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Presidente de Colombia un día marcha con las víctimas y al día siguiente critica un fallo que las reivindica

No es claro, entonces, qué curso seguirá Santos en los próximos tres meses cuando tiene que acatar un fallo por el cual le ha pedido perdón a los militares. Más cuando ya hay varios generales activos que han manifestado en privado que primero pedirán la baja antes que someterse a la humillación de pedir perdón por lo ocurrido en la defensa del Palacio de Justicia.
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Presidente de Colombia un día marcha con las víctimas y al día siguiente critica un fallo que las reivindica

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“Juan Manuel Santos: el Presidente que un día marcha con las víctimas y al siguiente critica una decisión judicial que las reivindica”, fue como un twitero resumió el discurso que hizo ayer el Presidente a raíz del fallo del Tribunal Superior de Bogotá que ratificó la condena contra el coronel Plazas Vega por la desaparición de dos personas tras la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19.

Durante el lanzamiento de la política de gratuidad educativa y tras afirmar que él era respetuoso y acataba los fallos de la justicia, el Presidente inmediatamente entró a cuestionar el del tribunal. Y apelando a la figura católica del Padrenuestro, empezó por pedirle perdón al expresidente Belisario Betancur y luego al Ejército así:

“A veces no podemos quedarnos callados y manifestar nuestro desacuerdo, respetándolos por supuesto y acatándolos. Pero no podemos permanecer silenciosos frente a un fallo que pide que al Presidente Betancur, que ya va a cumplir 90 años —90 años de servirle al país, 90 años de defender la cultura, 90 años de promover las letras, 90 años de una vida de servicio público—, que a estas alturas pidan que una corte internacional lo juzgue por el Palacio de Justicia. Eso no tiene ningún sentido ni jurídico ni de ninguna naturaleza. (...)  Por eso, desde aquí le digo al ex presidente Betancur perdone nuestras ofensas por haberlo puesto nuevamente en esa situación.

Y lo mismo le diría a nuestro Ejercito Nacional, el Ejército de Colombia que tanto se ha sacrificado para que nosotros tengamos libertad, para que nosotros podamos mirar el futuro con más esperanza, para que nosotros podamos tener tranquilidad.

El progreso que ha tenido el país en estos últimos tiempos se le debe al gran sacrificio que han hecho nuestras Fuerzas Armadas, entre ellas nuestro gran Ejército, y ponerlo en la picota publica a que pida perdón, más bien nosotros le pedimos perdón al Ejército por no haber sido lo suficientemente enfáticos en la admiración que le tenemos, en el respeto en la gratitud que sentimos por todos nuestros soldados de tierra, mar y aire.

Perdónenos, que no hemos sido lo suficientemente expresivos. No hay palabras suficientes para que los colombianos podamos manifestar nuestra admiración y nuestra gratitud por los soldados de tierra, mar y aire, y por los policías de Colombia. De manera que invoquemos ese Padrenuestro y sigamos perdonando a los que nos ofenden. Gracias, general.”

De esta manera, Santos puso a los colombianos en una disyuntiva, como dijo ayer en Hora 20, el abogado Néstor Humberto Martínez: apoyar al Ejército o apoyar a la Justicia.

 

¿La orden se acata pero no se cumple?

 

Porque el fallo del tribunal es contundente: “Ordena que el Ministro de Defensa, el Comandante de las Fuerzas Militares, el Comandante del Ejército Nacional, el Comandante de la Brigada 13 y el Comandante de la Escuela de Caballería, dentro de los tres meses siguientes a la ejecutoria de la presente sentencia, celebren un acto público en la Plaza de Bolívar de Bogotá pidiendo perdón a la comunidad por los delitos ejecutados los días 6 y 7 de noviembre de 1985 que llevaron a la desaparición de ests dos personas”.

Santos, como Presidente de Colombia, es el Jefe Supremo de las Fuerzas Militares y por lo tanto bastaría la orden de él al Ministro de Defensa y al Comandante del Ejército de acatar el fallo para que toda la línea de mando lo hiciera. O para evitarle la humillación a los militares, podría él mismo, como comandante supremo de las Fuerzas Militares ser quien liderara la pedida de perdón junto a Gustavo Petro que ha ofrecido hacerlo por el horror sucedido ese día y aprovechar la oportunidad para ir cerrando heridas.

