Es cierto que nos va mal en más aspectos de los que podemos contar, pero el hecho de que el sistema de judicial esté secuestrado viene siendo de lo peor que nos puede ocurrir. Habremos perdido el único marco en el cual podríamos operar legalmente para realizar cambios haciendo justicia, castigando a quien viole la ley, restringiendo las posibilidades para que se abuse de la autoridad, para que se asesine, para que se robe, cerrándole los espacios a la corrupción. Por eso los últimos acontecimientos desencadenados por la renuncia de Claudia Escobar Mejía y el pronunciamiento de diversos sectores cobran especial importancia.
Entonces desde este espacio digo a la clase gobernante y sus fieles servidores: no somos pocos, no estamos callados y no somos invisibles ni irrelevantes. Lo que sí estamos es hartos.
Aquí me pinto de negro y así me hago visible. Lo que tengo es mi voz y aquí me hago escuchar. Todos tenemos algo y en algún lugar lo haremos notar.
Invito, al lado de muchos columnistas que igualmente lo han manifestado, a que todos se hagan visibles para se note que no va a ser tan sencillo, que cada movida será observada, evidenciada y públicamente rechazada. Que tendrán que aguantarse las protestas de muchos, así de variadas y creativas como variados y creativos somos todos los que integramos la ciudadanía guatemalteca.
Aquí no se trata de que otros hagan y aquí no hay aporte demasiado pequeño. Todos los que han realizado pequeñas o grandes acciones son nosotros y nosotros somos ellos. Piénselo desde dentro: ellos son yo y yo soy ellos.
Claudia Escobar Mejía es nosotros. La PDH y los jueces que se unieron a su causa a pesar de las presiones, los manifestantes frente a la Corte de Constitucionalidad también son nosotros. Me pinto de negro con ellos.
La ONU, la CDIH y la CICIG han expresado su preocupación por la falta de transparencia en los procesos de elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Apelaciones. Ellos también son nosotros. Me pinto de negro con ellos.
La Fundación Myrna Mack, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, Open Society y la Fundación para el Debido Proceso son nosotros. Me pinto de negro con ellos.
Corre el grito: ¡Justicidio NO! y es nosotros.
El grupo Semilla, que anda sembrando para la acción, es nosotros. Me hago tierra negra para que la semilla crezca fuerte.
Los que se agrupan para manifestar en defensa de sus derechos y son criminalizados, los periodistas que indagan y denuncian, los muertos sin justicia y sus familias son nosotros. Guardo luto con ellos.
Los tres magistrados del TSE que sancionaron al PP son nosotros.
Los pobres cada vez más pobres, la clase media que cada vez la tiene más difícil, el trabajador honesto al que ya no le alcanza, son nosotros.
Los estudiantes de escuelas que no están recibiendo una educación sexual integral (si acaso la reciben) pero que sí están recibiendo visitas de militares armados que transmitirán sus valores, son nosotros.
Cada uno de nosotros es parte de este país y resulta que estamos del lado que tiene menos poder y que se está llevando lo peor de los actos que benefician a unos pocos. Eso de “menos poder” sólo es cierto en la medida en que seamos invisibles. Somos ruido, somos estorbo, somos conciencia, somos denuncia, somos soporte y aliento para los que pueden operar desde adentro. Hay un papel para cada uno, ya sea el de permitir que todo siga igual o el de aportar desde su propio espacio y acuerpar este movimiento de ciudadanos que tomamos conciencia de nuestra capacidad de acción.
* Paint it black, canción de la banda Rolling Stones, del álbum Aftermath (1966).
** http://www.plazapublica.com.gt/content/un-fraude-de-competencias-para-sa....
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