gane los comicios que iniciarán el próximo domingo y que, según todos los pronósticos, concluirán en la segunda ronda electoral que se celebrará en noviembre próximo. Ascendió al cargo no por decisión soberana del pueblo, sino por las acusaciones de corrupción que llevaron a la cárcel a la exvicepresidenta Roxana Baldetti, primero, y al expresidente Otto Pérez Molina, después. Ambos exgobernantes, sin proponérselo, le cedieron sus puestos, y el Congreso, en cumplimiento de la Constitución, lo designó en primera instancia como sustituto de Baldetti el 14 de mayo pasado —luego de su renuncia al cargo seis días antes—, y el jueves en reemplazo de Pérez Molina, quien unas horas antes también se vio obligado a dimitir.

Maldonado Aguirre, de 79 años, ha alternado una vida de militancia política con una carrera judicial que lo ha llevado a presidir la Corte de Constitucionalidad (CC) en cuatro oportunidades (1989-1990; 1997-1998, 2006-2007, 2011-2012), a ser diputado de la Asamblea Constituyente entre 1984 y 1986, a formar parte del Congreso como diputado entre 1966 y 1970, y entre 2004 y 2008. Una vida de actividad política en partidos de extrema derecha, que recordó al tomar posesión como Vicepresidente al decir que la primera vez que entró en Casa Presidencial fue en la década de los 50 como parte del Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas.

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Una declaración de la fiscal general, Thelma Aldana, precipitó el ascenso de Maldonado en la noche del 2 de septiembre. La fiscal dijo en Canal Antigua que la orden de captura en contra de Pérez Molina ya había sido emitida por un juez —luego de que un día antes el Congreso lo había despojado de su inmunidad—, lo cual obligó al aún Presidente a presentar su renuncia al Congreso para evitar el bochorno de ser capturado en el ejercicio del cargo, para ser procesado como presunto líder de la red defraudación aduanera denominada “La Línea”.

El pleno del Congreso conoció la carta de renuncia de Pérez Molina a las 11:58 horas del jueves, diez horas después de haberla recibido, y en sesión ordinaria, los 118 diputados presentes en el pleno, aceptaron la dimisión.  A partir de ese momento, Otto Pérez Molina dejó de ser el Presidente Constitucional de la República. Dos horas después, Maldonado Aguirre era juramentado por el Legislativo como el nuevo mandatario.

La distribución de los votos no sorprendió, el acuerdo de aceptación de la renuncia: 118 votos a favor, 0 en contra y 40 ausentes (22 de ellos de Lider) bastaron para poner fin, formalmente, a la era del gobierno de Otto Pérez Molina, Roxana Baldetti y el Partido Patriota. Lo que quedó en el aire fue el fantasma incorpóreo de un gobierno que ya no es más.

En ese espacio las especulaciones sobre nombres de posibles integrantes de la terna para la vicepresidencia se dispararon. Se llegaron a manejar hasta 10 nombres diferentes de figuras del mundo político, económico y del activismo social; pero la lista se la guardaba celosamente el nuevo gobernante. Según fuentes del Ejecutivo y del sector empresarial, Maldonado habría evaluado con detenimiento los escenarios de la renuncia de Pérez Molina desde hace dos semanas, aunque también del sector empresarial aseguran que el ahora Presidente desde hace al menos un mes tenía reuniones y charlas con algunos miembros de ese sector para evaluar quién podría ser su sustituto.

Desde alrededor de las 6:30 horas del jueves, los diputados de Lider recibieron la instrucción del presidenciable Manuel Baldizón de asistir al pleno; tendrían excusa sólo aquellos que enfrentan antejuicio (siete congresistas entre integrantes de Lider y aliados), y los que no pudieran viajar por cuestiones climáticas. La consigna era facilitar lo más posible el proceso. Provocar las menores fricciones de cara a las elecciones: declaraciones contenidas, el menor protagonismo posible.

Mientras tanto en partidos como Compromiso Renovación y Orden (Creo), Todos y la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) ya se discutía la existencia de influencias del sector privado organizado para conformar al compañero de fórmula de Maldonado en la transición. El menguante bloque del Patriota, mientras tanto, estaba más anuente a recibir la propuesta de terna que llevaría Maldonado consensuada previamente con las cámaras empresariales, la cual perfilaban desde un principio como integrada por conservadores activos en el sector justicia, una extracción similar a la suya.

Una crítica al sistema desde un protagonista por 50 años

A pesar de que Maldonado ya se encontraba en el Palacio Legislativo a las 14:30 horas el pleno aún esperaba a un invitado. Un presuroso embajador de Estados Unidos, Todd Robinson, quien atravesó el salón de los Pasos Perdidos en dirección al palco diplomático del Congreso, tras lo cual minutos después inició la ceremonia de investidura del nuevo mandatario.