Pero el Presidente opta más bien por pedirles perdón a los militares y a Belisario con el argumento de que los colombianos no les hemos agradecido lo suficiente su sacrificio y que por lo tanto no tendrían por qué ser cuestionados por un delito como la desaparición de estas dos personas.

La lógica del Tribunal para pedir este perdón como forma de reparación simbólica a las víctimas es que si bien el Coronel Plazas fue el 'autor mediato' de la desaparición en este delito participó toda una "estructura organizada de poder". Es decir, que él no actuó solo, un hecho que es evidente puesto que Plazas Vega estaba liderando la defensa del Palacio de Justicia y alguien más tuvo que interrogar, torturar y desaparecer a los empleados de la cafetería y luego encubrir el delito. Y que por lo tanto la institución a la que pertenecía también tiene una responsabilidad en los hechos.

No es claro, entonces, qué curso seguirá Santos en los próximos tres meses cuando tiene que acatar un fallo por el cual le ha pedido perdón a los militares. Más cuando ya hay varios generales activos que han manifestado en privado que primero pedirán la baja antes que someterse a la humillación de pedir perdón por lo ocurrido en la defensa del Palacio de Justicia, máxime cuando ex guerrilleros del M-19 están gobernando en el Palacio Liévano.

Más allá de si el tribunal se extralimitó al hacer extensiva la responsabilidad sobre un hecho delictivo a toda la institucionalidad del Ejército en un fallo sobre la responsabilidad penal individual de una persona, en este caso el Coronel Plazas Vega, Santos nuevamente ha incumplido su promesa de no cuestionar los fallos judiciales tal como lo hacía su antecesor Álvaro Uribe.

Y la pregunta es por qué lo hizo teniendo en cuenta que él se ha mostrado más respetuoso de la institucionalidad. ¿Teme una renuncia masiva de la cúpula? ¿Quiere mostrar su solidaridad con los militares en este caso que es de alto contenido simbólico para ellos con el fin de obtener su colaboración en otros procesos que considera más cruciales como un proceso de paz o incluso retirar el artículo del fuero militar que tanto escozor ha causado en la comunidad internacional de los derechos humanos? ¿Habló más como exministro de Defensa pensando en los falsos positivos que ocurrieron durante su período y por los que eventualmente lo podría obligar un juez a pedir perdón aunque no haya tenido ninguna participación en su comisión? ¿O simplemente, fue una salida popular pues sabe que muchos  colombianos ven como una terrible injusticia e ironía de la historia que mientras unos exguerrilleros del M-19 están gobernando la ciudad más grande de Colombia los militares que rescataron el Palacio estén condenados?

Cualquiera que sea la respuesta a estos interrogantes, la intervención del Presidente en este caso, dada la majestad de su cargo y la neutralidad que se espera de él, complica aún más una situación que ya de por sí es difícil y polarizante como la desatada por este controversial fallo. Del Presidente se espera que no tome partido en contra  de la justicia que está reivindicando unas víctimas que llevan más de 25 años esperando justicia o verdad o reparación, si es que es tan difícil obtener las tres.

Las víctimas

Y su intervención es aún más desconcertante viniendo de un Presidente que tan solo el viernes pasado prometió marchar del lado de las víctimas durante los próximos meses.

Lo único que comparten ambas posturas políticas es la decisión del Presidente de no mantenerse como un tercero neutral y como un eventual árbitro que le pueda dar seguridad tanto a las víctimas como a quienes son o serán cuestionados como posibles victimarios de que tendrán en él un garante de un proceso justo.

Después de su anuncio de acompañar las marchas de las víctimas y de la decisión del gobierno de incluso financiar la movilización de los campesinos, el Presidente fue cuestionado por varios empresarios agrícolas del Urabá.

Estos le enviaron el mensaje de si su decisión de marchar quería decir que ellos no contarán con verdaderas garantías para demostrar su buena fe cuando su posesión de las tierras comience a ser cuestionada por las organizaciones de víctimas, como ya ha comenzado a suceder.

Quizá más que marchas o pedidas de perdón no solicitadas "a nombre de los colombianos", el Presidente podría aprovechar estas oportunidades para propiciar en la sociedad colombiana una discusión a fondo y sincera sobre la violencia de las últimas décadas, las responsabilidades que le caben a cada quien y la fórmula para superarla.

**Este artículo es parte de La Silla Vacía y es reproducido con su autorización por Plaza Pública. 

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