Para nombrar a una persona en un puesto que requiere cumplimiento y rendimiento satisfactorio y que exige resultados a ojos vistas es preciso recopilar información acerca de los candidatos con mucho tiempo de antelación. Ello permite ubicar a personas con un nivel aceptable de estudios, experiencia imprescindible y conocimiento del corpus laboral que manejará. De tales calificaciones y características ha de escogerse al funcionario.
Arguyo en relación con los perfiles porque en menos de 15 días el primer mandatario ha nombrado tres ministros en la cartera de Comunicaciones. Alarmante situación. Más aún cuando tales nominaciones han sucedido en medio de señalamientos de improvisación en la conformación del gabinete.
Otros dos casos se han vuelto neurálgicos. Uno es el de Juan Adriel Orozco Mejía como coordinador general de la Unidad para la Prevención Comunitaria de la Violencia del Mingob. El otro corresponde a Édgar Chin como director del Consejo Nacional de la Juventud.
Del primero no se sabe más allá de su papel protagónico como el soldado Melrosco en las escenas humorísticas de La tropa loca. Creo que también tiene otras actuaciones en el programa Moralejas. Del segundo, que el puesto que ya está desempeñando es su primera experiencia laboral.
La condición de histrión del primero y la juventud del segundo no deben ser sujetos de objeción. Pero sí lo que cada quien debe saber, sus actitudes, sus competencias y otros estándares que bien valdría que se evidenciaran para generar tranquilidad en la población.
Contrastan las anteriores designaciones con el nombramiento de Ninfa Crisol Gómez como subdirectora del Sistema Penitenciario. No la conozco personalmente. Empero, sus estudios en investigación criminal, sociología y psiquiatría forense son indicadores de un rumbo cierto, si bien no se han dado a conocer sus grados académicos.
Conviene recordar que la USAC y ciertas universidades privadas le ofrecieron al presidente Morales todo su apoyo en materia de asesoría, la cual, según se entiende, no costaría ni un centavo. Los colegios profesionales también se dispusieron a colaborar con él, particularmente en la sugerencia de personas idóneas para ocupar tan delicados cargos. La inexperiencia es muy peligrosa, y más la frivolidad asociada con ideas. Pero más resbaladiza es la vinculación de la inexperiencia, la frivolidad y el poder.
Yo estoy seguro de que hay personas con el perfil idóneo para ocupar los diferentes cargos gubernamentales. Es cuestión de que el mandatario haga un alto, piense, medite y guarde un poco de silencio. Ya se le nota irascible con la prensa, y ello también es riesgoso. El cambio para Guatemala no se está haciendo esperar. Don Iván Velásquez fue muy claro: «La lucha contra la impunidad sí es posible». Y en esa hombrada deben participar los mejores.
Las sombras continúan en muchos estamentos y no se debe permitir que Guatemala siga siendo mangoneada. La transparencia que tanto voceó Morales como candidato debe hacerla realidad como presidente. Y debe recordar que, tal y como dijo el jefe de la Cicig: «Transparencia no es sinónimo de idoneidad».
El quehacer de los poderes del Estado está sometido a una supervigilancia por parte de la sociedad civil como nunca había sucedido. Muchos son los ojos que observan ab intra y otros tantos ab extra de nuestras fronteras. Se anotaría un hito Jimmy Morales si la selección del magistrado que por el Ejecutivo debe integrar la Corte de Constitucionalidad se hiciera de manera pública, a la vista de todos y teniendo como baluartes para la escogencia la idoneidad y la honradez.
Así, solo así podríamos quitarnos el yugo que tan plásticamente denuncia Atahualpa Yupanqui en la canción El arriero va: «Las penas y las vaquitas se van por la misma senda. Las penas son de nosotros. Las vaquitas son ajenas». Porque en Guatemala hasta los ríos se roban. Pero reitero por enésima vez: «No hay mal que dure cien años ni enfermo que lo aguante».
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