El resto es historia. Barak Hussein Obama, ese joven senador carismático por Illinois que levantaba todo tipo de sospechas racistas por su color de piel, su nombre y sus orígenes, está por finalizar dos períodos presidenciales con más luces que sombras e índices de popularidad que sobrepasan los obtenidos por George W. Bush al final de su mandato. Obama cuenta con un sano 53 % de aprobación, contra el ...
El resto es historia. Barak Hussein Obama, ese joven senador carismático por Illinois que levantaba todo tipo de sospechas racistas por su color de piel, su nombre y sus orígenes, está por finalizar dos períodos presidenciales con más luces que sombras e índices de popularidad que sobrepasan los obtenidos por George W. Bush al final de su mandato. Obama cuenta con un sano 53 % de aprobación, contra el desastroso 29 % con el que contaba Bush allá en 2008.
Dada aquella debacle entre Obama y la entonces senadora Hillary Clinton, se esperaba que ella sería la ungida natural para la sucesión del Partido Demócrata este año. Pero nadie imaginaba que la campaña del aguerrido opositor Bernie Sanders, el veterano senador socialdemócrata por Vermont, levantaría vuelo —ganando primarias y caucus en 22 estados— y vendría a empedrarle la ruta hacia la coronación. Con Sanders fuera ya de la contienda, Hillary está lista, como dice su campaña, con 2 219 delegados comprometidos y al menos otros 587 superdelegados en la bolsa, sobrepasando los 2 383 requeridos para ser proclamada la candidata demócrata el próximo mes.
Y aquí se esbozan cinco razones por las cuales es posible que el próximo 8 de noviembre le toque a Clinton la primera magistratura:
- Decadencia del Partido Republicano. Como hemos venido observando desde hace casi dos lustros, el partido ha perdido de vista y fracasado en acercarse a los nuevos actores políticos que emergen de la nueva realidad sociocultural del país: jóvenes, gente de color, la comunidad LGBT y clases trabajadoras afectadas por la recesión. Aquí está el abono para estas y las próximas justas presidenciales, pero el partido ha preferido dejarse cooptar —expresión de moda— por Donald Trump.
- Estrategia perdedora del voto masculino blanco. Trump confía en que puede exprimir hasta el último voto de las clases medias y trabajadoras blancas, en especial el voto masculino de este grupo, como lo ha venido haciendo el partido por décadas. Sin embargo, esta no es una estrategia ganadora. Ese voto, al igual que el partido, viene en franco declive porque la población blanca ha disminuido. Como indica un análisis en el Washington Post, Trump tendría que lograr el 70 % del voto de hombres blancos, lo cual representa dos puntos porcentuales más de lo conseguido por Richard Nixon y Ronald Reagan en sus apabullantes victorias (68 %). En 2012, Romney obtuvo 56 %.
- Voto demócrata cautivo. El voto de las mujeres y de las poblaciones de color ha favorecido más recientemente al Partido Demócrata. En la elección de 2012, el 95 % de los electores negros, el 89 % de los no blancos y el 57 % de las mujeres votaron por Obama. No sorprendería que un mayor porcentaje de mujeres votaran esta vez por Clinton.
- Encuestas favorecedoras. Aunado a lo anterior, si bien al principio ni Clinton ni Trump eran vistos favorablemente por los electores, esta tendencia tiende a disminuir para Clinton. Para la contienda de noviembre, las últimas encuestas otorgan a la exsenadora seis puntos de ventaja sobre el empresario (44 % versus 38 %).
- Hillary es presidenciable. Hasta ahora Trump solo se ha enfrentado a sus homólogos republicanos en una suerte de concurso pueril de propuestas sin fundamentos e insultos. Sin embargo, una vez frente a Clinton, la experimentada tecnócrata no vacilará en vulnerar su prepotente ego, que terminará por revelar a los indecisos lo que realmente es: un simple bufón inescrupuloso.
Si las tendencias siguen favoreciendo a Clinton, no se la inculpa en el uso de su correo privado cuando ejercía como secretaria de Estado y se fomenta el voto cautivo, Clinton ganará la presidencia. Y aquellos que creían que el país no estaba listo para una mujer presidenta presenciarán de nuevo otro cambio histórico y hasta ahora aplazado en una de las democracias más antiguas del mundo.
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