Las designaciones en la Cancillería y en los Ministerios de Economía, Comunicaciones, Energía y Minas y Medio Ambiente avizoran que en la práctica, la búsqueda de inversiones a gran escala, la competitividad, la liberación comercial y el famoso discurso de “promover reglas claras” serán un común denominador que presagia vientos huracanados. No solo se trata de nombrar a ciertos personajes para su resarcimiento electoral. El asunto es mucho mayor. Se trata de cuidar que esas designaciones no r...
Las designaciones en la Cancillería y en los Ministerios de Economía, Comunicaciones, Energía y Minas y Medio Ambiente avizoran que en la práctica, la búsqueda de inversiones a gran escala, la competitividad, la liberación comercial y el famoso discurso de “promover reglas claras” serán un común denominador que presagia vientos huracanados. No solo se trata de nombrar a ciertos personajes para su resarcimiento electoral. El asunto es mucho mayor. Se trata de cuidar que esas designaciones no representen hechos legitimadores para operar en lo público a favor de intereses cuestionables, sean legales o no. Las primeras decisiones que tome el futuro gobierno y en particular, los responsables de esas carteras donde la lupa es mayor, serán pruebas contundentes de por dónde irán los trazos posteriores. Probablemente de primas a primeras se cuidarán las espaldas, pero más temprano que tarde se soltarán el pelo.
Contrario al gobierno saliente, que pudo negociar bajo diversas condiciones con las organizaciones que pueden hacer temblar cualquier gobierno (sindicatos públicos, por ejemplo), el gobierno entrante intenta poner en práctica otra lógica: suscribir acuerdos de alto al fuego, pero condicionando recursos financieros que tiene a medias y por lo que tendrá que “sacrificar” otros objetivos. Esa fórmula no es sostenible, es desgastante, genera rápido descrédito y promueve la acumulación de otras tensiones. El círculo se vuelve a cerrar. Mientras la UNE tuvo en Sandra Torres y sus programas sociales los mecanismos de resguardo, controlador de tensiones y modelador de alianzas locales, el gobierno patriotista está desprotegido. Su única “esperanza” consiste en el logro de resultados contundentes en materia de seguridad y/o en restringir/oponerse a todo tipo de reacciones que pongan en cuestionamiento sus decisiones.
Sin lugar a dudas la generación de riqueza es necesaria, pero la ausencia de límites, el uso del Estado como patrimonio privado y la orientación de la institucionalidad a favor de un crecimiento económico desorbitante y deshumanizante forman parte de una ecuación incompleta, sumamente probada y con resultados nefastos. Insistir en esa ruta nos llevará a profundizar en las inequidades. Tal como lo indica la propuesta metodológica para avanzar al desarrollo rural integral, la promoción de inversiones y riqueza en el área rural tendrá sentido si promueven la sostenibilidad ambiental, favorecen la equidad en la generación de la riqueza y valoran la multiculturalidad; de lo contrario, la historia expoliadora se repetirá.
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