Su pénsum tiene cuatro áreas (o componentes de especialidad): Clínica, Educativa, Industrial/Organizacional y Social Comunitaria. Se dará respuesta así a las necesidades de la región II, norte de Guatemala, y también a las necesidades de otros territorios donde tenemos influencia y presencia.
Dichos territorios (región II norte —Alta y Baja Verapaz—, Franja Transversal del Norte, parte sur de Petén y otros aledaños) fueron duramente golpeadas durante el conflicto armado interno. Las generaciones nacidas entre 1965 y 1995 presentan secuelas cuya atención no las ha podido asumir el sistema de salud del país. Y encima de ello, dentro de dichas circunscripciones hay lugares donde por cada 40,000 habitantes solo existe un agente de salud (no necesariamente médico, enfermera o psicólogo). Afortunadamente, sí hay parteras y terapeutas mayas.
Somos conscientes de que el estamento menos atendido es el de la salud mental, por lo que se percibe una necesidad ingente de crear espacios de formación en psicología que abarquen desde la psicología clínica hasta la social comunitaria. Ello acendra nuestro propósito de ser la mejor universidad para la región.
La Licenciatura en Psicología en la Universidad Rafael Landívar nació hace más de 50 años con una preparación general, con la visión de comprender al ser humano en su comportamiento y de determinar, a partir de ello, cómo intervenir para orientarlo hacia la búsqueda de una estabilidad personal. El contexto continúa vigente, con la característica de haber ido evolucionando de acuerdo a las demandas de la época y a los cambios de la sociedad guatemalteca. Asimismo, con el correr de los años se ha ido diversificando. Se han graduado muchos profesionales en sus áreas de especialidad.
También ha de tenerse en cuenta que todo estudiante landivariano cursa dos mallas curriculares: la malla disciplinar, que es atinente a la carrera escogida, y la de los cursos de formación integral, que contribuyen a vincular el programa educativo con la filosofía de la institución, en nuestro caso atinente a la formación de valores como la dignidad, la libertad, la responsabilidad y el servicio dentro de un marco ético.
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Baste decir que dentro de los objetivos específicos de esta licenciatura se cuentan algunos como «formar un profesional capaz de abordar las problemáticas psicoambientales y social-comunitarias para mejor intervenir en la mejora y desarrollo de la comunidad». Y, por supuesto, no dejamos de lado (como bien lo explicitan los documentos de la justificación de la carrera) el abordaje de las problemáticas emocionales que requieran de una rápida y eficaz intervención que les permita a las personas reponerse y tomar el control de sus vidas, como tampoco capacitar al estudiante en el abordaje y asesoramiento en situaciones psicoeducativas, en ambientes escolares o en instituciones que busquen el desarrollo de la persona a través de acciones formativas.
No es casualidad entonces que la lección inaugural del ciclo académico 2019 de nuestra universidad, titulada Ética, política y bulos (fake news), haya sido dictada por la doctora Adela Cortina Orts. Ella es catedrática de Ética de la Universidad de Valencia y recientemente, en la entrega de premios de fin de grado, en el entorno de las festividades de Santa Catalina (en España), explicitó: «En las universidades y en la enseñanza no universitaria es preciso reforzar el papel de las humanidades y que trabajen codo con codo con las ciencias y las técnicas porque esa es la única manera de formar una ciudadanía lúcida y madura».
Justamente lo que necesitamos en Guatemala: una ciudadanía lúcida y madura. He allí otra razón de ser de esta innovadora carrera que se servirá en modalidad de plan diario.
Seguimos caminando, pues, como nos pidiera nuestro actual provincial en Centroamérica: «Despacio, pero sin pausas». Así nos lo solicitó el reverendo padre Rolando Alvarado López durante su período rectoral en la Universidad Rafael Landívar.
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