La visión del mal de San Juan era: Padre de la mentira. Y esa condición —de mentira— parece haber abonado los sucesos de Totonicapán. Hoy sobreabunda el fingimiento.
La pregunta es: ¿Por qué?
Inmediatamente posterior a los sucesos del 4 de octubre, el ministro de gobernación salió al paso diciendo: “Los policías y los soldados no iban armados”; el ministro de la defensa declaró: “Iban armados pero no dispararon”; y el presidente Pérez Molina aclaró: “Iban armados y dispararon pero al aire…” (De los pulmones de los manifestantes quizá…)
Las argumentaciones falaces, en una semana, aumentaron asombrosamente. El mismísimo canciller trató de burros y pendejos a sus detractores y minimizó la gravedad de los hechos. Conducta nefasta en un funcionario de su categoría. Nuevamente, Haroldo Caballeros nos ha dejado mal parados internacionalmente y a fecha de hoy, sigue en el puesto. ¡Solo en Guatemala!, ¡solo en Guatemala sucede semejante absurdo! Y la atención está puesta ahora sobre su despacho y no encima de las carteras de gobernación y la defensa.
Visto el contexto, la masacre de Totonicapán tiene connotaciones diferentes a otros hechos criminales parecidos. Las causas de la protesta atinentes a las reformas constitucionales entre otras, no son para soslayarlas. Estamos hablando de que esas reformas dan pábulo a la posibilidad de no reconocer a las autoridades indígenas y pérfidamente, militarizar a la población indígena. Allí podría estar la basa de tamaña y desproporcionada represión.
Para mortificación de los mandamases del país, doña Juana del Carmen Tacam es la Presidenta de los 48 Cantones de Totonicapán. Una mujer digna, de liderazgo positivo y con don de mando (del bueno). Otro aderezo para reprimir como lo hicieron porque el machismo que impera en Guatemala es intolerante. Recientemente, a ella se le había dado una excelente cobertura por la prensa nacional e internacional resaltando sus atributos de consejo y sensatez.
También llama la atención que el jueves 11, fue capturado el coronel Juan Chiroy y ocho soldados acusados de ejecución extrajudicial. Presuntamente, el coronel abandonó su piquete y se rompió la línea de mando. Me pregunto: ¿Un militar de tan alto rango abandonando su puesto? ¿No había oficiales de menor jerarquía entre él y la tropa? Mmmh, allí parece haber gato encerrado.
Razón tiene entonces doña Juana del Carmen Tacam cuando solicita investigar a los autores intelectuales.
Por las anteriores razones asumo que las connotaciones de esta masacre son diferentes a otras matanzas y a tenor de las mismas se percibe que el padre de la mentira, el mal por el mal mismo, sigue enseñoreándose en Guatemala.
La Zona Pastoral de Totonicapán ha resaltado, citando a Isaías 32,17 que: “La paz es el fruto de la justicia” y no puede haber justicia sin entendimiento. Por ello, el Presidente de la República debe retomar su liderazgo para lograr que todos —empezando por sus ministros— nos entendamos. Ese liderazgo debe ser de proposición y no de imposición porque: “Donde no toque obediencia no mande la ley obediencia” (S. Ignacio de Loyola).
Este es el momento de buscar aproximaciones y no distanciamientos, mas a la luz de los hechos: ¿No será tiempo de comenzar a pensar en una sustancial transformación del ejército? Y de no lograrse, ¿considerar su abolición? Costa Rica es un ejemplo. El dinero que se gasta la institución armada bien podría destinarse a salud y educación.
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