Hace cuatro meses, la SAT era objeto de escándalo, cuando se denunció la intención de contratar a la empresa argentina Kolektor, en condiciones excesivamente onerosas y evidentemente lesivas a los intereses del Estado, la cual se apropiaría de hasta el 30% de la recaudación adicional que supuestamente contribuiría a lograr. Es decir, lo que en buen chapín entendemos como un “madrugón” en medio de la distracción del mundial de fútbol.
Afortunadamente la denuncia se propagó rápidamente y, ante argumentos y propuestas técnicamente sólidas, el Gobierno se vio obligado a retractarse de esa contratación espuria. La ciudadanía respiró con alivio. Pero, hubimos quienes, aunque respiramos con alivio en ese momento, alertamos que el mal no estaba erradicado, y que la SAT seguía en peligro.
Y, dicho y hecho. Ahora los chacales acechan de nuevo, y están por lanzarse sobre la carroña de la SAT. Resulta que el Directorio de esa institución quiere retomar la contratación de una empresa que se dedique a “mejorar los sistemas y la recaudación de impuestos”. Es decir, pagarle a una empresa privada para que haga lo que ya se supone que debe hacer la SAT, y para lo cual tiene uno de los presupuestos más altos de Latinoamérica. Pero ahora, peor, porque los interesados que merodean son más: además de la argentina Kolektor, figuran nombres como la guatemalteca 5ND y otras. Sin duda la SAT es un botín muy apetecido…
Pero, si en todo caso se quisiera hacer una reingeniería transparente y técnicamente bien sustentada (que sí hace falta hacerla), ¿por qué no solicitar al BID, FMI, Banco Mundial o a países amigos asistencia técnica? Este tipo de ayuda lograría los mismos resultados, sin costo para nosotros.
Habiendo opciones que no son tan onerosas, la cosa lamentablemente apesta a corrupción y tráfico de influencias. Lo malo es que con el recuerdo amargo del revés de junio, quizá los chacales han aprendido que para lo sucio, lo mejor es la falta de transparencia, y por ello están actuando con sigilo y opacidad, y así evitarse los “problemas” de enfrentarse al enojo y la indignación ciudadana. Quizá ahora, en vez de la copa mundial, su momento propicio serán las fiestas de fin de año…
Y es que están entusiasmados: pese a la gravísima crisis de liquidez del Gobierno, la SAT quiere comprar vehículos, incluyendo dos camionetas “agrícolas” blindadas (véase el proyecto de bases de licitación en el NOG 3634353). ¡Al mejor estilo de Vicente Roca Menéndez, exinterventor de migración, quien en febrero pasado provocó un escándalo, precisamente también por comprar vehículos blindados!
Pero parece que a Pérez Molina le gusta la lentitud y la pereza en lo que a frenar la corrupción refiere. El Presidente demoró 8 meses en destituir a Roca Menéndez de Migración, por actos de corrupción que ya eran bien conocidos desde febrero y antes. ¿Irá a apañar igual actos similares en la SAT? Según las declaraciones del propio Presidente, apenas si va enterándose de las anomalías…
¿Puede esperarse probidad y transparencia por esta nueva embestida en la SAT para contratar una empresa privada? Retomar la intención de contratar a Kolektor o a cualquier otra empresa privada, ¿es necedad o voracidad? Si están demostrando voracidad insaciable al pretender adquirir las camionetas blindadas de moda, voracidad es lo que hay detrás de la contratación de la empresa privada.
Así que, ¡alerta y cuidado con un nuevo madrugón en la SAT, ahora para las fiestas de fin de año!
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