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Otto Pérez, bajo asedio, se niega a renunciar

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Otto Pérez, bajo asedio, se niega a renunciar

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Otto Fernando Pérez Molina, el aún Presidente Constitucional de la República de Guatemala, ha visto de frente el vacío y se ha precipitado. En cadena nacional, y más de 48 horas después de que el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) pidieran antejuicio contra él por su presunta vinculación con la red de defraudación aduanera, el mandatario confirmó la noche de este domingo que no renunciará y dejó entrever su estrategia.

En un primer punto de su declaración reconoció como “un alto riesgo” el no escuchar las demandas de la población, y acto seguido pasó a hacer precisamente lo que advertía: “la indignación ciudadana se focaliza sin duda en que el erario público se ha visto como un botín del cual se aprovechan funcionarios inescrupulosos”, subrayó el gobernante. El Presidente pasó luego a deslindarse de las acusaciones como cabecilla de la estructura criminal de “La Línea”.

Antes de pedir una tibia disculpa, Pérez Molina, pasó al ataque (“esto me obliga a pedir una disculpa y a decir lo que nace desde el fondo de mi corazón, a pedir perdón a los guatemaltecos”). “Entiendo la lógica de los fiscales pero quiero que comprenda todo el pueblo de Guatemala, no hay una línea, son dos, y hasta ahora ha aparecido la que recibe, pero no la que paga, sin duda enraizada en el sector empresarial y que espero, pronto aparezca en toda su magnitud dado que las misma investigaciones señalan su carácter histórico”, dijo el mandatario.

Una amenaza velada a los grupos empresariales que hace eco de las mismas advertencias del principal contendiente a la Presidencia, Manuel Baldizón, del Partido Libertad Democrática Renovada (Lider), el aliado estratégico en el Congreso que logró evitar le fuera retirado el antejuicio por una denuncia del diputado Amílcar Pop de complicidad con “La Línea”. La certeza con la cual Pérez Molina insinúo la posibilidad de revelaciones que afecten a empresarios fue, sin duda, lo más contundente de su mensaje.

Pero la ofensiva no se quedó allí. Pasó a denunciar, sin responsabilizar a nadie, de “una estrategia intervencionista” de la comunidad internacional, junto al siempre ambiguo término “grupos de poder”. Estrategia que incluiría un “embate político y mediático” en su contra. Jugando con fuego, Pérez Molina aseguró que esto tendría el fin de “quebrantar la democracia”.

El mandatario defendió la continuidad del proceso electoral cuestionado “si a ciertos sectores de la comunidad internacional y a algunos grupos de poder del país no les parecen adecuados los candidatos a dirigir Guatemala primero deberán hacer a un lado sus intereses particulares y por fin ver por el interés del pueblo y la nación guatemalteca, sin duda, tendrán la oportunidad de fiscalizar objetivamente al siguiente gobierno”.

El gobernante mostró una segunda amenaza al hacer “un llamado a que se manifieste en toda su fuerza la Guatemala profunda, las organizaciones sociales, esa Guatemala rural que ha estado en el centro de mi atención, esa Guatemala plural y diversa, los insto hoy como nunca a defender nuestra incipiente democracia”. Atrincherado en la excusa de la institucionalidad, y con la variable del proceso electoral en marcha, Pérez Molina jugó su última carta, defender a ultranza la continuidad del sistema político como su única esperanza de sobrevivir al vendaval. “Les afirmo que no renunciaré y que con toda entereza enfrentaré y me sujetaré a los procesos que en ley corresponda”, manifestó.

“Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátame”, dice el lema kaibil que alguna vez el general Otto Pérez Molina gritó. Hoy, en su hora decisiva, parece haber elegido avanzar sin mirar atrás.

Texto: Bill Barreto
Fotografía: Sandra Sebastián

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