Maldonado se dirigió hacia el centro del hemiciclo entre las felicitaciones de rigor: los abrazos, los saludos, las palmadas de los congresistas mientras descendía por las escalinatas. Horas antes, en el razonamiento de los votos a favor de aceptar la renuncia de Pérez Molina, los diputados trataban de dar al momento un hálito de decisión colegiada, de llamado de atención finalmente atendido: Pablo Duarte (Unionista) decía “no nos dejemos que nos lleven por un tubo, por una mala elección el 6 de septiembre”; Orlando Blanco (UNE), aseguraba que Guatemala es “un ejemplo del funcionamiento de la institucionalidad”; el normalmente desmesurado Roberto Villate, jefe de bloque de Lider, llamaba a la calma: “mi voto y el de la bancada son para que se acepte la renuncia con toda la celeridad del caso. En esto vamos a elegir al menos peor. Queremos que se tome con calma el proceso electoral”.

Ahora, frente al nuevo Presidente, el trámite se despachó con celeridad como pedían todos los bloques y se procedió a escuchar su primer discurso como mandatario. Empezó con un reconocimiento de la difícil decisión de Pérez Molina de valorar “en su dimensión (…) separar la dignidad del cargo y de la responsabilidad individual”. Un argumento que el mismo expresidente usó, hasta hacía menos de un día, para comunicar a través de su vocero, el coronel Jorge Ortega, “que llevaría dos agendas, una como Presidente y otra como ciudadano”, frente a la investigación penal iniciada en su contra.

Maldonado siguió, en un tono conciliador, reconociendo la importancia histórica de las movilizaciones ciudadanas que presionaron al sistema para la remoción de sus máximas autoridades. Resaltó a un pueblo disgustado y activo contra la descomposición y el deterioro progresivo del sistema político  “de forma que la pureza original que previeron los fundadores fue sorteada paso a paso por ineficacia de las leyes y los operadores”. Un reconocimiento tácito a los errores de la clase política a la que él pertenece desde hace 50 años. Años en los que se ha movido con discreción y mesura, aunque en los últimos ha habido decisiones que lo pusieron en la palestra y para un sector en la mirada de los rencores; la más visible fue su decisión, junto a otros tres magistrados, de anular la sentencia del juicio por genocidio contra Efraín Ríos Montt.

Junto con el diagnóstico de los males del sistema (con la ausencia de señalamientos a la desigualdad económica y social como un problema histórico no resuelto), Maldonado procedió a ofrecer una vía de conducción a los jóvenes. Dejó entrever un ofrecimiento de acercamiento al otro lado de la acción pública, la opción para los jóvenes de participar en el servicio público. Tal vez incluso a su lado, tal vez incluso durante su breve gobierno programado.

Por último hizo un reconocimiento de la grave crisis económica que enfrenta el Estado para solventar sus obligaciones en brindar salud, educación y seguridad ciudadana. A la vez que enviaba como señal del compromiso con el cambio el pedir a los ministros y altos cargos que pongan a disponibilidad sus cargos para poder renovar su gabinete.

La terna y la promesa de un intento de reforma

Luego de ser juramentado, el Presidente dio a conocer la terna en base a la cual el Congreso deberá elegir a su Vicepresidente, la cual calificó de “irreprochable”: Gabriel Medrano Valenzuela, abogado, quien fue por dos periodos magistrado titular del Tribunal Supremo Electoral, y ahora es su magistrado suplente, además de magistrado de la Corte Suprema de Justicia; Juan Alfonso Fuentes Soria, odontólogo, exrector de la Universidad de San Carlos en 1990, y expresidente de la Comisión de Derechos Humanos en Guatemala; e Irma Raquel Zelaya, economista, quien junto a Otto Pérez fue integrante de la Comisión de Paz que durante el Gobierno de Álvaro Arzú estableció negociaciones con la guerrilla, y es actual Secretaria Ejecutiva de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes).

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Por último, Maldonado reiteró que buscará impulsar la reforma electoral durante la actual legislatura, ya que la considera una “necesidad apremiante” y una acción indispensable para comenzar a regenerar el sistema político. El mandatario, que había concluido su discurso en el Congreso con una cita de Stendhal (“Adiós amigo, intenta no ocupar tu vida en odiar y tener miedo”), dijo no referirse al ahora expresidente Pérez Molina con ese mensaje.

“Es sólo un mensaje filosófico con el que cierra un carta, una reflexión” dijo.

Horas más tarde, la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia informó de la primera actividad pública del mandatario: “la ceremonia de saludo al Señor Presidente Constitucional de la República y Comandante General del Ejército”, un acto presidido por el “Mando del Ejército”. Saludo uno; saludo dos.

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