La semana pasada vi con horror el video que mostraba el vehículo pasando encima de estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Comerciales. Una de las estudiantes, Brenda Domínguez, falleció luego de las múltiples heridas que recibió en el cuerpo.
El video en cuestión me causó asco y me sigue perturbando. El asesinato de la semana pasada evidencia una vez más que los seres humanos, como pocas otras especies animales, son claramente más agresivos, violentos y asesinos entre sí. Esto ...
La semana pasada vi con horror el video que mostraba el vehículo pasando encima de estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Comerciales. Una de las estudiantes, Brenda Domínguez, falleció luego de las múltiples heridas que recibió en el cuerpo.
El video en cuestión me causó asco y me sigue perturbando. El asesinato de la semana pasada evidencia una vez más que los seres humanos, como pocas otras especies animales, son claramente más agresivos, violentos y asesinos entre sí. Esto aumenta con factores puntuales en nuestra sociedad que debemos entender y eliminar:
1. Nos volvemos más violentos
Cuando nos volvemos insensibles a la muerte o a los asesinatos que ocurren todos los días en Guatemala, la violencia aumenta. Cuando la muerte y la violencia nos rodean, el valor de la vida humana disminuye y el horror que nos causa su pérdida también disminuye. ¿Cómo podemos cambiar esto? Primero, fortaleciendo nuestros sistemas de policía y de vigilancia con certeza jurídica y castigos para los transgresores, apoyando a quienes quieren justicia en el país y, más importante, escuchando a víctimas de la violencia para sensibilizarnos.
2. Olvidamos la razón de vivir en comunidad
Cuando nos separamos unos de otros y de creencias unificadoras comunes, la violencia aumenta. Cuando no estamos conectados con otros, nos preocupamos menos por el bienestar de los demás. Cuando compartimos vínculos comunes de creencia y de valor con los demás, somos menos propensos a ser agresivos o violentos con las otras personas. ¿Cómo podemos cambiar esto? No caigamos en ideologías que nos invitan a pensar solamente en nuestro egoísmo irracional disfrazándolo de independencia, individualismo y libertad. Entendamos que solamente podremos ser individuos felices y completos cuando amamos a los otros y comprendemos que sus necesidades y carencias son también las nuestras. Rechacemos a los líderes de opinión que hablan de la libertad como si fuera el valor último al que debemos aspirar. Digámosles a todos ellos: «¡Basta ya! ¡En sus bocas está la semilla del odio que hizo que el joven de 24 años pisara el acelerador del auto! ¡Yo soy un mejor individuo si y solo si quienes me rodean y yo vivimos en igualdad de oportunidades!».
3. Creemos en ideas de odio
Cuando permitimos que las ideologías que invitan al odio hagan que grupos o clases de personas sean vistos como diferentes, malos o incluso menos que humanos, la violencia aumenta. Con demasiada frecuencia, la violencia está vinculada al odio. Creencias odiosas como el racismo, el clasismo y la misoginia permiten que grupos enteros sean deshumanizados. El miedo no solo conduce a palabras de odio, sino también a incentivar comportamientos violentos. ¿Cómo podemos cambiar esto? Simplemente teniendo cero tolerancia con la intolerancia. Aprendamos más de aquellos a quienes les enseñaron a odiar o despreciar por su color de piel, clase social o religión. Además, seamos muy cuidadosos al escuchar a los líderes de opinión con creencias odiosas. Las creencias odiosas son como un cáncer, y nunca uno benigno. Son ideas que se propagan, invaden y destruyen. Por eso detengámoslas antes de que se extiendan. En el corazón de la tolerancia está el respeto. Y si nos tratamos con respeto nos veremos enriquecidos con las creencias de otras personas.
La muerte de la estudiante pudo haberse evitado si el conductor del automóvil nunca hubiese creído que él estaba en lo correcto al creer que su derecho de locomoción era superior al de los otros de manifestarse. Quizá, si a esta persona no le hubiesen enseñado que su egoísmo irracional era más importante que la vida de otras personas, el día de hoy yo no hubiese tenido que dedicar este artículo a la niña Brenda Domínguez. Que descanse en paz y mis condolencias para su familia y sus amigos.
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