En la política guatemalteca hay varias. He aquí algunas que vienen al caso:
«El candidato presidencial que llega en segundo lugar gana en la siguiente elección». Hay que analizar cómo es que este fenómeno llegó a darse en la política nacional. En opinión de este analista, el denominador común es el voto de castigo. No es que los segundos se vuelvan primeros y punto. Es que la población termina tan desencantada del partido de turno que confunde las elecciones con un plebiscito al gobierno. Normalmente, quien gobierna es el menos peor, según el juicio de los votantes.
En esa nota, la franquicia de Manuel Baldizón, en su exceso de confianza, hizo una maniobra que puede costarle muy caro. Si la población estaba dispuesta a votar por Líder en demostración de castigo al PP, su alianza preelectoral para controlar nombramientos clave en órganos del Estado responsables de la persecución penal, la impartición de justicia y el control de cuentas, así como de acuerdos interpretados como mecanismos de transferencia de fondos públicos a cuentas privadas y legislación mediante un acuerdo fifty-fifty, le hizo perder lo más valioso que tenía: distancia con el partido oficial. Lo que cocinó es una alianza simple y llana para crear un equipo con camiseta a rayas rojas y naranjas. Quién sabe si, en consecuencia, el voto de castigo acaba con el mito de los segundos serán primeros. La onerosa paralización del Congreso no puede endilgarla al PP porque es objetivo de su alianza. Y para el candidato Sinibaldi, se acabó aquello de «hay un demonio que debemos derrotar».
Siguiente mito: «El clientelismo es la estrategia para cambiar la historia y repetir en el poder». Baste con recordar la frase aquella sobre la imposibilidad de obtener resultados diferentes haciendo las cosas de la misma manera. Obligar a la población a afiliarse al partido porque los programas sociales están ligados a eso no ha dado resultados antes ni lo hará ahora. ¿Saben por qué? Porque los pobres y los aprovechados que se cuelan en la partida sólo se hacen los convencidos. Son pobres, no babosos.
Recuerdo cuando a la UCN de Jorge Carpio parecía que le llegaba su turno. La muchachada de mi barrio hizo un grupo y se afilió. «Venite», me dijeron. «Si ganan, ya estamos apuntados y algo nos tienen que dar». Lo interesante es que no votaron por el partido y que este ni ganó.
Se equivocan quienes dedican años a fortalecer la base partidaria a fuerza de regalitos, paseos y promesas. «Lo que se ve se cree», dice la gente. Así que aprovechan lo que les den, gritan cuando se lo pidan, se montan en camiones a cambio de un pollo campero y sienten que burlaron al sistema. Como dicen por ahí: «Qué es mejor: un pollito campero en la capital o un almuerzo de tortillas y arroz en el pueblo». Pues queda claro qué es mejor, para salir de la rutina. De eso a que el día de las votaciones hagan lo que les digan hay gran diferencia. Eso se consigue sólo por la fuerza. Y si es así, ¿para qué tanta inversión?
Sí, hay mucha gente que vende su voto, pero no por lo que les dieron a lo largo de cuatro años de clientelismo. «Traidores, malagradecidos, muertos de hambre», gritaba un alcalde de oriente que creía asegurada la reelección y que hasta cochitos había repartido.
¡Ah! Pero hay gente que vota como resultado de los discursos de campaña. Esas personas no venden su voto. Hasta se arriesgan a sufrir represalias cuando el operador local se da cuenta de que se pasaron al otro potrero.
¿A qué viene todo esto? Al papel de los medios de comunicación con independencia y a las personas que votan luego de un análisis de propuestas. Hay que educar, desarmar los mensajes demagógicos y orientar a quienes se rebelan contra el cacique local. Hay que pasarles el manual de voto cívico a los votantes más jóvenes.
Creo que, en cuanto a voto pensado, quedan incluidas muchas de las personas que siguen a Plaza Pública. El perfil del lector es superior a la media. Debemos asumir la responsabilidad cívica de ayudar al voto educado. No se trata de meternos en campaña, sino de trabajar para que la población tenga información suficiente para tomar su decisión. Las radios comunitarias son un buen medio, si acaso son independientes.
Parece un planteamiento utópico, pero no lo es. Hay personas que están haciendo el esfuerzo desde ahora. Un ejemplo es el programa radial de Celia Recinos, La hora de los zancudos, en la frecuencia FM 97.3, a las seis de la tarde. Eduquemos sin segundas intenciones. Compartir conocimiento es deber y privilegio.
Nota amarga
El pasado martes 10 de marzo fueron ejecutados los periodistas Danilo López y Federico Salazar. Se encuentra gravemente herido el periodista Marvin Túnchez. Mi sentido pésame a los familiares de Danilo y Federico. Espero que Marvin Túnchez se recupere y pueda continuar su vida sin limitaciones. Honor a la memoria de los periodistas asesinados. Esperemos que los autores intelectuales y materiales sean castigados y que no desamparemos a las familias que han quedado sin protección.
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